Rompecabezas.

182 27 1
                                    

Leía una y otra vez los informes sobre mi escritorio. Había algo que no encajaba, una pieza faltante, pero, ¿Qué era? O quizá deba decir quién.

Mi experiencia en el departamento de policías encubierto no era demasiada, más sin embargo era uno de los cinco mejores elementos.
Este caso dio inicio aproximadamente hace un año atrás. En otros casos esto ya habría terminado, pero por lo visto habíamos dado en el punto exacto, esto iba más allá de nuestra imaginación.
Me eh enfocado la mayor parte de mi vida en esta misión, se que puedo resolverlo, pero el tiempo parece restregarme en la cara lo contrario.
Pero no pienso darme por vencido.
Por suerte el comandante Pixis me ah autorizado seguir con mi investigación, con la condición de que sera baja mis propios riesgos, la verdad no es tan malo, me parece justo.

Durante ese año han atentado contra mi vida mas de un par de ocasiones, eso me deja claro que voy en el camino correcto. Más sin embargo por cada pista eh perdido algo valioso, y por ello no puedo permitir rendirme, no tengo derecho a hacerlo.
Fui un egoista, y no medi las consecuencias de mis actos... Y mi familia pago por ello, más que un trabajo se volvió algo personal..

» Después de un arduo turno de trabajo, por fin llegue a casa. Abrí la puerta, y deje mi chamarra en la perchera cómo de costumbre, proseguí a internarme en la cocina, ya había detectado el aroma de la deliciosa comida que seguro mi madre preparo para mi.

—Que rico huele, muero de hambre.

Anuncié mientras me acerca al comedor.
Desde el asesinato de mi padre, mi madre espera hasta mi llegada para que comamos juntos, aunque no siempre tenia la oportunidad de llegar a casa, aún así ella siempre esperaba.  Pero para mi sorpresa mi madre no estaba ahí. Solo divise los platos sobre la mesa. No pude evitar sentir un hueco en el estómago, acompañado de un punzón en el pecho.

—¡No...!

Mi mente se encargo de darme las posibles respuestas de la situación. Ninguna era alentadora.
Tome el valor necesario para salir de la cocina e ir a la habitaciones de arriba, pero justo cuándo iba a la mitad de las escaleras una voz me detuvo.

—¿A donde con tanta prisa?

Esa voz me basto para saber cuál era mi situación. Mi madre estaba en peligro.

—No piensas responder Jean.

Hablo nuevamente, no me sorprende que sepa mi nombre.

—¿Qué esperas que responda?

Por favor, ¿qué podía decir yo? Nada, dijera lo que dijera no cambiaría en absoluto la situación.

—No mates a mi madre por ejemplo.

Por su tono de voz, parecía estar disfrutando de su trabajo.
Bufo, era estúpida su respuesta, sabía que no lo haría.

—¡Dejala! ¡Te juró que pagaras si la tocas!

La situación era evidente, después de esto se desataría una pelea, y con ello se decidiría el destino de su madre y de el mismo.

—¡Agarrenlo!

Ordeno el otro hombre mientras otros dos bajaban de las escaleras para agarrarlo. Dejó que se acercaran lo suficiente y tan rapido cómo pudo saco su pistola de entre su cinturón y dio dos tiros certeros, por lo cuál ambos cuerpos cayeron de las escaleras. Inmediatamente se dio la media vuelta y disparo contra el otro pero quizá debió analizar mejor. Ambos dispararon al mismo tiempo, pero para la sorpresa del bicolor, su enemigo uso a su madre de escudó. Para cuándo se percato de ello ambos impactos habían dado en su objetivo.

¿Destino o casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora