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~ Narra Luna~

No pude hacer nada mas excepto sonreír por las reacciones de Matteo, no era de a diario cuando podías sorprenderlo con la guardia baja. Todo gracias a nuestro nuevo amigo, un amigo muy peludo.

El perro siempre estaba cerca de mí mientras yo lo miraba, Matteo escondía su rostro casi todo el tiempo, lo que me molestaba un poco.

Ya había amanecido y abrí mis ojos cuando la luz del sol llegó al auto, me di cuenta de que Matteo no estaba a mi lado, estaba detrás del volante mirando hacia afuera. Volteé hacia la ventana y vi al perro mirando a Matteo, era como si estuvieran teniendo una pelea de miradas, oh Matteo. Me moví al asiento del pasajero y me senté a su lado.

- Buenos días.- le dije y lo besé en la mejilla.

Matteo se dio la vuelta y atrapó mis labios, mientras nos besábamos él tenía una radiante sonrisa en su rostro. Nos separamos cuando sentimos un ruido, el perro estaba parado en dos patas y estaba del lado de Matteo en la ventana, mirándonos. Matteo suspiró frustrado, subió su ventanilla y yo solo los vi.

- Este perro comienza a molestarme.- dijo de repente.

- ¿Cómo dormiste?.- le pregunté, el sonrió.

- Bien.- Dijo a secas, su sonrisa me decía ''no te preocupes''; lo que significaba que no durmió muy bien.

- Claro, mírate. Tienes que dormir un poco. - le ordené. Matteo sonrió y me abrazó. El perro ladró pero Matteo lo ignoró.

- Salgamos de aquí primero.-

Miró hacia el perro y frunció el ceño, abrió la puerta y lo seguí hacia afuera. Él miró alrededor mientras yo salía del auto y me sentaba debajo de un árbol, lo miré romper la placa del auto y después sacó la comida y me la llevó.

El perro apareció de la nada y se sentó a mi lado. Sonreí mientras acariciaba su cabeza. Matteo nos miró y se acercó, vi un brillo en sus ojos lo cual significaba que estaba pensando en algo, como si hubiera querido patear al perro o matarlo. Me asusté, no sería tan cruel.

- ¿Me haces un favor? Ve hacia el supermercado y quédate ahí afuera mientras consigo otro auto, dame menos de 5 minutos y estaremos en la carretera para entonces.- me ordenó Matteo.

Me acompañó hacia el supermercado y me senté en una orilla de la pared y el perro se quedó conmigo, Matteo lo miró como si dijera "Veamos si sirves de algo"

- Cuídate, pero... por si acaso...- con cuidado me dio una pistola y yo la tomé de mala gana.

Se alejó silenciosamente, como cuando llegamos. No quería volver a usar una pistola en mi vida... nunca más. Los recuerdos de aquella vez son los que más inundaban mi mente, la forma en la que aquel hombre cayó al suelo en un charco de su propia sangre; cerré mis ojos y traté de borrar esas emociones que sentí en mi pecho.

De repente, los dolorosos recuerdos del pasado volvieron hacia mí.

No había tenido tiempo o la voluntad de pensar sobre mis seres queridos, mi familia y mis amigos.
Mi estomago se tensó un poco cuando recordé a mi amigo más cercano, Simón.
Mis ojos comenzaban a derramar lagrimas cuando sentí al perro recargar su cabeza en mi rodilla. Suspiré y sonreí débilmente.

El perro movió su cabeza y ahora me miraba a mí, le sonreí, de repente movió de nuevo su cabeza y ahora veía hacia la dirección donde Matteo se había ido. Sus orejas se movieron de repente, estaba escuchando algo, traté de mirar más cerca, pero no sabía qué estaba pasando, el perro al parecer sabía más que yo.

Miré hacia la entrada de la tienda y vi a una familia saliendo de ella muy felices, enfrente iba una chica y su hermanito que tenía como 10 años.

My Dark Angel [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora