2.1. Misa.

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Dicen que alguien ya vino y se fue, dicen qué pasa las noches llorando por él...

Mi mama había elegido la música una vez más y toda la casa se sentía en Navidad. Mi hermano está recostado en el sofá, mi hermana teclea con rapidez su celular para desearle a todos sus amigos una feliz navidad, mamá y papá se besan como la pareja feliz que son, y yo, yo observo todo. No podría sentirme más vacía que ahora viendo a mi familia y no sentirme parte de ella. Daría todo lo que tengo con tal de no sentirme fuera de lugar.

Camino por el parque de la colonia, es domingo, lo que significa que toda la familia va a misa. Mi familia no es muy religiosa, sin embargo, no hay domingo que no vengamos a misa. Yo siempre busco excusas para no asistir pero hoy sentí la necesidad de acompañarlos.

Supongo que diosito me premio por mi visita porque estaba viendo al niño más lindo que haya visto en mis años de existencia, el canta fuertemente en la terraza del coro mientras toca la guitarra. Por un segundo pienso que él me mira, siento mis mejillas arder y sonrío. Él sonríe. Debo venir a misa más seguido para ver al chico del coro.

Mi imaginación esta a todo lo que da y no tiene límites. Cada día sueño cosas más extrañas. Esto tal vez es una señal de que es tiempo de ir a misa porque estoy segura que me encuentro a dos pecados de ir al infierno. Me pregunto a qué círculo del infierno me pondría Dante Alighieri. Estoy entre el de la gula y la lujuria. Pecados, pecados y más pecados. Vale, que no sea mi culpa vivir en un mundo en el que es tan fácil pecar, hasta una serpiente puede incitarte a cometer pecados y no puedes negarte. Ya fui engatusada por mi serpiente particular. Aaron es su nombre y empiezo a pagar las consecuencias de comerme la manzana.

"¿Tienes una idea de la estupidez que has hecho Lizabeth?". Mi mejor amiga suena furiosa y mueve las manos como si quisiera matar a un gatito. Yo soy el gatito. "No, es seguro eso, te fue fácil irte y no entrar a las clases. Podrías ser un poco más responsable y preocuparte por tu vida":

Quiero gritarle que se calle pero continuo escuchando cada palabra que me dice, porque es mi mejor amiga y no es insoportable sin razón. Alena siempre se preocupa por mí y tiene este problema de creerse la madre y cupido de todos. Dani y yo solemos burlamos de ella diciendo que sus hijos la odiaran tanto por lo sobreprotectora que es. Solo hay una forma de silenciar sus reproches y uso esa carta a mi favor.

"Estaba con Aaron".

Alena se queda a media palabra y me mira desorbitadamente. No parece creer mis palabras y temo por su salud mental. Me asusto más cuando suelta un grito que se debe escuchar hasta mi casa. Mi amiga cupido debe de estar impactada y parece estar perdonando mis faltas escolares. Me abraza y besa mis mejillas. Esto debe verse muy raro.

"Ale, no es para tanto". Digo para que pare su drama.

"¿Qué no es para tanto?". Chilla. "Estás a un paso de superar a Daniel".

"Ya supere a Daniel". Refuto al instante.

"Como digas". Mira para todos lados como si no quisiera que alguien llegue de la nada. "Tenemos poco tiempo para que me cuentes qué sucedió en su inesperada cita".

"No fue una cita":

"Me niego a debatir eso, ambas sabemos que fue y no puedes negarlo". Toma mi mano y casi corriendo me lleva sentar a una de las bancas de cemento del jardín. Suspiro. No quiero relatar mi mañana con Aaron pero tengo que. Ale es mi mejor amiga y merece saber que sucedió en mi pseudo cita. "Habla antes de que Daniel venga a montar su escena de macho alfa". Abro la boca para empezar cuando en su rostro aparece una expresión de compresión. "Dani te vio irte con Aaron ¿verdad?". Alena lo sabe pero aun así confirmo su duda. "Todo tiene sentido ahora, estuvo de mal humor lo que resta del día, debe estar celoso y lo merece, perdió su chance".

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