Vientos huracanados golpean las mejillas rojas de Bon mientras Benito cae, sus manos se entierran en la pálida arena del suelo y su silla ha caído demasiado lejos.
—¿Por qué lo has hecho?
Bon no llora sino que corre en la dirección contraria, quiere volver a su casa pero no puede dejar a Benito. Porque aunque se destrocen a sí mismos siguen siendo amigos.
—Ahora está lloviendo.
Benito no necesita mirar al cielo para comprobar lo que está diciendo, siente las frías e insensibles lágrimas reunidas en sus propias mejillas. Cuando Bon lo deja en su silla, la arena se aferra a la cálida piel rota de sus rodillas.
Ahora los tres están llorando; Benito, Bon y el cielo.
Se les caen los sentimientos.
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Nada más que nosotros
Short Story❝Llegaron hechos un huracán y arrasaron con todo el lugar❞ Créditos al respectivo creador o creadora de la ilustración.