• Capítulo I " Despierta, Seras " •

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ㅡ Mi querida Seras, pase lo que pase no salgas de este armario, no hagas ruido alguno y por favor... Recuerda que tu padre y yo te amamos ".

¡Madre, Madre! .

Tenía miedo, miedo de la expresión de terror plasmado en el rostro de su madre, del armario cerrándose frente a ella, de la oscuridad que consumió su mundo. Se encontraba aterrada en aquel armario polvoriento, con sus manos temblando y su corazón palpitando de forma tal que pensaba que en cualquier momento saldría disparado de su pecho.

" Tengo miedo " .

El ruido sordo e inconfundible de una seguidilla de disparos detuvo abruptamente aquel temblor en su cuerpo, el silencio traía consigo la desgracia que se mostró cuando de pronto aquellas puertas que la escondían con recelo se abrieron de par en par y una ola carmesí se desplazó tiñiendo sus descalzos pies del color rojo sangriento.

ㅡ " Tengo miedo " .

Sus párpados temerosos se negaban a ceder y mirar la luz, los susurros maternos decían una y otra vez su nombre en agonía mientras que pesados jadeos y risas burlescas ensordecian sus oídos, pero ella quería ver a su madre, necesitaba saber donde estaba su madre. Por primera vez conoció el horror al ver su cuerpo tendido sobre un charco de sangre que se extendía a sus cercanías, siendo mancillada por el hijo de puta que no paraba de penetrar su cadaver mientras que su acompañante observaba tal acto, bufándose y pisotendo la cabeza de su padre que permanecía tendido en el piso; Muerto.

" Tengo miedo ".

Presa del terror la escena cambió, ahora entre sus manos se encontraba un tenedor ensangrentado y al necrófago retorciéndose del dolor con un ojo sangrante humedeciendo su rostro, apuntando la misma pistola con la cual mató a sus padres hacia ella, alojandole una de las mismas balas en su pecho causando que  cayera por aquel agudo e infinito dolor para ser tragada por aquel mar carmínico que ahogó finalmente su inocente y fragil cuerpo de siete años.

Seras despertó entre gritos que hicieron eco en su habitación en serena oscuridad, atormentada y asustada encendió la lámpara que se encontraba a un costado de su cama sobre su mesita de noche, gritó y se abrazó a si misma mientras temblaba del miedo y derramaba calientes lágrimas. Se vio presa de sus terrores nocturnos nuevamente esa noche, no podía conciliar el sueño a causa de la repetitiva pesadilla que atormentaba su subconciente aún después de más de doce años, simplemente no podía dejar de verse a ella misma dentro de ese armario mientras que el sonido de disparos y los gritos de su madre ensordecían sus oídos.

ㅡ Después de todo este tiempo... Ni en mis sueños puedo encontrar tranquilidad.

Suspiró una vez que se calmó y de bajo de su almohada sacó una vieja y arrugada fotografia que plasmaba sus años más felices, su tierna infancia en campos abiertos de girasoles y a sus padres esperandola bajo un ocaso otoñal. Seras admiró esa foto con melancolía y no pudo evitar ese sentimiento de soledad que siempre cargaba consigo desde que fue puesta bajo la tutela de un orfanatorio cuando salió del hospital tras recibir aquel disparo que casi causa su muerte. Levantó su camisa de dormir y ahí estaba, aquella cicatriz que le recordaba sus días más oscuros en su costado derecho, exhaló y hundió levemente su índice sobre ella y sintió la descarga eléctrica que le hacía recordar lo doloroso que fue cuando la bala atravesó su piel, perforando su pulmon para salir por su espalda, recorando la agonía y la desesperación de no poder respirar. Decidió no seguir atormentándose esa noche y observar el pequeño reloj digital que marcaba las cuatro en punto de la madrugada a sabiendas de que dentro de un par de horas debería levantarse y cumplir con su deber como oficial de policía, ese era su único ideal desde que era una niña, seguir los mismos pasos que su padre y ser parte de las fuerzas policiales especiales a las cuales pudo unirse hace menos de seis meses luego de salir con honores de la academia de policías a sus cortos diecinueve año, soportando burlas y acosos solo para mantener las memorias y el orgullo del apellido Victoria.

Prontamente el pitido de su alarma la despertó una vez más; Estiró perezosamente su mano lejos de la calidez de su cama para buscar el despertador y detener aquel molesto ruido accionando enseguida la radio con las noticias del tráfico, Seras solo era capáz de estirarse perezosamente bajo las sábanas mientras escuchaba la voz grave del locutor de radio acompañado de un sonido instrumental parecido a los que ponen en los elevadores. Prontamente su teléfono comenzó a sonar, la sacó de sus divagues y entre tropiezos y enredos de sábanas pudo levantarse de su cama y buscar el condenado teléfono entre papeles y papeles en su desordenado escritorio.

ㅡ ¡Seras Victoria reportándose! .

Victoria, ¿Sabes acaso la hora que es?.

¿La hora?...

Miró rápidamente la pantalla digital de su reloj que entre números rojizos marcaban las seis de la tarde.

ㅡ ¡Las seis de la tarde, señor!, un momento...

Miró una vez más su reloj y enseguida se asustó por el simple hecho de que había dormido demasiado y por supuesto su superior quien se encontraba tras la otra voz en el teléfono esperaba un argumento convincente antes de regañarla, una vez mas.

ㅡ ¡Y-Yo realmente lo siento, sucede que...!

Tras el teléfono solo se pudieron escuchar carcajada tras carcajada, luego recordó que era jueves, los jueves tenía patrullaje nocturno por lo que normalmente a esa hora se encontraba con Eddie y Simon para ir al sector destinado; Suspiró solo por el hecho de que era también la tercera vez que caía en esa broma telefónica por parte de sus compañeros.

Bien sigues sin cambiar niña ingénua, apresurate a tomar tu puesto si no quieres estar a cargo del papeleo otra vez este mes.

S-Si señor.

Colgó el teléfono y lo lanzó a la cama, exhaló y se acercó a la ventana que daba hacia las congestionadas y lúgubres calles de Londres, donde el clima no podría variar más que de húmedo a frío y viceversa. Se vistió con su uniforme, pantalones acampanados y una blusa a tonalidad de azul oscuro, su placa, su gorra y su cinturón con el arma de servicio que no ha tenido tan siquiera la oportunidad de disparar a no ser que sea en los campos de tiro, más que nada lo prefiere de esa forma, buscó la vieja fotografía entre el desastre de su cama, besó la imagen sonriente de sus padres y la guardó una vez más bajo su almohada para lanzarse a las calles de Londres en un nuevo día como la torpe oficial Seras Victoria, pese a eso cada día era mas emocionante que el anterior por el simple hecho de experimentar la justicia y el deber de un policía gracias a su perseverancia, Sin duda sus padres estarían orgullosos de ella y eso era lo único que la motivaba a levantarse cada mañana.

| Fin del primer capítulo, si en algún momento leyeron anteriormente "Mignonette" no crean que es una copia o algo así (?) Decidí reescribir y cambiar unas cuantas cosillas para que la lectura sea mucho más interesante ♡ Y por supuesto volver a escribir luego de perder todo me emociona de cierta forma, así que si llegaron hasta aquí muchas gracias por leer ♡.

MignonetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora