Soukoku Week

Día 4. Jueves

Day 4: Memento Mori (Recuerda que vas a morir). 

El pesado respirar, la dificultad que siento para mover mi cuerpo y mi latir que cada vez se debilita más me indican que finalmente puedo alcanzar lo que he anhelado después de tanto tiempo. Por fin he de morir.

No siento dolor ni mucho menos miedo, ahora todo lo que me invade es un sentimiento de satisfacción por saber que mi vida está por terminar. Poco a poco siento mi cuerpo más ligero, coopero y me permito hundirme cada vez más en el río, me es difícil mantenerme despierto, estoy seguro que en pocos segundos quedaré inconsciente, pero aún así no me arrepiento ni pienso hacer nada para impedirlo porque este es mi deseo.

Por fin cierro mis ojos y a mi mente vienen varios recuerdos que formé con el paso del tiempo, algunos son gratos otros no, pero en la mayoría de ellos me veo con la misma indiferencia con la que he existido y eso me confirma que mi muerte es simplemente lo mejor que puede pasarme o eso es lo que pienso hasta que comienzo a ver rostros conocidos en cada imágen. 

Puedo ver a Atsushi preocupado por mí, a Kunikida regañándome por no cumplir con mis deberes como siempre, a Akutagawa esforzándose para que lo reconozca. También veo a Odasaku y a Ango, ambos lucen muy felices mientras comparten una amena plática y unos cuantos tragos, al parecer esperan por mí. Y finalmente veo una sombra, no llego a distinguir su rostro pero ella, a diferencia del resto, no parece alejarse sino que se acerca y me extiende su mano. Dudo si tomarla o no mas lo hago confiado de que no pasará nada.

La sombra mientras más se acerca va tomando forma de una silueta delgada y finalmente reconozco que quien me está ayudando es Chūya, me mira con una infinita tristeza y puedo ver el dolor en su semblante. Sonrió y trato de decirle que está bien, que no pasa absolutamente nada si muero. Intento tranquilizarlo con mis palabras pero es inútil, no puedo hablar. Todo esto es una ilusión que mi cerebro ha creado poco antes de mi muerte.

De repente, me sorprendo. La mano que hace unos instantes trataba de ayudarme ya no es sólo una ilusión sino que en realidad puedo sentirla y con ello sé que Chūya ha venido por mí. Abro un poco los ojos y entre el agua le veo, justo como en mi sueño, preocupado, pero ahora no intento hablar, no tengo fuerzas para hacerlo. Nuevamente cierro mis ojos y espero a que la muerte venga por mí antes de que mi compañero logré sacarme de aquí.

Poco a poco mis pulmones comienzan a recibir oxígeno y mi cuerpo siente la urgente necesidad de respirar hondo para recuperar el aire que había perdido, por inercia lo hago y me doy cuenta de que desgraciadamente estoy vivo. 

Me levanto un poco con dificultad y comienzo a toser mientras le presto atención a mi alrededor. Estoy a la orilla del río, me he salvado o más bien, me han salvado. Frente a mí, se encuentra el chico que se ha tomado la molestia de ayudarme. Ambos estamos completamente mojados y al parecer él luce más agotado que yo. 

Una vez que me he recuperado le volteo a ver sin decirle nada, sé perfectamente que me regañará pues al cruzar nuestras miradas, sus ojos reflejan cierta furia y molestia. Me resigno y agacho la cabeza, no estoy de ánimo para pelear, no después haber fracasado. 

Escucho como mi ex compañero suelta un gruñido y veo como aprieta los puños, estoy seguro que comenzará a gritarme, pero no lo hace. En cambio, se abalanza sobre mí y me abraza fuertemente mientras hunde su rostro en mi cuello. 

-Idiota...-solloza y con eso me basta para saber que está haciendo un enorme esfuerzo para no llorar. -Si quieres morir hazlo, pero no preocupes a los demás.

Esbozo una sonrisa al oír eso y correspondo su abrazo mientras acaricio ligeramente su espalda. 

-Lo siento. -murmuro admitiendo mi derrota.

Anhelo la muerte y siempre lo haré, pero por desgracia, no puedo morir aún porque sé que hay gente que me necesita y Chūya es una de ellas. No puedo morir porque eso haría sufir a mi compañero y es lo que menos quiero.