Mr. Airplane (B.I/Bobby)

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Un avión de papel salió volando de la terraza en donde tres jóvenes pasaban su última tarde. En un principio no habían tenido intenciones de verse ese día, pero Bobby, el mayor, había propuesto que quedaran para no desaprovechar el poco tiempo que les quedaba juntos. No tenían ningún otro plan, simplemente quedarse en esa azotea pasando el rato hasta que se pusiera el sol.

Hanbin, el otro chico, observaba desde el sofá como su mejor amiga intentaba montar en monopatín, fallando en el intento y yendo a parar a los brazos de Bobby, quien avergonzado se apartaba y huía hasta la otra punta del lugar. Sabía lo vergonzoso que era su amigo de la infancia con las chicas, y aun más con aquellas de las que estaba enamorado, así que solo rió, dejando que ella se sentara a su lado para descansar. Aun así, no podía evitar estar un poco celoso de su amigo. Al fin y al cabo él también había tenido sentimientos por ella desde que se conocieron, pero a diferencia del mayor no era capaz de abrazarla o coquetear con ella cada vez que estaban juntos. Mientras Bobby hacía vete a saber qué en una esquina, la chica cogió una de las revistas de la mesilla de café y empezó a leer. Hanbin, con curiosidad, se inclinó un poco hacia ella y empezó a preguntarle sobre lo que leía. Sus ojos se cruzaron por un momento antes de que la chica hablara y él no pudo evitar sonreírle inconscientemente.

-Eh eh eh -Saltó Bobby entre ellos desde detrás del sofà, rodeandolos con los brazos y apretándolos contra él- ¿Por qué no vamos a comer algo?

Los dos rieron, incapaces de rechazar la oferta y Hanbin suspiró, un poco decepcionado por no poder seguir hablando con ella a solas.

Caminaron por el lado de las vías del tren hacia el café que solían visitar, parándose encantados a ver cómo, por encima de ellos, sobrevolaba un avión. Distraídos también se quedaron viendo como los trenes pasaban por delante de sus ojos, cruzándose unos con otros y sin detenerse ni un momento. Hanbin empezó a caminar seguido por ella y dejando atrás a Bobby. Le sonrió cuando se puso a su lado y abrió la boca para decirle algo. Había tantas cosas que se había guardado y que necesitaba soltar, ni siquiera sabía por dónde empezar, pero tampoco importó mucho ya que ella se giró y llamó a su amigo, a quien casi habían abandonado. El moreno miró al suelo, intentando no prestar atención a cómo los otros dos reían a su lado.

El cielo ya estaba teñido de rojo cuando llegaron al café y cada vez quedaba menos para que el día terminará. El corazón del moreno estaba cada vez más acelerado y una mezcla de emociones le invadía siempre que ella dejaba de prestarle atención para bromear con su amigo. Estaba celoso, no iba a negarlo, pero no podía evitar sentirse culpable por odiar a su mejor amigo, quien solo estaba siendo él mismo. Lo único que podía hacer era sonreír y fingir que todo iba bien, aunque fuera mentira. Su último día juntos estaba llegando a su fin, pero él ni siquiera había podido disfrutar por un minuto de la sonrisa de la chica de la que estaba enamorado.

Esa noche sus ojos estuvieron clavados en el techo mientras sus dedos jugaban con el avión de juguete de su hermana, que había aparecido en su habitación como si el destino se estuviera riendo de él. Le quitó las pilas al reloj, siendo consciente de que si miraba la hora no podría evitar salir corriendo a por ella. Se puso música también, pero en esos momentos solo podía escuchar la melodía más triste de su vida, el silencio que iba a dejar la chica cuando embarcara en ese avión. La mañana siguiente llegó antes de lo esperado, y aunque su mente le dijera que no, su cuerpo se movió solo. Se levantó de la cama y cogió la chaqueta, corriendo hacia el aeropuerto. Pasó por el puente en donde la tarde anterior habían estado observando los trenes, pero las prisas hicieron que no se diera cuenta de su amigo, quien miraba los aviones a lo lejos con los ojos melancólicos, aceptando que no podría cambiar nada por mucho que lo intentara.

Hanbin entró sin aliento en el edificio. Frenando su paso buscó por todo el lugar, dando vueltas y caminando por todos lados. Miró el reloj, dándose cuenta de que casi era la hora del vuelo, y cuando volvió a bajar sus ojos la vio. Le daba la espalda, estaba arrastrando su pesada maleta lista para embarcarse, pero se detuvo junto al corazón del chico, quien había gritado su nombre para llamar su atención. Se giró y se lo encontró yendo hacia ella, moviéndose con todas sus fuerzas.

-Hanbin, ¿qué haces aquí? -El nombrado tragó fuerte, preguntándose cómo iba a vivir sin volver a escuchar su nombre salir de esos dulces labios.

-He… he venido a despedirme… -Mentira. La miró a los ojos suplicante, esperando que entendiera la verdad, pero ella dirigió los suyos al suelo como si quisiera evitar que el moreno la viera llorar.

-¿Cuando… cuando volverás…? -Dio un paso más hacia ella, terminando con casi toda la distancia entre sus cuerpos. Ella negó con la cabeza, levantando al cabo de unos segundos la mirada.

-Estaré bien -Acarició la mejilla del chico mientras lágrimas caían por las suyas- Y tú también.

No, por supuesto que no lo iba a estar. Diciendo eso y luego marchándose, ¿como esperaba que lo estuviera? Sin embargo, Hanbin solo pudo asentir sonriendo débilmente, ignorando el nudo que se había formado en su garganta y aguantándose las ganas de rodearla con los brazos y suplicarle que se quedara con él, aunque solo fuera un día más.

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