Sábado 9 de agosto del 2014
―Llegamos ―anunció Fiorella.
Había parqueado el auto en la acera frente al parque Passeggiata del Giappone. La noche en la zona de Roma estaba más iluminada por la feria que por las propias luces de la ciudad. Los colores de las luces eran entre rojos y amarillos, y otros colores pero en menores cantidades. No había parqueaderos, casi nadie de los asistentes adquiría coches, y si lo hacían, se veían obligados a usar un taxi.
―Bien. ―Lia se desabrochó el cinturón de seguridad.
―Espera.
Lia volvió la vista a Fiorella, desesperada por ir a la feria. Sabía que no iba precisamente a pasar el rato, pero incluso esa tarea sería divertida y para nada agotadora como era limpiar, cocinar, u otros oficios de casa.
―¿Tienes tu teléfono? ―preguntó Fiorella.
―Sí.
―Bien. Recuerda llamarme en cuanto él se vaya.
―Okay. ―Ya sus piernas querían salir volando por la ventana.
―Por nada del mundo permitas que te lleve a casa. Y procura no decirle tu apellido.
―¿Mi apellido? ―El entrecejo se le frunció.
―Sí, entre menos sepa de ti, mejor.
― Bien... ―respondió con desdén.
―¿Tienes todo claro?
―Sí ―dijo Lia―. No puedo darle el número telefónico de casa, no puedo hacer amigos, no puedo decirle mucho de mi vida privada, si tengo que besarlo lo hago, tengo que tratar de ser lo más simpática posible, tengo que coquetear con él, no le puedo decir mi apellido ―hizo énfasis―. Lo tengo todo claro, Fiorella. No es necesario decirte toda la lista de reglas.
Fiorella le quitó el seguro al auto, indicando a Lia que podía ir.
―Bien. Nos vemos luego.
Lia bajó del auto con precaución por la puerta, escuchó el rugido del motor, miró atrás y se dio cuenta que Fiorella se había ido... ¡a disfrutar!
La brisa que había en la feria era muy fresca así que ayudaba con el clima que había en temporadas de agosto en Roma. Fue una buena fecha para la Mafia tener que secuestrar a Timothy porque era verano y Lia tenía excusas para enseñar mucha piel. Fiorella le había ayudado a escoger un conjunto compuesto por unos shorts de mezclilla que llegaban hasta la cintura, un top verde oscuro y unas Converse del mismo color, y un bolso cruzado negro. El maquillaje era tan solo máscara de pestañas y un fuerte rojo en los labios. Estaba radiante.
A paso rápido, se acercó a la caseta. Casi no había mucha gente, sólo tres personas en fila para comprar sus tickets. Estaba impaciente por comprar ya y divertirse por primera vez como todas las adolescentes.
Según Iris, Lia perdió a sus padres en un accidente automovilístico, y ella la recogió. No le dijo nada sobre la Mafia hasta que cumplió los doce años, cuando creyó que Lia tenía la madurez suficiente para entenderlo. Claro que en ese entonces no sabía mucho del tema ya que sólo se basaba en los programas de televisión, pero pensó que entonces debía sentirse agradecida por la ayuda que le brindó Iris, así que no protestó.
Iris siempre creyó que Lia no podía tener amigos porque algún día tendría que cooperar con la Mafia, y si los tenía, corría el riesgo de que Lia contase algo, así que la mantuvo lo más lejos posible con la sociedad; la única amiga de Lia era Fiorella, y se llevaba un poco con Melissa ya que tenía apenas veintiséis años, pero nadie de su misma edad con quién compartir. Claro que Lia no era analfabeta, Iris le había contratado un profesor particular, el cual también sabía sobre la Mafia, pero, con otro grupo de profesores particulares, se limitaba a educar a los menores de edad y a los universitarios que estaban en la Mafia. Era una vida diferente, tal vez un poco difícil, pero Lia siempre se repetía que al menos no le faltaba nada.
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Mafia Femenina 1: Albures y Azares
Romance[Ganadora en los Premios Watty 2014] «El mundo giraba según reglas propias e imprenetrables, reglas hechas de albures y azares que incluían apariciones y desapariciones, presencias y ausencias, vidas y muertes.» ― La Reina del Sur, Arturo Pérez-Reve...