14 septiembre, 1940

39 9 8
                                    

Septiembre 14 de 1940

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Septiembre 14 de 1940

Aquella noche no pude dormir, mi temor, ansiedad y horrores presenciados en aquel establo continuaron martirizándome durante la noche. Aun podía escuchar la voz siseante como serpiente que me hostigaba aun en mis sueños. No podía mas con aquellas pesadillas, aquel ser que sentía como me miraba silente desde la lejanía, expectante como si fuera entretenimiento para el.

Mis manos temblaban y cada sonido que escuchaba era motivo para sobresalto. No tenía control de mis nervios y aquello comenzaba a pasar factura con mi esposa.
El olor a huevos y tocino me despertó aquella mañana junto con la voz de mi esposa que me llamaba desde la cocina para avisarme que el desayuno ya estaba listo.
Descendí hasta el comedor todavía con la cabeza hecha un manojo de sentimientos.

"buenos días amor, aquí esta tu café y el periódico"

Me decía dulcemente a la vez que me extendía mi aromático café negro. Ojeé las primeras paginas del diario para ver sí algo me animaba, pero cuan equivocado estaba.

 Ojeé las primeras paginas del diario para ver sí algo me animaba, pero cuan equivocado estaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las noticias eran amargas como el café que me bebía esa mañana, nada auguraba una mejoría. El canciller Hitler continuaba arrasando con Europa y sabia que era cuestión de tiempo para que nos uniéramos a las filas de combate para apoyar a los aliados. Ya había caído Polonia y Francia, aquello no era a buen gusto y sabia que la cuenta regresiva para que los alistamientos forzados comenzara ya estaba en curso.
Por suerte ya mis días de soldado habían acabado junto con la primera guerra mundial, ya era considerado muy viejo para aquello.
Pero me daba pena pensar que el joven Ruben Rivera tendría que apoyar las tropas aliadas, aun cuando nadie decía nada era un secreto que todos conocían.
El frío se comenzaba a sentir para esta época y las hojas comenzaban a cambiar de color. Sentía que todo lo que me esperaba era un cuadro tan frío y triste como el invierno inclemente que se aproximaba y que cierto era ese presentimiento.
Bese la frente de mi amada esposa al terminar mi café y desayunó y subí a nuestra recamara para tomar mi abrigo de piel, pero no lo encontré.
"amor, mi abrigo"
Le grite a mi esposa mientras rebuscaba en el perchero.

Enciende La Luz "El Diario"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora