#3 Caminos Inesperados

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Maldito el destino, y la vida que nos volvió a juntar en este despacho, y ahí estaba yo parado como un idiota sin decir ni media palabra, estaba claro que verla me había impactado, pero hasta el punto de dejarme mudo.

      - Buenas tardes Renata – fue lo único que pude articular - ¿Para qué me necesitaba Tío? – pregunte volviendo a mi modo profesional, porque ya parecía un estúpido niño.

      - Hijo, es un tema bastante complicado y serio – me dijo indicándome que me sentara en el sofá cercano.

      - Papá. – hablo ella – Me podrías dejar hablar sola con Thiago.

      - Claro nena. – se puso de pie – Estaremos fuera

Cuando vi a mi padre y a Gabriel salir del despacho, mis nervios se volvieron a mil, ahora venían los reclamos, claro esta si es que me había reconocido.

Pasaron un par de minutos antes de que ella tomara asiento a mi lado en el sofá y comenzara a hablar

      - ¿Cómo estas? – me pregunto pareciendo calmada

      - Bien – le conteste en seco.

      - Thiago yo… -

      - No. – le corte - ¿Qué es lo que necesitabas hablar conmigo a solas?

      - ¿Por qué no me dijiste tu verdadero nombre  aquella noche? –

      - Eso ya no importa – me rasque la cabeza, ¡Mierda! Ella aun se acordaba de aquella noche, no tal solo era yo. – Eso paso hace años, yo era un adolescente y tu bueno tampoco me dijiste el tuyo. Y ahora estas casada. ¿Qué mas da lo que sucedió?

      - Es verdad. – agacho la cabeza – Thiago esto aun mas complicado sabiendo que tendré que contarte muchas cosas

      - Renata yo no soy tu amigo para que me cuentes tus cosas. –

      - Necesito que tramites mi divorcio. – me quede con la boca abierta ante sus palabras, ella había decidido eso antes o después de haberme visto – Necesito que me ayudes

      - ¿Divorcio? – dije aun incrédulo en sus palabras

      - Si. Yo no puedo seguir con ese hombre – comenzó a llorar – mato a mi hija – escondió su cabeza entre sus piernas y lloraba aun mas fuerte.

Mi primera reacción fue quedarme en mi lugar, pero algo en mi me llevo a tomarla por los brazos y acunarla en mi pecho, se sentía tan bien tenerla en ese lugar. Fueron años los que anhele volver a verla, volver a hacerle el amor y ahora… Y ahora la tenia en mis brazos, pero todo era distinto ya no era un niño. Mi teléfono comenzó a vibrar dentro del bolsillo de mi pantalón, lo ignore. Solo me preocupaba ella y la manera en la cual lloraba me hacia darme cuenta que nada bueno estaba pasando.

Lloro por mas de media hora tal vez, o un poco mas de tiempo en el que me mantuve en completo silencio de vez en cuando le hacia algún cariño el pelo. Nadie toco la puerta durante ese tiempo, nada interrumpía su llanto y este tampoco cesaba.

      - Perdón – fue lo primero que hizo cuando se encontró mejor. – Yo debería irme

      - ¿Por qué? Renata necesitas mi ayuda, para eso me hicieron venir. ¿Qué es lo que pasa? –

      - Necesito que me divorcies lo antes posible. – Se puso de pie y comenzó a caminar por la oficina – No puedo seguir casada con ese hombre –

      - Este bien. Si eso es lo que quiere. – Me pare y me fui hacia ella. La tome por las manos y la lleve nuevamente al sillón – Necesito él porque

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