ESE FRIO

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[Seguimos con los relatos turbios de colectivo. Ojalá poder escribir un cuento de verdad, pero hace mucho que no tengo tiempo (y no voy a mentir, tampoco se lo doy). Escrito en un cuaderno de dibujos, con lápiz y letra inclinada]El espejo le recordó que hace mucho no escribía una historia. Lo notó en las ojeras debajo de sus ojos y en el temblor inconstante de su mano derecha. Cuando pensó, se dio cuenta que las palabras se le habían enredado y mil vidas se contorsionan en un baile macabro y circular. Se sentía como si hubiese dejado un plato sucio al sol, y el olor de este la descomponía. Con movimientos igual de imprecisos tomó el cuaderno — a medio llenar, con cuentos medio desarrollados, con personajes medio vivos, en desesperación— , y se sentó en el suelo. Acercó mucho los ojos a una hoja vacía y amarillenta, dejando espacio para que la lapicera pudiese ingresar y bordar sus trazos. Se quedó en esa posición inmóvil, con la espalda encorvada y las rodillas sirviéndole de respaldo al cuaderno. Los ojos entrecerrados, la respiración contenida. El silencio, por sobretodo, una de las extremidades más importantes de su cuerpo, que le salía del pecho y la envolvía alcanzando hasta los pies. La luz era tenue para no ahuyentar a la noche que la inspiraba. Dejó escapar el aire, y dibujó las primeras palabras: "Que frío hacía ese día de junio cuando su corazón dejó de latir..." un grito la interrumpió. ¿Euforia, dolor? Hace mucho, muchísimo que no escribía, y el cuerpo le dolía demasiado. "Lo recuerdo porque me dijo, en un susurro, que tanto frío le recordaba al olvido..." Las vidas le escapaban de los dedos gritando como moribundas. Sintió lágrimas en sus manos y pronto el papel era una inestable laguna. Siguió escribiendo, a contra marea, mientras sus músculos le temblaban. "¡Cuantas veces había sido olvidada! Y sin importar, ella seguía recordando..." la oscuridad que logró mantener encapsulada durante años entre letras ahora escapaba. "Pero ahora, ahora empezaba a olvidar, ella también, como el resto..." de pronto estaba escribiendo sombras en el aire, el cuaderno olvidado en el suelo, con la tinta corrida donde las historias inconclusas lloraban. Era un movimiento lleno de gracia, el de la lapicera navegando en partículas de energía. "Quién había sido, a quienes había amado, por qué..." soltó una carcajada y la boca se le llenó de un rojo carmesí. Selló los labios, sin miedo, y siguió escribiendo, de a poco bajando las rodillas, apoyando la cabeza contra el suelo y cerrando los ojos. "Y al final no le quedo nada, solo un silencio sepulcral..." su cuerpo parecía desvanecido. Estaba pálida, y un hilo de sangre le corría desde el labio inferior hasta el principio de su cuello. Ante esa imagen de muerte, un estimulo de vida, o quizá de locura, se veía en su mano derecha que seguía escribiendo en el aire. Sombras negras e inestables salían de la punta de la lapicera, moviéndose con la alegría implícita de la libertad, vencedoras. "Y ese frío que le recordaba al olvido..." 

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2017 ⏰

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