Estaba saliendo de mi casa después de casi una semana de gripe horrible, en la cuál no te dignaste a venir.
Me dirigía a tu casa, estaba doblando la esquina cuando de pronto te ví despidiendo a una rubia en la puerta.
Ella se fue muy feliz y tu la mirabas.-¿Quien es ella? - diste un pequeño brinco al escucharme.
-¿Qué haces aquí? -ignoraste mi pregunta.
-¿Quien es ella? -hice lo mismo, insistiendo una vez más.
- Una amiga, de la infancia. - te rascaste la cabeza despreocupado.- ¿Dónde habías estado? Te perdiste del mapa.
-Muriendo, en casa, y ni siquiera fuiste para ir a verme.
- ¡Eres una pesada! -abriste la puerta- hablamos después -entraste y cerraste la puerta en mi cara.
"Siempre es lo mismo" dije mientras recargaba mi frente en la puerta.
Disculpa por pensar en ti, más que en mi.