Los Latidos de un Sueño

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Permanezco en silencio, observando la carta en mi mano, tratando de comprender su significado. Sin embargo, el suspenso se rompe cuando escucho un grito que rompe el aire.

"¡Doctor, doctor, venga rápido por favor!" exclama la enfermera con urgencia. Quiero tranquilizarla, decirle que estoy bien, pero pronto me doy cuenta de que no puedo hablar. Una extraña sensación comienza a invadir mi cuerpo, una sensación de rompimiento y desgarro.

El doctor llega apresuradamente, exigiendo calma a la enfermera. Siento que me sostienen mientras mi cuerpo se retuerce y se parte. La voz del doctor resuena en mis oídos mientras me suministran otro calmante. Acostado en la cama, soy testigo de una conversación que no debería haber escuchado.

El doctor se pregunta qué sucede conmigo, cómo es posible que esté caminando con heridas después de administrar anestesia local. La enfermera comenta que parece ser muy importante para mí, y el doctor cuestiona si resistiré. La respuesta del doctor me desgarra: "Lo dudo, con padres como los suyos..."

Ambos se retiran de la habitación, sin saber que he escuchado cada palabra. Sus declaraciones no me sorprenden; ya sabía que mi vida era una lucha. Mi padre, demasiado ocupado, raramente en casa; mi madre, cruel y avara. Mi vida ha sido una existencia miserable durante más de 17 años, hasta que la conocí...

Su nombre es Angela Williams. Llegó a mi vecindario cuando tenía 13 años. Por aquel entonces, era un chico tímido y aburrido, sin pasión por nada. Recuerdo el día en que la vi por primera vez, sentada al borde de la colina en el camino a la escuela. Siempre me miraba y reía, una alma solitaria pero amable y risueña. Rápidamente despertó mi interés y, de alguna manera, nos convertimos en amigos inseparables.

Angela fue la primera persona en apoyarme y motivarme para ser mejor. Me mostró lo hermosa que puede ser la vida y sacó lo mejor de mí. Cambié radicalmente: mi apariencia, mi forma de hablar, incluso mi forma de pensar, gracias a ella. Pero luego...

Me enamoré. Admito que me enamoré de ella, a pesar de saber que podría nunca corresponder a mis sentimientos. Las noches eran atormentadas por el temor de perderla como amiga, de caer nuevamente en la oscura soledad. Un día, le pedí su cuaderno de matemáticas, y al encontrar su nombre y el mío dentro de un corazón, sentí una alegría abrumadora.

Esa noche, no pude dormir. Me quedé pensando en cómo había cambiado mi vida desde que la conocí, cómo ella me hizo una persona diferente. Me desvelé pensando en ella, y debido a eso, llegué tarde a la escuela al día siguiente. Aunque no me permitieron entrar al salón, decidí esperarla en el parque.

Me quedé dormido bajo un árbol, esperando que el día fuese maravilloso. Pero al despertar, mi realidad se desmoronó. Ella estaba allí, apretando mi mano con miedo. Ese día marcó el comienzo de un giro inesperado en mi vida.

Nunca imaginé que ese día, que esperaba lleno de felicidad, se convertiría en uno de los más tristes. La extraño demasiado, el dolor en mi pecho es insoportable. Quiero verla una vez más. Con estos pensamientos, me quedo dormido, abrumado por la tristeza.

Al despertar, estoy recostado en la colina donde Angela solía pasar su tiempo. De repente, una voz me llama, deteniendo y acelerando mi corazón al mismo tiempo. Angela está allí, preguntándome por mi ausencia y diciéndome que me traía el cuaderno de matemáticas que olvidé ayer.

No puedo contener mis emociones. Lloro como nunca antes, la abrazo con fuerza y le robo un beso, un beso que durante tanto tiempo anhelé. No puedo abrir los ojos, pero puedo sentir el calor de sus labios rozando los míos. En ese momento, siento que estoy en el paraíso, deseando que este sueño nunca termine.

Al Final De Las Pesadillas [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora