7:00 am.
La mañana del día siguiente a ese café cargado de emociones desperté de un muy buen humor. Y no era para menos. Las cosas en general iban bastante bien y he de admitir que el hecho de tener esa relación amistosa con Angie me producía una mezcla de bienestar e ilusión enorme.
Volví a guardar el comentario lírico en mi carpeta y fui bailoteando por casa con la música que escuchaba de camino a clase, e incluso me dio el punto de desayunar, cosa que no suelo hacer. Y con toda esa energía cerré la puerta y llegué al insituto bien temprano.-
Tanto Adela como Laura y yo, solíamos llegar tarde, y no cinco minutos precisamente...Por lo que al verme ya allí cuando sonó la sirena, me miraron con cara de extrañeza. Como si llegar temprano fuese una traición de grupo.
Dediqué la mayor parte de las tres primeras clases a repasar el poema de quinta hora.
Es lo que sucede cuando el profesor de Filosofía explica conceptos abstractos para sí mismo y nadie lo entiende o cuando la de Inglés se dedica a proyectar películas en blanco y negro sin subtítulos y casi inaudibles.
Y entre tanto aburrimiento llegó la hora del recreo. El único momento para hablar.
Como de costumbre nos bajamos a una mesa de la cafetería y pedimos el desayuno a Loli, la mujer más cariñosa y simpática del universo que trataba a los chavales como a sus propios hijos y que al vernos más mayores nos solía contar algunos chismes de profesores.
Por un momento percibí alguna que otra mirada cómplice entre Adela y Laura y fruncí el ceño levemente hasta que de repente me miraron a la vez.–Zoe, ¿va todo bien?. Últimamente te hemos notado diferente. Un tanto distraída con todo en general y hemos pensado que podría pasarte algo. Si quieres contarlo estamos para lo que necesites, lo sabes.–
–Gracias chicas. La verdad es que no me pasa nada, todo va bien. Yo siempre suelo andar despistada.–
Ambas volvieron a mirarse.
–No nos convences, a ti te pasa algo. ¡Suéltalo! El club de divis está para eso.–
En ese corto tramo de tiempo analicé fugazmente si comentarles algo o inventarme alguna excusa para salir del paso, pero tengo comprobado por experiencia que todo acaba saliendo a la luz y ya teníamos mucha confianza. Así que cogí aire, miré a mi alrededor y me incliné sobre la mesa para poder hablar en un tono más bajo.
–Ya sabéis que aunque Angie es muy exigente y a veces irónica de más, nos encanta a todas, ¿verdad?.–
–Así es.– (Respondieron al unísono.)
–Bien, pues... digamos que yo veo algo más en ella a parte de todo ese glamour y fascinación. ¿Me seguís?.–
–Tía, insinúas que...¿te gusta Angie?. Corrígeme si me equivoco pero... (Dijo Adela levantando las cejas.)
–La verdad es que sí chicas. Y sé que es algo extraño y...–
En ese momento fui interrumpida por Adela.
–Estuve coladísima por un profe de prácticas un año entero. Ala ya lo he dicho.– (Reveló dando un golpe a la mesa y entre risas.)
–Así que no te preocupes. Además, la divi es la divi. Pero eso no quita que estemos flipando, porque qué tienes pensado hacer...si estará casada y todo.–
No pude evitar reírme fuertemente por aquella insinuación. Adela era siempre súper graciosa. Pero al parecer estaba hablando enserio.
–Oye, oye. Que no es broma. Si te gusta de verdad tienes que hacer algo. Quién sabe lo que os depara el destino. No pierdes nada tía.–
ESTÁS LEYENDO
El amor no entiende de números
Romance¿Qué ocurriría si un día descubres que lo que entendías por amor se ve reflejado en alguien que te dobla la edad?. ¿Y si además es mujer, como tú, y algo extraño a ojos del resto?. Puede que esta historia sea el espejo que hay o ha habido frente a...