A la mañana cuando nos despertamos, el se sentó en la cama y yo hice lo mismo, estaba demasiado tímida como para decirle los "buenos días". Así que permanecí en silencio durante un instante hasta que el me hablo y me abrazo, en ese momento sentí que no estaba sola, que en todo este tiempo era lo que estaba buscando, ese abrazo tan cálido, tan acogedor, sus brazos rodearon mi espalda y su barbilla la posó en mi hombro, quedamos cara con cara, fue especial, único.
No os podéis imaginar lo que sentía en ese momento, era un cosquilleo tan...no sabría cómo expresarme, seguro que en algún momento vosotros habéis sentido lo que sentí en ese instante.
Donde no importaba donde estuviéramos ni en las condiciones que fueran, mientras estuviera el nada importaba. Y en apenas dos días me hizo sentir la mujer más feliz del mundo.
Llego la hora de irme, no quería despedirme y mucho menos separarme de él, aunque no habláramos por mi timidez era tan perfecto...igual que los cuentos infantiles donde la princesa besa al príncipe cuando dan las campanadas ...la misma vibración sentí cuando me besó, cuando me dijo adiós.
Subí al autobús y vi cómo se marchaba, como con el se llevaba un pedazo de mi...