Una semana había transcurrido desde aquel incidente. Marco se encargaba de su cuidado, estaba más que al pendiente de su paciente, pero el no era el único. El castaño de nombre Eren, venia a diario a visitarlo, y amenzarlo una vez tras otra, cosa que el tomaba con toda la tranquilidad del mundo, pese a que quizá fue descubierto.
Durante esa larga semana, Kenny, su ahora jefe, lo llamo varias ocasiones para pedir informes acerca del susodicho, accediendo a dar en detalle el pedido con un remordimiento que lo carcomía.
Pero para su suerte, o mala suerte tal vez, su paciente había reaccionado.
Un doble sentimiento se hizo presente, pues estaba de cierta forma feliz de que hubiese sobrevivido, ya que por salvarle la vida es que llegó a esa situación, pero por otra parte estaba aterrado, que estuviera vivo solo significaba una cosa, el debía matarlo.Matar a la persona que dio su vida a cambio de la suya, de un desconocido, de un cobarde.
—Buenos días— Saludó con una sonrisa por demás falsa. Monitoreo a detalle los signos vitales de su paciente quién lo miraba débilmente. —Oh no, no hagas eso. — persuadió, pues de un momento a otro este intento levantarse sin precaución alguna.
Acudió a su auxilio, impidiéndole continuar dicha acción.—Lo siento pero aún no puedes levantarte, estas delicado. — manifestó, ganandose solo una mirada de odio.
—Tsk... ¿¡Y qué mierda te hace creer que te haré caso!? — gruño el contrario. Porque el no recibiría ordenes de nadie.
—Solo es una sugerencia. — prosiguió el pecoso dedicándole también una sonrisa.
—Puf... Sugerencia. —repitió el bicolor con arrogancia.
—¡Jean! ¡Despertaste!— Un castaño de singular ojos verdes entraba a escena.
—No, estoy muerto.— repuso junto con lo que parecía más un lamento que risa.
—Maldito equino, deja de esforzarte demás que yo no pienso hacer tu puto trabajo.— replicó el oji verde mientras se acercaba al bicolor.
—Tan temprano y ya vienes con tus mierdas bastardo.
El pecoso sólo se quedo en silencio, pues no imaginaba que ese par se hablasen así.
—Fuera de mis mierdas. Me alegra que estés bien cara de caballo.— manifestó con una sonrisa. — A Pixis también le alegrara la noticia.
—A ese viejo ebrio le da igual lo que suceda conmigo.
—No digas estupideces Jean. Sabes que nos importas a todos en el cuartel.
—Eh... Disculpen, no Quiero arruinar su reencuentro pero es mejor que el paciente descanse.— sugirió el pecoso con los nervios de punta, pues ambos le miraban con receló, que casi podía sentir una gotita de sudor resbalar por su frente.
—Tú no nos das ordenes.— repitieron ambos oficiales al mismo tiempo, por consiguiente comenzaron a reír, bueno Eren, porque Jean soltaba gritos de agonía.
—Basta, pareces una yegua dando a luz.— se burlaba el castaño del contrario, causando gracia también en el pecoso que no pudo evitar reír.
—Vamos... ¿Tu también?— cuestionó indignado el bicolor al oír la armoniosa risa del pecoso, soltando un suspiro con una sonrisa. —Hace mucho que no reía.— recordó, llamando la atención de ambos.
—Es la vida que elegimos.— reprochó el castaño.
—Lo se Eren, lo se. — afirmó con un tono melancólico.
El pecoso se había quedado observando al bicolor, dejando grabada en su mente la imagen de este riendo, pues era la primera vez que lo veía feliz.
—Yegua del mal me tengo que ir, hay quienes SI TRABAJAMOS. — Continuó burlándose el castaño.
—Si, lastima que tú no seas de esos.— contraatacó el bicolor, y una sonora risa se hizo escuchar.
El bicolor sonrió ante lo que veían sus ojos, inevitablemente posó su vista sobre el pecoso, le parecía por demás lindo lo que veía, esbozando inconscientemente una sonrisa.
—Callate yegua, no ves que hasta el pecas se burla de mí.— se quejaba con berrinches.
—Lo siento no era mi intención.— de disculpó el azabache dedicándoles una sonrisa tierna, demasiado linda para el gusto de ambos.
—Bien. Bueno, me retiró. Cuida bien de la yegua, suele escaparse. — informó el castaño al mismo tiempo que le guiñaba un ojo.
Marco por su parte solo asintió con una gran sonrisa, pues por lo regular el castaño suele ser muy grosero.
—No hay de que preocuparse.
—Si yo fuera tú no diría eso. — amenazó con cierto toque de sarcasmo en su voz. — Bien... Pues anda por mi comida, muero de hambre.
—Claro, ya informé a Hans, enseguida la traen.
—Así que el mismo truco no funciona dos veces... Hum.. Interesante.
Marco sr limitó a dedicar una sonrisa, misma que comenzaba a llamar la atención del bicolor.
—Eso significa ¿que me cuidaras día y noche?
—Si.
—¿Incluso en el baño?
—Si...
El bicolor arqueo una ceja al mismo tiempo que le lanzaba una mirada acusadora.
—Pero no de esa forma, bueno si... — respondía con los nervios de punta.
—Bien ya entendí.~— respondió con un bostezo, pues pese a haber permanecido dormido su cuerpo aún estaba resentido.
Sin decir más se dejo envolver en los brazos de morfeo.
El pecoso solo sonrió, jalo un banco que estaba ahí, para después sentarse a lado de su paciente mientras revisaba unos documentos.Más sin embargo sus pensamientos se vieron interrumpidos por una imagen qie paseaba su mente. Ver al bicolor reír.
Movió la cabeza de un lado a otro. en un vano intento por despejar su mente, más solo logro lo contrario, ya que de soslayo diviso al contrario dormir tranquilamente.
De inmediato fijo su mirada sobre él, observando como su pecho subía y bajaba, también su tranquila respiración. La forma de sus ojos, lo marcada que estaban sus facciones, sobre todo en su mandíbula, haciendo lucir su rostro más alargado de lo habitual, y sus labios... Su Bien formados labios, que pese al mal estado de salud se mantenían demasiado bien, tanto que inconscientemente el azabache se relamio los labios, cayendo en si de lo que hacía.—Ah... ¿En que pienso?— musitó para si mismo mientras agitaba su cabeza negando y se levantaba del lugar.
Pasaron un par de días, y el bicolor ansiaba poder salir, más sin embargo aún no era tiempo para ello, no obstante consiguió su objetivo bajo condición.
Al principio renegó de ello, y no es qué fuera un inconsciente, sólo le parecía algo exagerado.—Hacia la izquierda. — por fin hablo, pues él pecoso no lograba abrir la puerta.
—Oh, lo siento. — de disculpó el castaño con una sonrisa nerviosa, para después abrir la puerta.
—Como sea.— replico para después entrar a la cada con ayuda de su médico, si, esa era la condición y no tuvo más remedio que aceptar.
Una vez adentro el pecoso cerro la puerta y por consiguiente emprendió su rumbo hacia la cocina para preparar la comida.Por otra parte, un azabache singular viguilaba de cerca cada movimiento de ese par. Sonrió maliciosamente.
—Todo va conforme al plan.
Pensó en voz alta para después arrancar, sin antes dejar a cargo a no más de tres de sus secuaces,
Disculpen la demora... Mr quede sin inspiración, pero mejor tarde qué nunca XD
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¿Destino o casualidad?
Fanfiction-Nunca te dejare. -¿Lo prometes? -Con mi vida. El lo había prometido, pero, me dejo, sólo, a la deriva. Un promesa es una promesa, no importa el tiempo ni el espacio. Una promesa hecha con el corazón se debe cumplir, aunque eso implique desafiar las...