Capítulo 5

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Las palabras de Paul me causan escalofríos sin que pueda evitarlo, mientras que la sonrisa traviesa en sus labios y la chispa de malicia en sus ojos sólo aumentan la sensación de miedo que comienza a invadirme.

—No tienes por qué temer, Johnny. Yo no muerdo —hizo una pausa, como si lo pensara mejor, y agregó —. Bueno, tal vez un poco...pero te gustará.

—P-paul...

—¿Si?—pregunta antes de comenzar a besar mi cuello. Sus labios están calientes.

—Yo nunca...nunca...

—No estamos jugando a eso ahora, Johnny. Aunque puedo usarlo para otra ocasión si quieres —siento que sonríe, aunque no puedo verlo. Un segundo después, sus dientes comienzan a hincarse en mi piel una y otra vez, jalando levemente ésta. Sé cuál es su propósito, pues yo he hecho lo mismo con Stuart tiempo atrás, pero nunca me lo habían hecho a mí. Duele un poco, pero no puedo evitar suspirar.

—De-deberíamos ir al cuarto —susurro, ya consciente de que no hay forma de evitar esto y aceptando que mi "segunda" virginidad será sustraída inminentemente. Paul asiente, toma mi mano, y rápidamente salimos de la biblioteca. Una vez en el cuarto, me acuesta en la cama sin delicadeza y comienza a desabrochar su corbata y camisa. Tiene un abdomen cuidado, mas no musculoso; aunque no es que eso me moleste en absoluto, pues no es algo que busque en un hombre; posee mucho vello y piel pálida. Paul sonríe al notar que admiro su cuerpo, pero no dice nada y prosigue a quitar mi ropa. Trato de ayudarlo, pero mis manos tiemblan por los nervios; ya que, aunque no es la primera vez que hago esto, nunca había sido de éste modo.

Mi comprador se pone a horcajadas mío y prosigue a desnudarme lentamente, analizando mi cuerpo a medida que lo descubre. Pasa sus labios por mi clavícula y luego a mi pecho, dando ocasionales lamidas al mismo.

—¿Por qué tan tenso, Johnny?—susurra. Puedo sentir su erección en mi pierna y es incómodo —Relájate —dice, y comienza a besar mi pezón izquierdo, lo que causa que gima y mi respiración se agite. Paul toma mi pezón entre sus dientes y lo jala, a lo que suelto una maldición por lo bajo y él ríe. Repite la acción con el otro pezón, obligándome a suspirar y jadear.

Una vez que ambos quedamos en ropa interior, Paul hace un movimiento rápido, cambiando de posición y ahora quedando debajo de mí. No pronuncia palabra, pero su mirada lo dice todo: quiere que le cause placer a como dé lugar. Trago saliva, pensando qué hacer, pero el hombre toma mi mano y la dirige a su prominente erección antes de poder tomar una decisión. Muerde su labio cuando comienzo a acariciarlo lentamente sobre el bóxer, que se encuentra algo pegajoso.

—Ah, John —murmura cuando mi mano se cola dentro de su última prenda y lo acaricia un poco más rápido. Cierra los ojos, extasiado, y es entonces cuando un único pensamiento aflora en mi mente:

Huye.

Me levanto de un salto y salgo corriendo del cuarto, sin pensar en nada más que escapar. Oigo a Paul gritar desde su cuarto, por lo que bajo las escaleras aún más rápido, trastabillando en el último escalón. Pero no me dejo caer, sino que continúo corriendo y en cuanto menos lo espero, cruzo la puerta y estoy afuera.

Pero no puedo disfrutar mi libertad, tengo que seguir. No reconozco las calles a mi alrededor, sólo tomo un camino al azar y lo sigo, comenzando pronto a agitarme; mi estado físico no es el mejor. Pero sigo, sigo sin importar nada. Necesito escapar.

La gente me mira raro, creo que  no es normal ver un chico correr en ropa interior por la calle, pero no importa. Después de lo que parece una eternidad, llego a un bar y entro. Me siento en la barra, tratando de regular mi respiración.

—Oye, no puedes estar así aquí. Es indecente —me dice un hombre a mi lado al reparar en mi casi desnudez.

—Tiene que ayudarme, por favor —susurro.

—¿Ayudarte? ¿Por qué?

—Me tienen secuestrado.

El hombre miró a todos lados y luego a mí de nuevo.

—¿Secuestrado en un bar? Ya quisiera yo —rió y dio un trago a su bebida.

—No, me secuestró un tipo pero pude escapar. Se llama Paul McCartney, está loco ¡tienes que ayudarme!

—Vale, vale. Primero cálmate, no hagas tanto escándalo. Segundo, iremos a la estación de policía a hacer la denuncia ¿te parece?

—Claro, gracias.

—Sólo déjame terminar mi martini.

—Vale.

Nos sumimos en un silencio incómodo, él saca su teléfono y comienza a escribir algo. Yo juego con una servilleta. Finalmente, después de unos diez minutos, termina su trago, lo paga, guarda su teléfono y se levanta. Ambos salimos y caminamos un par de calles antes de detenernos frente a un lujoso auto deportivo.

—Sube, te llevaré a la estación.

Yo hago caso y abro la puerta trasera, pero grande es mi sorpresa al notar que hay un chico de unos diecisiete o dieciséis años ahí. Tiene una pequeña corona de diamantes en la cabeza, un top blanco y una falda rosa pastel. Es algo raro, o sea, siempre pensé que cada quien puede hacer lo que quiera con su cuerpo, pero nunca vi algo así.

—Daddy ¿quién es él?—pregunta, con una voz aniñada.

—Sólo un chico que necesita ayuda, pequeño —contesta el hombre, para luego rodear el auto y sentarse en el asiento del piloto, mientras yo me siento junto al extraño chico y cierro la puerta.

—¿Puedo jugar con él?

—No, de ninguna manera.

El chico hace un pequeño puchero, y se ve adorable. Sin embargo, su aspecto me sigue perturbando un poco.

El auto comienza a andar a gran velocidad, y me relajo un poco al saber que todo se ha acabado. Mimi estará feliz de verme.

La máquin frena luego de un rato. El hombre que conduce se quita el cinturón y dice:

—Cariño, despídete del chico.

Y, fugazmente, recibo un beso en la mejilla, seguido de una sonrisa tímida por parte del extraño sujeto. Le dedico una sonrisa nerviosa y salgo del auto, a la vez que el conductor hace lo mismo.

—Gracias por traerme aquí, en serio —digo sinceramente, pero él no replica nada. Entonces siento algo torcer mis brazos hacia atrás y esposas en mis muñecas —¡¿Qué demonios!?

—No debiste escapar así. Un buen baby no hace eso.

Esa voz...¡No puede ser!

—Gracias por traerlo, Richard.

—Ni lo menciones, Paulie. Debes cuidar mejor a tu baby, tienes suerte de que se haya cruzado conmigo y no con un policía.

—No volverá a pasar.

—Eso espero, sé que pagaste mucho por él. Tengo algunos instrumentos de adiestramiento, te los puedo prestar si quieres.

—No creo que sea necesario, pero te diré si lo fuera. De nuevo, gracias.

—De nada.

—¡Suerte con George!

Y así, Richard sube a su auto y desaparece, mientras Paul me lleva a rastras al interior de su casa, acabando así con mi efímera libertad.

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Hace rato lo subí sin querer, perdón jsjsj

A veces me odio por escribir cosas así, pero no los quería hacer coger todavía :'v

Daddy's Boy [McLennon] #BeatleYaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora