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Muchas gracias a todos los que leéis mi historia y, sobre todo, a los que me habéis dejado vuestro comentario: Snape_es_mi_pastor, BoxPandora, mabel-chan13, Gappss, miushinoshmi, Persefone90, Grody10, xcUnicorxc, loremar96, DesiRaiden, karenschmidt148553 y pinetree94.

Aquí os dejo el nuevo capítulo. Espero que os guste.

OoOoO

Capítulo 6

Durante un par de días todo pareció ir bien. Aunque Harry había temido la reacción de Malfoy, el chico no daba muestras de sospechar de él. De hecho, desde que el capitán habló con el rubio, Draco se veía inusualmente apagado, caminaba arrastrando los pies como un alma en pena, apenas hablaba y ni siquiera se interesaba por fastidiar al joven noble.

La situación parecía tan calmada, que Harry llegó a confiar en que se había librado del problema. Incluso pensaba que quizá fuera lo mejor que podía haber hecho, dado que ya no tenía que sufrir el acoso del joven pirata; pero, inesperadamente, al tercer día, todo cambió.

De repente, Harry escuchó un pequeño tumulto proveniente de babor y se dirigió al grupo de hombres que había allí congregados para ver lo que ocurría. Draco estaba subido a la pasarela por la que en su día lanzaron a los tiburones al soldado Pettigrew. En las manos llevaba el pesado yunque de hierro en el que los piratas afilaban sus espadas y puñales, y miraba al agua con rostro totalmente inexpresivo.

Lucius bajó corriendo las escaleras del castillo de popa y le gritó, con un deje aterrorizado en la voz, que bajase de ahí, mientras el capitán le ordenaba que se dejara de chiquilladas y regresara a su puesto. Pero el chico no parecía escuchar a nadie.

Lucius se agarró a uno de los cabos para subir a la pasarela, pero todavía no había puesto el pie en el tablón de madera cuando Draco se giró hacia él y lo detuvo con una simple frase:

—Si subes, saltaré.

El hombre se quedó congelado en el sitio y un escalofrío recorrió la espalda de Harry. Aquello era culpa suya, y lo sabía. Miró a los ojos del joven rubio: estaban tan vacíos como si un demonio le hubiera robado el alma.

—Hijo, esto es una locura... —dijo Lucius, en tono suplicante—. Por favor, vuelve a cubierta. No lo hagas. Sea lo que sea lo que te preocupa, podemos solucionarlo.

—No entiendes nada —dijo el muchacho, los ojos vacíos observando a su padre desapasionadamente.

Volvió a girarse hacia el agua y entonces a Harry se le ocurrió la única cosa que creía que podría hacerlo desistir.

—¡Malfoy! Se lo dije yo. —El chico se giró hacia su voz con los párpados entrecerrados—. Es culpa mía. Fui yo quién se lo dijo al capitán. Lo hice sin pensar, no esperaba que él fuera a decirte nada.

La comprensión se hizo en los ojos del rubio, cuya expresión cambió de derrotada a colérica en cuestión de un segundo.

—¡Tú!

Con inesperada rapidez, se bajó de la pasarela, dejó caer el yunque y se abalanzó contra Harry, agarrándolo del cuello y tirándolo al suelo, desde donde intentó con todas sus fuerzas estrangularlo con sus propias manos.

Lucius se agachó de inmediato para intentar separar a su hijo del noble, pero Draco tenía muy bien sujeta a su presa y no parecía dispuesto a soltarla.

Harry se estaba quedando lívido, por más que luchaba para librarse de aquellas manos, el rubio ejercía una presión casi inhumana sobre él y no había nada que pudiera hacer. Le faltaba el aire y empezaba a ver marcas oscuras delante de los ojos. Intentó propinarle una patada en la entrepierna, pero no consiguió darle el suficiente impulso y el otro ni siquiera se inmutó.

El príncipe de los maresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora