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Una vez estando recostado en mi cama dispuse de desarrugar el papel que tenía entre mis manos. El papel era áspero, por alguna razón empecé a sólo fijarme en detalles de aquella hoja arrugada. Sin lugar a dudas estaba un tanto exitado al poder leer esta nota, pues mi peor debilidad es mi curiosidad, curiosidad que ya me ha matado varias veces, dejandome con tan solo cuatro Vidas.
Respiré ondo de manera exagerada, por supuesto, y abrí aquel papel mirando para mirar su interior.
— ¿Soraru? — Miré hacia la dirección de donde provenía la voz, aunque realmente ya sabía de quién era.
Lon se acercó a mí, tenía una sonrisa débil y temerosa en sus labios, pues quizás tenía miedo de que la echase. La distancia de su rostro con el mío era de cinco centímetros aproximadamente, ya que luego de meditarlo por cinco segundos besó mi mejilla en una manera de saludar o eso quiero pensar yo.
— vine con algunas cosas para ti. — elevó con dificultad sus manos, las cuáles sostenían una bolsa de género bastante grande y pesada, creo. — Ah, también vine con más visita. — Dijo borrando esa sonrisa tímida; para mostrar una mas alegre.
Vaya, más gente; realmente no quería que así fuese, pues en lo general no me gusta estar rodeado de gente, aunque sean tres personas porque en esta situación yo soy el centro de atención a mí parecer.
Suspire, mientras dejaba el papel en la mesita de noche, Lon miró de reojo el papel, pero luego me volvió a sonreír.
— Soraru. — Ah, realmente no quería ésto pero no fui muy amable la última vez que Lon estuvo aquí por lo que no debo volver a ser un patan nuevamente.
— ¿Qué sucede Lon? — Respondí con voz suave e intentando sonreírle a ella.
— Me preguntaba si no estás incómodo con mi presencia. — Realmente, sí lo estoy, pero me siento culpable por lo que sucedió la otra vez, Lon no tenía la culpa de qué yo no hiciera bien mi trabajo.
— Está bien, necesitaba a alguien que me acompañe. — Yo sólo necesiraba morir.
— Me alegro. — Lon sonrió, pero luego en su rostro pude notar que algo le puso nerviosa, pues su mirada estaba inquieta y evitaba a toda costa el contacto visual. — Hum. Dejaré esta bolsa con tus cosas debajo de tu cama ¿bueno? — dijo mientras hacía lo que había dicho. — Me debo ir, mañana volveré.
Pasó sus manos por mis mejillas y luego con una sonrisa temerosa beso mi frente; no me opuse a tal acto, pues Lon no se merecía mi rechazo, ya que ella solo se preocupa por mi estado mental y físico.
— Los chicos qué quisieron venir a verte van a pasar en unos minutos. — Dio pasos lentos en dirección hacia la puerta, como sí no quisiera irse. — adiós.
Suspiré, apenas ella dejó la habitación, sus intenciones eran buena, pero realmente no creo que las necesite. Solo unos segundos me bastaban como para ver qué decía el papel con tinta azul, no había dejado de pensar en ella ni en un solo segundo por oo que con prisa busqué en la mesa de noche a mi lado; nada, no había nada, busqué por el suelo y no había nada.
— Mierda. — Mascullé.
Al parecer, sus intenciones no estaban del todo claras.
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