Al parecer, el profesor Dumbledore habló con la señora Cole, porque cuando Tom le dijo que si podían ir al centro aceptó a la primera y no hizo preguntas.
El paseo hasta El Caldero Chorreante fue silencioso. Ambos estaban emocionados y con ganas de descubrir, aunque Tom lo disimulara. Evangeline por su parte, caminaba dando pequeños saltos.
-¿No es genial, Tom? Vamos a aprender magia en un colegio de magia. ¿Tú crees que nos dejarán quedarnos en el colegio en las vacaciones de verano y Navidad? -rompió Evangeline el silencio.
-¡Chiss! -intentó callar Tom a su hermana -Evanny, no puedes hablar de eso delante de todos estos muggles. Y no sé. Puede que nos dejen quedarnos en las vacaciones de Navidad pero creo que no en las vacaciones de verano. Ya nos informaremos.
Evangeline se quedó callada hasta que vió una vieja taberna en la que ponía El Caldero Chorreante. Evangeline sonrió y tiró de la manga de la chaqueta de su hermano.
-¡Mira, Tom! ¡El Caldero Chorreante! -exclamó, contenta de ser la primera en verlo.
Se encaminaron hacia la puerta y entraron, no sin antes comprobar que lo que había dicho el profesor Dumbledore era cierto. Los muggles no parecían ver El Caldero Chorreante en lo absoluto.
El Caldero Chorreante era un bar muy frecuentado, por los numerosos magos y brujas que había. Se acercaron a la barra donde se encontraba el joven tabernero y Tom le preguntó:
-¿Nos puede decir cómo entrar en el Callejón Diagon?
El tabernero les miró:
-¿Sois nuevos, eh?
Les indicó cómo entrar y los mellizos corrieron a la pared de ladrillos y Tom dió unos golpes a uno de los ladrillos. Todos los ladrillos empezaron a moverse hasta dejar un espacio bastante amplio para pasar. Los mellizos cruzaron antes de que el espacio se cerrase y se adentraron en el famoso Callejón Diagon.
Mientras compraban sus útiles para la escuela, se fascinaban con cada cosa mágica que veían. Vieron una tienda que vendía escobas voladoras con las que se jugaba a un deporte que, según oyeron a uno de los niños que estaban admirando las escobas, se llamaba Quidditch.
Un poco a lo lejos, viendo las escobas y hablando de Quidditch, Evangeline vió a dos amigos que parecían conocerse desde hacía algún tiempo. Uno de ellos era algo bajo y delgado, con el pelo negro despeinado y unas gafas redondas alrededor de sus ojos castaños. El otro, algo más alto con el pelo, al contrario que su amigo, muy peinado y con unos bonitos ojos grises.
Amigos. Evangeline esperaba que en ese nuevo colegio pudiese hacer amigos.
-Vamos, Evanny.
Evangeline giró la cabeza hacia su hermano y vió que éste la miraba.
-Sí. ¿Qué tenemos que comprar ahora?
Tom la sonrió.
-He guardado lo mejor para el final. Ahora toca la varita mágica.
Evangeline le dedicó una enorme sonrisa.
-¡Sí! ¡Vamos, corre! ¿Dónde es?
Evangeline siguió a su hermano por las calles llenas de magos y brujas hasta llegar a una modesta tienda en la que estaba escrito: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.».
Entraron a la tienda. Evangeline nunca había estado en una biblioteca de verdad, porque la del orfanato no se podía llamar biblioteca, pero la tienda del señor Ollivander era lo más parecido a una, salvo que en vez de libros, lo que había eran cajas y cajas llenas de varitas mágicas.
-Buenos días, muchachos. Primer año en Hogwarts, ¿cierto?
El señor Ollivander se acercó a ellos y les rodeó varias veces, examinándoles.
-¿Nombres?
-Tom y Evangeline Riddle, señor - respondió Tom.
-Ya veo. Bien. Las damas primero. ¿Con qué mano coge la varita, señorita?
-Somos los dos diestros, señor - respondió Tom en su lugar.
El señor Ollivander le miró fijamente.
-Ya. Pruebe ésta, señorita. Sauce y pelo de cola de unicornio, veinticinco centímetros, bonita y flexible. Y para usted, señor, ésta. Tejo y pluma de fénix, treinta y cinco centímetros y cuarto. Excelente para encantamientos. Agitad las varitas, por favor.
Ambos las agitaron a la vez. Chispas rojas salieron de la varita de Tom y blancas y doradas de la de Evangeline.
-¡Estupendo! Son varitas muy poderosas. Son siete galeones por varita.
Pagaron sus varitas y salieron de la tienda. Evangeline observó la varita de Tom. Tenía una forma curiosa. A Evangeline le pareció que se parecía mucho a un hueso. No le dió importancia y siguió caminando al lado de su hermano.
Pronto llegaría el 1 de septiembre e ingresarían oficialmente en el Colegio de Hogwarts de magia y hechicería.
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La hermana de Tom Riddle
Fiksi PenggemarEvangeline es una inocente niña que adora por encima de todo a su querido hermano mayor, su mellizo Tom. Aunque ambos son tan distintos como el Sol de la Luna. La joven y alegre pelirroja encontrará en Los Merodeadores unos amigos inseparables. Esta...