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Todo había estado muy bien. Habíamos pasado mucho tiempo juntos últimamente, estas dos semanas habían sido lo mejor.

Creí que todo regresaría a la normalidad, pero me equivoqué.

Como la idiota que soy.

Mi café estaba muy frío, y la impotencia que sentía me impedía levantarme del asiento de aquella cafetería dónde nos veríamos.

-¿Señorita? -miré al chico que atendía- ya vamos a cerrar. -dijo y se fue.

A medida que regresaba a casa me abofeteaba mentalmente, ni si quiera fuiste para llamar, y cuando lo hice yo, me mandaste a buzón.

Al día siguiente viniste a mi casa cómo si nada hubiera pasado.

Tu cinismo es impresionante.

¿Sabes que es lo único que le agradezco al idiota de mi padre? El haberme enseñado todas las palabrotas que usé para mandarte a la mierda.

Aunque yo odiara decirlas.

Twat ▷s.m◁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora