C a p í t u l o O7
resubido.El ambiente se sentía húmedo contra su rostro. Yūichirō se movía a través del lúgubre pasillo casi a ciegas a causa de la notoria falta de iluminación. Asumió que debieron bloquear todos los posibles accesos de luz solar al sitio para evitar que los vampiros decidieran cometer algún acto de suicidio de aquella índole.
El sitio era completamente desconocido para él, y la estructura le resultaba diferente a los patrones que solían tener los demás sectores de los edificios del ejército. Lo único de lo que estaba seguro era de que a sus costados habían un par de celdas individuales; en algunas de ellas pudo identificar vampiros moribundos, al borde de su tan ansiada muerte. Su estómago se revolvió en cuanto, tras apenas notar su presencia, todos los chupasangre que aún conservaban la fuerza suficiente para moverse se lanzaban hacia los barrotes instintivamente, estirando sus brazos repletos de heridas a través de los espacios entre los barrotes en un amago intento por alcanzar alguna de las prendas del azabache, mientras le gritaban que les diera de su sangre.
Yuu ignoró completamente sus desgarradores gritos, sorprendiéndose ante la cantidad de rehenes que se encontraban allí, algunos parecían llevar bastante tiempo encerrados, ¿Por qué no les mataban aún?Se aseguró de echar un corto vistazo hacia cada celda a medida que avanzaba, en búsqueda de aquella particular cabellera rubia, que era la única característica del aspecto del vampiro que recordaba con claridad. Su ceño se fruncía a medida que incluso tras avanzar una cantidad considerable de celdas aún no se topaba con aquel particular individuo. Hasta el punto en que sus pies lo llevaron a un sector de aquella "prisión" en el que las celdas estaban vacías y el sitio parecía desolado en su totalidad.
Un pesado suspiro abandonó su cuerpo, resonando contra las húmedas paredes de concreto deteriorado a sus alrededores. Había llegado a un punto en que las celdas se encontraban completamente vacías, en una especie de callejón sin salida dentro de aquél lugar.
Pero, ¿Por qué aún no hallaba rastro del chupasangre que buscaba? Se suponía que estaría allí. ¿O podría ser que en realidad sí le habían asesinado de todos modos? Aquella idea sería mucho más tranquilizadora, y su consciencia estaría en paz tras saberlo. Pero no estaría seguro de que ese fuera el caso hasta que se le informase del asesinato.
Yūichirō dejó su cabeza caer hacia adelante, sus puños se cerraron con impotencia. Había llegado hasta un punto sin retorno, y aún así no había conseguido nada en lo absoluto. Después de todo, quizá sí debió de haber escuchado a Kimizuki.
Resignado a la derrota, giró sobre sus talones y metió ambas manos dentro de los bolsillos de su pantalón antes de disponerse a dar un par de desganados pasos rumbo a la salida.
— ¿Qué haces aquí?
Una rasposa y grave voz atrajo su atención, deteniendo su andar. A diferencia de las voces del resto de los vampiros, esta en particular no denotaba ninguna clase de desesperación o euforia. Incluso pensó que había sido descubierto por los guardias, pero descartó aquella posibilidad al instante. Tras recordar que contaba con Hīragi Shinoa respaldándole, seguramente nadie osaría a ponerle un solo dedo encima.
Su rostro volteó hacia la dirección de la que creyó que provenía aquella voz, topándose con una celda particularmente oscura debido a su posición en una esquina. A diferencia de las demás, los barrotes de esta estaban completamente cubiertos por talismanes. Sus pies se movieron por cuenta propia en dirección a aquella celda, y se inclinó con intención de leer el contenido de cada uno de los trozos de papel, en un amago por suponer que clase de hechizo poseían. Sin embargo, como debió sospechar con antelación, sus patéticas y prácticamente nulas habilidades de lenguaje le impidieron completamente siquiera comprender qué kanjis poseían los talismanes.
Se maldijo a sí mismo en voz baja, recordando todas aquellas veces en las que huyó de Guren mientras este intentaba enseñarle a usar aquellos «papeles embrujados», como él solía decirles durante su infancia.
— Si los tocas, quedarás hecho cenizas —le advirtió la misma voz de hace un momento. Aquello le hizo recapacitar. Parpadeó un par de veces para regresar a la realidad y se irguió nuevamente, con su vista fija en aquella profunda oscuridad de la que provenía la voz—. O quién sabe, después de todo no es una trampa que tenga el propósito de lastimar a los de tu clase.
— ¿«A los de mi clase»? —Yūichirō interpeló, escrutando con su mirada tanto como podía aquella celda, intentando discernir alguna silueta entre las sombras.
— Humanos.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Aquella simple palabra había sido escupida con tanta ira, que el odio que cargaba caló sus huesos por un instante, golpeando lo profundo de su alma.
« Yuu, salgamos de aquí. »
— Solo nos defendemos. Ustedes comenzaron todo esto —espetó en respuesta el azabache, ignorando los susurros de Asuramaru.
— ¿Todo esto luce como mera «defensa» a tu parecer?
Su ceño se frunció inconscientemente y ambas manos a sus costados se cerraron en puños impotentes. El vampiro tenía un punto.
— Los vampiros secuestran niños y los convierten en ganado. No quieras darnos una clase de moral siendo parte de algo así —refutó, apretando su mandíbula tras finalizar su oración.
— Entonces somos iguales. Humanos y vampiros; ambas razas condenadas y despreciables —obtuvo como respuesta. Al igual que las veces anteriores, la voz oculta tras la profunda oscuridad aún permanecía estoica y tan calmada que le hacía pensar que no le importaba en lo absoluto lo que él contestaba.
— No intentes tergiversar la situación para hacerlo parecer como si no fueran malos.
Unos segundos de mutismo se instalaron en su conversación tras su última respuesta. Y, cuando estuvo a punto de alzar la voz nuevamente, una risa amarga con claras entonaciones sarcásticas le hicieron dar un respingo.
— Me sorprende que sepas lo que esa palabra significa, hace unos minutos no parecías siquiera poder leer esos talismanes.
— ¡Tú-!
Sus dientes se apretaron aún más antes de que pudiera finalizar su oración. Un ligero rubor se instaló en sus pómulos debido a su avergonzamiento. Tal parecía ser que el vampiro, desde la penumbra de su escondite entre las sombras podía observarle con total claridad, irónicamente.
De pronto, la realidad cayó nuevamente sobre él como un balde de agua fría. Seguía dentro de una prisión, y la persona con la que se comunicaba podría ser bien un vampiro a la espera del momento exacto para probar un par de litros de su sangre. Y aquél único pensamiento le hizo dar un paso hacia atrás, relajando sus expresiones nuevamente. Debía dejarse de juegos. No podía ir por allí entablando conversaciones con prisioneros con los que no tenía relación alguna. Mucho peor, un vampiro capturado entre todas las clases. Si alguien se enteraba podrían atribuirle cargos por traición.
Alzó una de sus manos para acomodar el cuello de su uniforme, sintiendo como la profunda mirada oculta en la oscuridad seguía cada uno de sus movimientos. No le prestó importancia esta vez. Fuera lo que fuera que ese vampiro hiciese, no era de su incumbencia. Después de todo, él tan solo había ido a ese sitio con intenciones de asesinar a aquel vampiro de cabellos rubios, el resto de los prisioneros eran un tema que discutiría con Guren más tarde.
Un resoplido abandonó sus labios.
— Suenas en mucho mejor estado que el resto de los que están aquí. Procura seguir brindando información útil al Ejército, chupasangre.
Y, desconociéndose a sí mismo por un instante tras murmurar esas palabras, decidió abandonar el sitio sin esperar respuesta alguna por parte del ser nocturno.
Mientras caminaba por aquél ruidoso pasillo de gritos desesperados una vez más, se sorprendió al notar lo lejanas que todas las voces sonaron, pues en su mente solo se alojaba una particularmente ruidosa y preocupante interrogante.
¿Qué diablos iba a decirle a Shinoa ahora?
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𝐏𝐑𝐎𝐏𝐄𝐑𝐓𝐘 ▮₊̇ ° MIKAYUU
Fanfiction❝ ─ Eres de mi propiedad, Yūichirō. Cada vez que le proveía de su sangre sentía que esa frase era cierta, pero cuando se alejaba y veía las cadenas en las muñecas del rubio se preguntaba, ¿quién era propiedad de quién, realmente? ❞ ➤ Los personajes...