13. Un difícil retorno a Ford.

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Ethan y Molly se encontraban en la amplia cancha de fútbol del complejo para acampar. Estaban afirmados contra las cercas de madera que indicaban el límite del complejo.

Molly volteó hacia su hermano, que tenía la vista casi perdida, inmerso en sus pensamientos.

Movió una mano en frente de sus ojos. Soplaba una brisa suave.

—Hey, ¿estás ahí?.

Ethan parpadeó repetidas veces y miró se hermana.

—¿Que has dicho?.

Molly hizo un mohín, cruzándose de brazos.

—En realidad nada, pero no es como si estuvieras prestando mucha atención de todos modos— habló sarcástica, pero luego ablando la expresión.—¿Te sucede algo?.

Este desvió la mirada.

—Es que...— Ethan dudo si contarle o no a su hermana. Finalmente suspiró.—Papá me contó otra historia de Will y es...no sé, como que necesito una explicación pero...

Molly sonrió, como si comprendiera a la perfección el balbuceo de Ethan. Tal vez porque realmente lo hacía.

No le preguntó sobre que le había dicho su papá ni nada de eso, simplemente palmeó su espalda.

—Ve— le dijo.—Jugaré con Liam un rato.

Ethan amplió su sonrisa.

—¿De verdad?— Molly asintió.—¡Gracias!.

Le dio un corto abrazo a su hermana.

—¡Deseame suerte!— le dijo a la vez que se marchaba por la cancha de pasto natural.

Molly sonrió. Una sonrisa que anunciaba que sabía más de lo que decía, una sonrisa que decía que ya conocía aquella historia.

—Suerte...

                           ....

Día soleado. Primavera naciente. Arboles tomando color. Paisajes tomando forma.

William Carter no cree que aquel fuera el clima apropiado para la tormenta que se desataba en su interior y amenazaba con destruir todo a su paso. Claro, ahogandolo en el proceso.

Aún no era capaz de asimilarlo. De comprender la magnitud de lo que se le venía encima. ¡No sabía que diablos hacer, por dios!.

No lo entendía, o tal vez no quería entenderlo. No quería entender lo que abarcaba todo aquello.

Miró su reloj de muñeca. Quedaban cinco minutos para las seis, hora que había acordado con Lisa para verse en aquel parque que tanto apreciaba, pero el aún estaba en la pensión.

¿Debía ir? ¿Qué iba a decirle?, o mejor dicho, ¿qué estaba dispuesto a decirle?.

La amaba, amaba a Lisa y cada parte de ella. Desde la raíz de sus cabellos rubios hasta la punta de sus pies. Cuando ella sonreía el mundo parecía cobrar sentido. Tal vez ella necesitaba una sonrisa suya ahora, un Will que le dijera que todo iba estar bien.

Pero, ¿podría ser ese Will?.

No lo sabía. Lo que si sabía era que las cosas había que enfrentarlas, y no podía esconderse en su habitación toda la vida.

Nuestro ayer: "El primer amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora