Final.

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- Amor – gritaba Yam feliz – esta hermoso este lugar.
- Nos lo merecíamos linda – sonrió –


Ramiro y Yam se encontraban en las costas del mar, disfrutando de la multitud, de ese oleaje azul cristalino, con esos rayos del sol bronceando el cuerpo de aquellas personas pálidas y haciendo que su piel se tornara a un bronceado sexy.


- Vamos al agua – suplicaba Yam -
- Pero ¿y las cosas?
- Déjalas ahí, no creo que nadie se las robe.
- Esta bien, vamos – fueron al agua -


Se estaban divirtiendo, en esa playa, tomando un descanso tan merecido que se lo tenían los dos, después de haberse esforzado al máximo, poder llevar las responsabilidades de tener un hogar, estudiar, y ser pareja fue un verdadero reto, ya que en todo ese tiempo se le vinieron muchos obstáculos que afortunadamente los dos pudieron superar, y ahora están felizmente juntos.
Pasaron el día en la playa, yendo a caminar por el muelle, entraron a una tienda de recuerdos, y curioseando se encontraron con unos dijes, donde cada uno traía la mitad del corazón, en eso se les acerca una gitana que atendía el lugar.

- ¿Bonitos dijes, no? – dijo tomando la mano de Yam -
- Así es – dijo Ramiro mirándola –
- Ustedes no necesitan dijes de estos para sellar su amor, mucho menos un casamiento de la iglesia, su amor ya esta sellado y por mas peleas que tengan o que el destino los quiera separar, no podrá, por que a ustedes ya los une algo mucho mas importante – sonrió –
- ¿A que se refiere?
- A que nos amamos Ramiro, a eso – dijo Yam-


La gitana solo sonrió y miro la mano de Yam mientras la sostenía.


- Esta noche será inolvidable para ustedes dos, su destino ya esta escrito – dijo –
- Vez amor, te dije que los horóscopos no decían siempre la verdad – comentó Ramro-
- Claro que dicen la verdad, pero ustedes dos son tan diferentes, que eso los hace ser compatibles, son de los signos mas raros y si ponen de su parte vivirán felices eternamente.


Ramiro en muestra de agradecimiento metió la mano a su bolsillo para sacar un dólar y dárselo a aquella gitana tan amable, pero ella solo negó con la cabeza cuando Ramiro estiro la mano.


- Es de mala suerte aceptar ayuda, de los necesitados – y se marchó –
- ¿A que se refería con aceptar ayuda de los necesitados?
- No lo se amor, no lo sé.


Regresaron al hotel y ya era tarde, entraron en esa acogedora recamara, estaba de lo mas suave, Ramiro se acostó y se tapo y cerro los ojos mientras Yam estaba arreglándose en el tocador, con solo la luz de las lámparas al costado, Yam se puso en frente a observar como Ramiro descansaba, se miraba tan adorable acostado, así que se escabullo por los pies de Ramiro, metiéndose debajo de la sabana, y acariciando con su boca las piernas de Ramiro, y después su entre pierna, Ramiro solo sonreía y soltaba unos gemidos leves, mientras trataba de buscar por debajo de la cama el rostro de Yam, pero ella estaba ocupada bajando el pijama de Ramiro y chupando con delicadeza cada parte intima de él, así que Ramiro no tuvo mas remedio que hacer la cabeza hacia atrás y disfrutar del placer que le daba.Yam fue subiendo hasta con Ramiro y besando su cuello lentamente llegó a los labios, y se besaron apasionadamente, Ramiro recorría con la yema de sus dedos aquellas curvas de Yam, mientras trataba de deshacerse de la ropa de ella, que al parecer, le estorbaba demasiado. Cuando quedaron sin ropa Ramiro se posiciono encima de ella, sin dejarla de besar cada vez con mas pasión y locura, cada vez que hacían el amor era especial e inolvidable, pero esa vez la noche parecía que ardía dentro de esa habitación, sus cuerpos sudados haciendo contactos tan íntimos, el pene de Ramiro quería estallar de tanta excitación que sentía... Yam le imploró que la hiciera suya de una vez mas,Ramiro no necesito que se lo volviese a repetir, tan decidido empezó a penetrarla rápido, parecía que la adrenalina corría por las venas de los dos, desesperados por mas placer, y mas... terminaron después de un rato agotados, y sin energías, pero satisfechos. Ramiro besó la frente de Yam y le dijo lo mucho que la amaba, mientras la acorralaba con sus brazos y los dos caían dormidos sin saber más del mundo.

Detrás De Mi Ventana | YAMIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora