3. Akab

9.6K 352 68
                                    

Lunes 11 de agosto del 2014

Lia se encontraba en el gimnasio de la casa, que quedaba una planta más debajo de la sala principal. Su fuerza iba dirigida hacia el frente, haciendo puños, como un espejo de Fiorella. Su cara brillaba un poco, pero aún no llegaba a sudar mucho. Ya sentía calor por el ejercicio, aunque apenas había comenzado. Fiorella comenzó a hacer sentadillas, aun tirando puñetes al frente, y Lia le siguió los movimientos, viendo desde el espejo.

―Bien, Lia, te voy a ir explicando cómo van las cosas. Por lo general las víctimas suelen ser atractivas, y eso nos complica las cosas.

«Mi caso», pensó Lia.

―Trata de disfrutar de la belleza que tiene, por ejemplo, Timothy. He visto su ficha y es realmente guapo, y al ser tu primera misión tienes que enfocarte mucho en la operación.

Fiorella hablaba con tanta seguridad que Lia se preguntaba si alguna vez ella se enamoró de su víctima. Ella no quería que le pasara como en muchos casos, ella no quería hacerle daño a su primer amor, ella no quería sufrir al verlo secuestrado.

―¿Cómo disfruto de su belleza?

―Trata de verlo como... una diversión. Bésalo, acarícialo, aprovechate de él, pero no te enamores. Veamos... ―dijo, parando de hacer sentadillas―. El chocolate es delicioso, ¿cierto?

―Sí... ―replicó Lia con desentendimiento.

―Pero mucho engorda. Míralo como un buen chocolate: algún día te empalagarás.

―Bien ―exhaló Lia.

Fiorella se acomodó su cabello negro en lo alto de una cola. Era una gran coincidencia que Lia, Fiorella e Iris tuvieran ese color de cabello, y cualquiera creería que son parientes por su gran parecido, pero Lia tenía muy claro que ella era huérfana, y que le debía todo lo que tenía a Iris.

―Tu primera misión ―continuó Fiorella― siempre es difícil. Cuando tuve mi primera misión ―dijo, paró de nuevo las sentadillas y se dirigió a las caminadoras, que por consiguiente, Lia le siguió― me fue difícil olvidarlo... ―completó con un tono de tristeza.

―¿Te... enamoraste?

―Sí, Lia, lo hice.

Un respingo apareció en el pecho de Lia. «Cuando tuve mi primera misión me fue difícil olvidarlo.» Lia se preguntaba si sería igual de difícil no enamorarse de Toy, de sus ojos verdes con esa pizca de gris, sus finos labios bien definidos, sus cejas pobladas pero claramente depiladas, sus calientes y secas manos, su...

―¿Y qué... ―la voz se le quebró un poco― hiciste?

―Lo secuestré y lo olvidé. Me tomó casi más de un año superarlo, pero nunca se lo dije a nadie. Eres la primera a la que le cuento.

―¿Por qué si lo amabas le hiciste eso?

―Creo que sentía más temor de Iris que amor por él. No sabes de lo que Iris sería capaz de hacernos... aunque fuéramos casi como su familia.

Ignoró aquel comentario, y preguntó otra cosa:

―¿A qué edad tuviste tu primera misión?

―Catorce, dos años antes que tú.

Lia tragó en seco.

―Por suerte hasta ahora no he tenido que matar a nadie... no sé si podría cargar con un cargo de conciencia así.

―¿Tendré que...?

―Solo en el remoto caso de que alguna víctima quiera escapar... o te reconozca.

Mafia Femenina 1: Albures y Azares Donde viven las historias. Descúbrelo ahora