De las dudas infinitas

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Si alguien dijera que prepararse para ser héroe es fácil, Jirou le golpearía antes de que pudiera acabar la frase.

Con su poco fondo físico, cada prueba se hacía cuesta arriba en escasos minutos de empezar y, cuando acababa, sentía que algún órgano le iba a explotar.

Esto era claramente notorio, pero las chicas ya se habían cansado de preguntar y no obtener respuesta alguna, así que ya no veían extraño ver como Jirou salía la primera de allí camino a la residencia en busca de su cama.

Y ese día no era distinto.

Pero cabía enmarcar una peculiaridad.

— ¿Se puede saber que haces ahí? —Gruñó al ver como Kaminari le esperaba en la puerta.

—Ir con mi novia a la residencia. —Dio un par de pasos hacia ella, dispuesto a llevar su mochila, pero Jirou se giró enseguida.

—No digas esa palabra tan alto —susurró mirando a ambos lados para ver si había alguien mirándolos.

— ¡No te pongas tan histérica!

—Kaminari. —Apretó los dientes.

— ¿Sucede algo, Kyouka? —Se agachó apoyando la frente en la de ella.

—Nada —murmuró depositando un suave y corto beso en sus labios.

El rubio le miró sorprendido antes de que ella le golpeara con sus cables en la cara, haciendo que retrocediera.

— ¡¿Por qué?! —Se llevó ambas manos al rostro.

—Por si acaso. —Le sacó la lengua, sintiéndose victorioso.

—Esa no es una respuesta válida. —Gruñó.

Volvió a acercase a Jirou y comenzó a hundir sus dedos en la tripa de la chica, haciendo que se moviera implorando que parara. Kaminari reía al igual que ella mientras veía como quedaba arrinconada.

—Por favor. —Imploró cuando pudo agarrarle de las muñecas—. Me duele todo, no seas así.

— ¿Tan mal ha ido el entrenamiento? —Dejó caer las manos y ella le soltó de las muñecas.

—Me duele mucho la espalda. —Confesó haciendo que él le dejara espacio.

— ¿Quieres que vayamos a ver a Rec-

Un ruido familiar les sacó de la conversación haciendo que se giraran hacia la puerta. Claramente vieron a varios de sus compañeros cotilleando lo que hacían y, con poco disimulo, habían vuelto a esconderse.

Si no fuera por lo roja que estaban sus mejillas por el cansancio, ahora mismo Jirou hubiera tenido unas hermosas mejillas color carmesí a cortesía de sus compañeros.

— ¡No me lo puedo creer! —Bramó cabreada, alejándose de la entrada y del camino a la residencia lo máximo posible.

A Kaminari le costó reaccionar, mirando primero hacia atrás antes de seguirle. Aún cansada y con ninguna fuerza, el enfado le llevó a acelerar sus pasos obligando al rubio a correr tras ella si quería alcanzarle.

Gritó su nombre un par de veces antes de agarrarle de la muñeca y obligarle a que se parara.

—Kyouka —murmuró mientras ella se deshacía de su agarre.

— ¿Que quieres, Denki? —El enfado era notable en su tono de voz.

—Hablar contigo. —Se limitó a decir haciendo que ella pusiera los ojos en blanco y se cruzara de brazos.

— ¿Qué quieres decirme?

—Que te calmes, te has puesto histérica.

— ¿Histérica? —Elevó la voz—. ¿Yo? ¿Por no poder tener intimidad en esta maldita escuela? ¡Que va!

—Ya veo. —Se llevó una mano a la nuca.

— ¿Que habrán visto? —Echó la vista hacia detrás.

—No lo sé —murmuró—, pero supongo que sólo lo último, cuando hemos hecho ruido.

—Puede ser. —Asintió calmándose un poco por el razonamiento.

—Pregúntale luego a Yaomomo.

— ¿Estaba? —Levantó una ceja.

—Sólo me ha dado tiempo a ver a las chicas —Asintió.

—No puede ser —murmuró agachándose con ambas manos en las mejillas.

— ¿Sucede algo? —Él también se agachó.

—Voy a tener que dar muchas explicaciones innecesarias. —Soltó un pequeño quejido.

— ¿No lo saben?

— ¿Eh? —Le miró directamente.

— ¿No saben que estamos juntos? —Negó—. ¿Por qué?

—Porque esto va a durar dos semanas —murmuró.

— ¿En serio va a durar solo dos semanas?

El tono apenado del rubio le alarmó haciendo que dudara. Habían acordado que, en dos semanas, volverían a ser sólo compañeros de clase, pero ¿quería eso ahora? Su cabeza estaba hecha un lío.

— ¿Podemos hablar de eso en otro momento? —Pidió levantándose.

Al soltar un pequeño quejido, Kaminari se lanzó a ayudarle como caballero que se catalogaba.

—Gracias —murmuró.

—Vayamos a ver a Recovery Girl —dijo agarrándole del brazo.

—No, no. —Ella hizo fuerza para que no se movieran— Esto no es nada.

—Pues déjame hacerte un masaje cuando lleguemos.

— ¡No! —dijo rápidamente—. ¡Ya lo que faltaba!

— ¿Cómo?

—Esos cotillas. —Señaló hacia la dirección de su residencia—. Van a sacar conclusiones que no son y van a molestarnos con ellas

—Algunas serán verdad. —Se encogió de hombros mirando hacia el cielo—. Pensar que estamos juntos es lo más fácil.

—Como sea, no hace falta. Sólo con descansar un rato y sola, remarco el sola porque sé que no comprendes que es eso, estaré como nueva.

—Esta lloviendo —murmuró él ignorándole, levantando las palmas de las manos.

Las suaves gotas se convirtieron enseguida en una tormenta sorprendiendo a ambos.

—Vayamos antes de que nos mojemos más —murmuró él comenzando a correr.

Al ver que ella iba a duras penas, el chico decidió arrebatarle su mochila para hacerle más ligera la caminata.

El dolor le estaba matando y sentía que iban a arrancarle los pies nada más llegar y que no lo notaría, cada célula de su cuerpo estaba agotada y mitad del corto camino se le hizo demasiado cuesta arriba, prefiriendo andar y mojarse entera que morir al llegar a su cama.

El rubio le miró desde el cobertizo sin saber que hacer para ayudarla y que no fuera golpeado tras eso. Se limitó a abrir la puerta para dejar las bandoleras dentro pero alguien los estaba esperando en la puerta con una sonrisa cínica en el rostro.

—Os habéis mojado un poco. —Comentó una gran obviedad.

—Hablamos mañana, Yaomomo. —Se limitó a decir como pudo ella, arrastrándose ya hacia el ascenso.

—Parece que la gimnasia le afecta —Kaminari se encogió de hombros mirando a la de la coleta y dejando caer las bandoleras.

—Será mejor no molestarla hoy —Concluyó la chica, sabiendo que Jirou no podría escapar a sus preguntas.

Porque ella quería respuestas.

El sonido de un rayo; KamijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora