Caminaba entre los cuadros del pasillo pero no los observaba. Tan sólo pensaba en cómo podría recuperar el cincel que ese chico se había metido en sus calzoncillos para poder marcharse de la fiesta. Odiaba el ajetreo y sobre todo... ansiaba perder de vista a Natsu Dragneel. Tantas crías locas por conocerle y él sólo quería marcharse de su lado. Pensar que una vez fue como ellas le daba repelús. Había sido un idiota completo al dejarse embaucar por un farsante y egoísta como él.
- Así que odias a los músicos – escuchó a Natsu a su espalda.
- Digamos que no son mis profesionales favoritos en el mundo laboral.
Natsu no indagó más en el asunto hasta que llegaron al gran jardín de la zona de atrás del museo. Aquel lugar estaba en completo silencio, nadie andaba por allí y eso pareció relajar a Gray. Natsu sonrió al notar que ese chico y genio de las esculturas de hielo odiaba codearse con los famosos y prefería la soledad a ser acosado por la gente.
- No eres como el resto de los artistas que conozco – dijo Natsu.
- ¿Cómo debería de ser? – preguntó Gray extrañado.
- No sé... diferente. Opuesto a lo que eres – le remarcó.
- Oh... quieres decir que deberían gustarme las fiestas, con afición a emborracharme o drogarme, de buscar experiencias nuevas y peligrosas y debería dejarme influenciar por los artistas de pacotilla que piensan ser famosos y populares por romper de vez en cuando las normas – sonrió Gray.
- Algo así – sonrió Natsu – aunque yo nunca me he drogado.
- Y ya es mucho para un rockero – comentó Gray evitando más ese tema.
- No te voy a discutir que de adolescente hice muchas tonterías, no me dejé influenciar precisamente por unos buenos famosos. Quizá sí tenías razón cuando decías que no te gustan mucho los músicos, era cierto que no fui para nada una buena persona.
- Vaya... alguien que lo reconoce.
- Me gustaban las fiestas, beber, estar con los miembros de mi grupo, me dejé influenciar por las discográficas, la publicidad, la fama hizo muchos estragos en mí y no estoy orgulloso de algunas cosas que hice. Hace unos años... decidí cambiar mi sistema de vida.
- Bien por ti, pero eso no arreglará el daño que ya causaste – dijo Gray acercándose hacia la gran fuente y observando como el agua caía.
Natsu se acercó también hacia la fuente y la observó. Veía la estatua de ese pequeño ángel con su arco, tirando el chorro de agua por la boca y sonrió sin más captando la atención de Gray.
- Tienes razón... no puedo arreglar el daño que hice y lo peor... es que ni siquiera recuerdo a las personas a las que dañé – confesó Natsu – pero sí recuerdo tres casos pese a no poder ponerle cara ni nombre. Uno de ellos... sé que jugué con un chiquillo, tenía novio pero me dio igual. Le rompí el corazón, destrocé su noviazgo y además... acabé acostándome luego también con su hermano – dijo Natsu casi avergonzado de aquello – y lo peor es que en aquel momento no me daba cuenta en qué clase de persona me estaba convirtiendo.
- No fue nada ético – le remarcó Gray.
- Lo sé. Me disculparía con ellos pero... como te he dicho, no los recuerdo. A una chica que era muy fan mía, también me la tiré. Cuando dijo que tenía algo conmigo, lo desmentí, fue tratada de mentirosa, todo el instituto se volvió en su contra y finalmente... se mudó de ciudad – aclaró Natsu – imagino que para encontrar una vida mejor. Y el último caso que también se me aparece en sueños... fue un chico al que le quité su primera vez sin importarme nada.
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El precio de la fama (Fairy Tail: Natsu-Gray-Natsu)
Fiksi PenggemarSe sintió importante y él ni siquiera recordaría su nombre. Con el corazón destrozado y cerrado al amor, decidió convertirlo en hielo. Su talento como escultor lo llevó a la fama pero toda fama... tiene un precio. ¡Allí su infierno regresó! Pero su...