𝐏𝐑𝐎𝐏𝐄𝐑𝐓𝐘 ▮₊̇ ° MIKAYUU

➤ O6

C a p í t u l o O6
resubido

El fresco viento de la tarde mecía sus rebeldes cabellos azabache, ocasionando que algunos obstruyeran ligeramente su campo de visión. No es que le importara, de todos modos no estaba caminando. Se encontraba sentado en un escombro de concreto que alguna vez fue parte de la estructura de lo que en la fecha era la sede del Escuadrón Demonio Lunar. Sus orbes verde esmeralda escrutaban el cielo, como si entre las nubes del arrebol pudiera encontrar la respuesta a las preguntas que él mismo se hacía.

Pero ni siquiera el apacible ambiente que generaba el crepúsculo podía tranquilizar su inquieta corriente de pensamiento, que inusualmente, no le dejaba en paz.

Sabía que no debía darle demasiada importancia al dichoso asunto del vampiro, pero su conciencia no estaba tranquila, y seguramente no lo estaría hasta saber que aquél chupasangre estuviera muerto en lugar de encerrado.

Así había pasado los últimos tres días. Días en los que había evitado a Guren y a los demás por completo, alegando desde el interior de su recámara cuando alguien lo buscaba que no se sentía en condiciones de ir a alguna misión.

Era patético, pensaba, incluso resultaba ligeramente ilógico que un miembro perteneciente a la fuerza de aniquilación de vampiros tuviera conflictos consigo mismo por la captura de uno. Pero no podía hacer nada al respecto. Debía concientizarse con la idea de que no sería la última vez que algo como eso ocurriera, y que más temprano que tarde tendría que cruzar esa puerta y enfrentar las crudas miradas de Guren por su infantil comportamiento.

— ¿Yuu?

Esa voz le hizo dar un respingo. No se movió, ni siquiera le miró. Pero por el sonido de los pasos acercándose, no le sorprendió el que el muchacho se sentara junto a él.

— Así que al fin te atreviste a salir de tu cuarto -casi se burló Kimizuki, estirándose como si apenas hubiera despertado—. Dime, ¿de qué estabas enfermo? ¿Cobardía?

Su ceja izquierda tembló y miró con euforia al pelirosa. Pese a la poca distancia que los separaba, no le importó el gritar.

— ¡No soy ningún cobarde, Kimizuki idiota! —bramó con rabia, y en el fondo, tranquilidad al saber que el de anteojos lo trataba con normalidad—. No me sentía bien, es todo.

Kimizuki soltó una pequeña risa que apenas consiguió hacer su cuerpo temblar ligeramente. Luego, le miró con una sonrisa algo arrogante.

— Eres un pésimo mentiroso, ¿lo sabías?

— No sé de qué estás hablando —se apresuró a responder, con toda la naturalidad que fue capaz de aparentar—. Estoy siendo honesto.

Cuando sintió los ojos ajenos examinarlo, Yuu se aseguró de relajar cada una de sus facciones, mordiendo ligeramente el interior de su mejilla.

— No esta vez —repuso Shihō, alzando una ceja—. Escucha, Shinoa realmente está preocupada por lo que pasó. Aunque no quiere demostrarlo, se nota cuando hablamos de tu repentino y conveniente malestar.

Un suspiro abandonó los labios de Yūichirō ante aquello, sabía que no era culpa de Shinoa lo sucedido, pero una parte de él hubiera querido enterarse antes del verdadero objetivo de la misión que lo mantenía pensativo.