Cap.1 - Última fila

902 41 5
                                    

                 2017. Recuerdo el calor de aquella mañana como una sensación reciente.
Era principios de Septiembre y todavía perduraba el bochorno del verano en la ciudad. Las calles rebosaban de jóvenes dispuestos a comenzar un nuevo año escolar con cierta dificultad para readaptarse al madrugar pero con la ilusión de reencontrarse con amigos y rutinas.
Nunca me agradó el ambiente de los institutos ni estar rodeada de críos molestos y sus dramas adolescentes. Pero ese era el precio que debía pagar tras haber repetido curso un par de veces.
Adiós a los amigos en clase y al interés por las asignaturas imposibles de cerrar.

Entré por la ya apenas imponente entrada principal que te dirigía hacia a un hall de techos altos y enormes columnas de estilo jónico, junto a una recepción a la izquierda y varios departamentos de profesorado en el lado contrario.
No tenía ni idea de hacia dónde debía dirigirme para llegar a mi nueva clase, así que muy a mi pesar, molesté a un grupo de chicas aparentemente de mi edad para probar suerte.
Y menos mal...Las seguí tras un par de giros entre pasillos y una espiral de escaleras de mármol desgastado, y allí estaba. Segundo de bachillerato 'C'.

*Dios mío...tres clases de treinta personas. Eso equivalía a trescientos adolescentes extraños que me mirarían como a la nueva que a saber dónde encajará.*

A decir verdad ya no me importaban esos complejos infantiles a mis diecinueve años. Prefería entrar al aula, escoger una mesa cerca de alguna ventana y evadirme en ese rincón durante el resto del año. Probablemente entre dibujos a lápiz hechos en los bordes de cada hoja.
Ya me había mudado de cuidad unas ocho veces a lo largo de mi vida y había pasado por el "trauma" que supone comenzar en tres institutos distintos. Ese era mi último año entre chillidos y libros pesados y a pesar de las dificultades de vida con las que me habían hecho no tener tiempo para estudiar, estaba dispuesta a afrontarlo eficazmente de una vez.

El horario estaba colgado en el corcho de una urna de cristal del pasillo continuo al aula y por la expresión de la gente imaginé que ese año habrían vuelto a colocar 'Historia' o 'Literatura' a primera y segunda hora.
Así que me acerqué desganada y para mi sorpresa el papel reveló algo peor aún que esas dos odiosas opciones.
No era posible.
'Griego', la asignatura del cero tras cero, los lunes a primera hora a partir de la segunda semana. Por estúpido que suene, esa materia me había hecho repetir dos veces. Quizás por el hecho de que no conseguía entenderla sumado a que el profesor tampoco puso mucho de su parte. En cualquier caso, una calamidad.

Definitivamente, el día había empezado mal.

Entré a clase de las primeras e hice una panorámica de la habitación en cuestión de segundos. Nada nuevo. Sillas desgastadas, alguna persiana descolgada y un ordenador del siglo pasado.
Y al fondo, mi meta. La mesa más lejana a la del profesorado y perfecta para "alguna que otra" chuleta y pasar desapercibida ante preguntas que seguramente me bajarían la nota.
Dejé la mochila a un lado y me senté ansiosa a la espera de ver la nueva plantilla de carcas amargados de aquel instituto que se presentarían y dejando claro por twitter cada paso que daba en ese día a mi pequeño séquito de seguidores.

                                                                                                -

Miré el reloj por enésima vez. Ya eran las 11:37am. Habían pasado tres horas de presentaciones y nadie interesante salvo la fauna de mi clase, había aparecido por allí. Admito que a veces puedo sonar antipática, pero ¿os imagináis seis horas diarias entre gritos y dramas?. Sé que me entendéis.

Decidí ir al baño a retocarme el pelo o darme una vuelta y justo al levantarme se abrió la puerta, dando lugar a un silencio sepulcral que se adueñó de la estancia, lo cuál me hizo sentarme de nuevo.

Buenos días, disculpad el retraso. Poneos en vuestros sitios por favor.–

Una mujer de metro sesenta y tantos, pelo rubio ondulado, tacones de aguja, traje de chaqueta azul marino y una carpeta bajo el brazo acababa de sentarse en la mesa del profesor.

*Creo que no había sentido tanto frío en toda mi vida.
O aquello era una broma de las buenas o ese iba a ser el año más emocionante de la historia.*

Silencio por favor.
Me llamo Angie, y voy a ser vuestra profesora de Latín y Griego este año. Espero que adoréis la cultura clásica, que por algo estáis en 'Humanidades' y sabed que hay que trabajar sin parar hasta selectividad. No admito suficientes, en mis clases quiero personas responsables y trabajadoras.
Bienvenidos a 'Segundo de Bachillerato' . Comenzamos desde ya con el temario.–

No era una broma, aquello era real. La profesora de las dos asignaturas que más detestaba desde cuarto curso era una mujer elegante y preciosa con la voz más dulce y grave al mismo tiempo que jamás había escuchado.
Todos mis sentidos estaban absortos en aquella belleza de cabello dorado y ojos azules, mientras el silencio general continuaba adueñándose de aquel espacio.
Para cuando quise darme cuenta tan solo quedaban diez minutos de aquella maravillosa hora.

En los diez minutos que nos quedan, voy a hacer preguntas al azar para comprobar el nivel que traéis del año pasado.

*De acuerdo. El pánico es real. Mi nota final en Griego del año anterior no llega al tres. Por favor que no me pregunte a mí.*
Aunque, esas son las palabras mágicas que atraen la petición contraria a la que se está pidiendo.
*Fallo crítico.*

Veamos...¿tú eres?.
Alex.
Bien Alex. Nómbrame algún autor de la lírica clásica.

El chico dudó unos segundos y miró a su compañero de mesa.

¿Anacreonte?.

Se escucharon algunas risotadas de fondo de sus amigos.

Muy bien. ¿Recuerdas algún otro?.–

El muchacho hizo una mueca y negó con timidez.

–Veamos, la chica de la última fila que parece muy atenta. ¿Podrías responder a esa misma pregunta?.–

*Dios mío, acababa de dirigirse a mí y yo tan solo podía seguir allí parada y expectante mirándola fijamente a esos ojos que me acababan de mirar por primera vez.*

¿Safo?.
No preguntes, afirma. De hecho Safo es de las únicas mujeres de la lírica clásica griega de la que se tiene conocimiento. Y destaca por su poesía dirigida a mujeres.
¿Sabrías nombrar alguno de sus poemas?.

Mm...¿"Ven sobre mí"?.

En ese momento me percaté de cómo había sonado aquello y aunque probablemente solo yo lo vi de esa forma por ser traicionada por mi subconsciente, me sentí sofocada por la vergüenza de mis palabras.
Y no sé si fue por el aturdimiento del momento entre tanta emoción, pero juraría que aquella mujer pestañeó por unos segundos a gran velocidad y se calló en seco durante un momento mirándome con firmeza.

El silencio volvió a adueñarse del lugar segundos antes de que el timbre que anunciaba el cambio de hora resonase por todo el edificio provocando que todo el mundo se levantara deprisa para salir al pasillo el mayor tiempo posible.

La profesora, bueno...Angie. Angie...levantó la voz mientras recogía sus papeles.

Chicos, para mañana quiero que me traigáis ese poema traducido del griego y aprendido de memoria.
Venga, pasad un buen día.

Seguí con la mirada cada paso que dio aquella mujer hasta la puerta. Pude percibir sus penetrantes ojos clavados en los míos de nuevo por unos segundos antes de salir del lugar y como si de un acto involuntario se tratase, el corazón me dio un vuelco y tragué en seco.
Algo acababa de cambiar en mi interior y supe que me esperaba un largo año.
Un año repleto de sensaciones de las que yo aún no era consciente.

El amor no entiende de númerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora