25.

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- Hay que salir a pasear – dijo Yam muy animada –
- Esta bien, esta bien ¿pero a donde? ¿Qué hacemos?
- Lo que sea Ramiro, ya te dije – lo miro un poco irritada –
- ¿Vamos a nadar? – sonrió –
- Yo... no lo se – se apeno –
- Anda, seria grandioso, es un día muy soleado.
- No traje un bikini.
- Por eso no hay problema – sonrió - ¿vamos de compras?
- ¿Tu? Y... ¿yo?
- Claro, no tiene nada de malo, anda vamos.


Se dirigieron al centro comercial, era inmenso, y no sabían que tienda recorrer primero, entraron a una y Ramiro enseguida miro una playera que le encanto, así que no dudo en probársela y mostrársela a Yam.


- ¿Cómo me luce? – sonríe Ramiro–
- Te queda muy bien - se sonrojo –
- ¿Solo bien? – hizo pucheros –
- Te miras muy guapo – dijo penosa –
- Gracias, ahora es tu turno, ve por un vestido y pruébatelo.
- Yo... no... que pena.


Después de 10 minutos, ahí se encontraba Yam midiéndose un vestido corto... demasiado corto para sus gustos, con un escote muy favorecedor, donde resaltaba su busto, y su cintura, lucia sensacional. Ramiro se quedo plasmado cuando la miro, es que en verdad, lucia muy hermosa.


- No, Ramiro me hagas esto por favor – decía ella tras el mostrador, no queriendo salir.-
- Preciosa, anda... quiero ver como te luce ese traje de baño, si cuando te lo pongas, todos te verán ¿Por qué no puedo vértelo yo primero?
- Es que, tu ya sabes como soy de penosa – se ruborizo –
- Sal o voy por ti.
- Es demasiado pequeño, es como si me vieras en ropa interior.


Ropa interior... esas palabras resonaban en la mente de Ramiro, se moría por verla, quería verla y desnudarla con la mirada, verla con esas pequeñas prendas... que oh dios, el sabia que se miraría como una diosa, su corazón comenzó a palpitar mas de lo normal, mucho antes que Yam saliera. Se la imaginaba, tan frágil, con esa suave piel, blanca, hermosa, con esos ojos, y sabia que saldría con las mejillas coloradas, con su cabello moviéndose por todos lados por causa del viento, con esos pechos que Ramiro se moría por recorrer, esa cintura que le enloquecía, esas caderas, sus pompas, sus piernas, el delirio de Ramiro, se la imaginaba tan hermosa... que no esperaba el momento en que saliera.


- Tu sal preciosa, yo soy el mejor juez – decía nervioso –
- Pero no te burles – dijo tímida mientras daba unos pasos –
- Lo prometo.


Y en eso sale ella... tan linda, hermosa, perfecta... simplemente como Ramiro la describía, su corazón se quiso salir de su cuerpo, solo tenerla ahí enfrente de esa manera, le provocaba mil emociones, a la vez pena, miedo... excitación, necesidad de tomarla y besarla, juntarla con su cuerpo, y hacerla suya en ese momento.


- ¿Cómo me veo? – pregunto tímida –

- Te vez hermosa – confeso Ramiro– toda una princesa.

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Lizzto

Detrás De Mi Ventana | YAMIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora