Corazón de piedra

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La misma mierda siempre.

—¡Basta! —gritó ella mientras veía como él me golpeaba, una y otra vez— ¡Papá! ¡Basta, la vas a matar!, ¡la vas a matar! —él no escuchaba, seguía golpeándome, en la cara y el abdomen... Hacía que mi cabeza chocara contra el suelo una y otra vez.

Gritaba.

'Maldita hija de puta', 'Eres una maldita'.

Ahora estoy en un maldito hospital por su culpa...

Mi única preocupación en este momento es: ¿dónde y cómo estará Fiorella?.

Necesitaba saber sobre mi hija, nadie me decía nada.

Mi cabeza iba a explotar.

Sentía mi cuerpo doler y palpitar.

Un oficial de policía me interrogaba, yo simplemente daba respuestas cortas.

Quería ver a mi hija, nada más me importaba.

Mi hija.

Mi hija.

Mi hija.

Pasaron al rededor de 20 minutos para que el oficial se retirara.

Me encontraba mirando la nada, un ponto fijo en la pared cuando la puerta de la habitación se abrió, voltee inmediatamente asustada, no tenía permitidas las visitas.

Me tranquilice cuando observé a mi pequeña Fiorella de la mano de un hombre alto...

—¡Mami! —chilló emocionada, y corrió hasta donde me encontraba.

—Hey, Fiorella, recuerda lo que hablamos —habló el hombre.

—Sí, Doctor Bieber... —dijo mi pequeña bajando la cabeza y apartándose un poco.

—Buenas tardes, señora Thomas —Dios, cuanto aborrecía ese apellido—. Mi nombre es Justin Bieber, soy el psicólogo del hospital, me han asignado su caso.

—¿Mi caso? —pregunté confundida.

—Violencia domestica y posible trauma, señora Thom...

—No me llame así —interrumpí antes de que pudiera terminar de decir ese asqueroso apellido—, soy Gina Pittore, solo Gina si así gusta.

—Muy bien... —carraspeó— Su caso, podrían usted y la niña tener algún trauma debido a lo ocurrido. Y yo seré su psicólogo si usted lo desea, en caso de no ser así podrá usted contratar uno privado fuera del hospital.

—Señor Bieber... —hablé incómoda— No cuento con el dinero para pagar un psicólogo privado.

—Entonces, bienvenida señora Pittore —sonrió flamante.

Este hombre tenía una hermosa y radiante sonrisa, podría iluminar una habitación si así lo deseara...

—Fiorella... —habló dirigiéndose a mi pequeña hija de 6 años— Debo hablar con tu madre en privado... Afuera te espera una enfermera para llevarte al área de niños, allá podrás jugar, ¿está bien?

—Sí, señor —dijo mirándolo—, nos vemos en un momento, mami. Volveré pronto, quedas en buenas manos, el Doctor Bieber es una buena persona, el no te hará daño, mamá —murmuró cerca de mi oído, causando que mis ojos se humedecieran para luego besar mi mejilla—. Te amo, mamá.

Y sin más salió de la habitación.

Mi pequeña florecita era muy inteligente...

Quise llorar en ese momento.

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