Mía.

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Ella se acercó al joven de cabello rojo, el cual la recibió con una gran sonrisa en el rostro, en toda la noche no se separaron, reían incluso hasta carcajadas, mientras Adrien apretaba la mandíbula aún le pasaban por la mente la situación tan acalorada que vivió con ella en su habitación, pero después bajaba y no quería hablarle y si lo hacía era en un tono muy frío, pero nada le dolió más que escuchar de sus labios Agreste. Sí, ese era el nombre de su familia y que pronto ella tendría, pero sonaba tan cruel que sentía su corazón desmoronarse un poco más.
Siempre tan inalcanzable, era todo lo que necesitaba confirmar; Adrien Agreste no era para nada la persona que ella amaba.

El chico rubio los veía y la sangre corría por sus venas a causa de los celos que estaba experimentando, lo analizó muy bien y aunque no quería ni era de su costumbre, estuvo viendo que tantas cosas más poseía a comparación de él.

Una menor estatura.

Una espalda menos ancha.

Apariencia delicada.

Mínima musculatura.

A Adrien se le hizo incluso bello como una chica, él era más atractivo a su parecer, ¿en verdad? ¿Era ese el otro chico que Marinette amaba? A quien le dedicaba esa suave y tierna sonrisa llena de sinceridad que él jamás vio, sintió otro remolino de sensaciones esta vez más negativos que nunca, Marinette debía ser suya; hoy era la conmemoración pública de ello. Elegantemente caminó hacia ellos evitando algunas personas y chicas que se le acercaban, hasta que una rubia de ojos azules lo detuvo de frente.

—Adriboo—se colgó del cuello del Agreste menor—es una pena, una muy grande—tocó la nariz del chico con su dedo índice.

—¿De qué hablas Chloé? —preguntó sin prestarle mucha atención a lo que decía, pues su mente estaba ocupada en Marinette.

—Hablo de que Marinette podrá ser hija de esa familia influyente, pero nada se compara a los Bourgeois, o sea a mí. Ella es tan patética, tan insignificante y tan cero linda para ti.

Eso le enojaba demasiado, ya que a su parecer Marinette era perfecta, ¿quién era ella para decir lo contrario?

Como pudo se zafó de ella y al regresar la vista a su amada, esta lo observaba con una expresión que no podía comprender, se comenzó a alejar de ahí con dicho sujeto.

—Marinette espera.

Ella iba con la firme intención de presentar a Nathaniel con Adrien, quería que sus dos personas especiales convivieran, pero lo vio charlando a gusto con aquella rubia, que si bien era más guapa que ella, se notaba a kilómetros lo superficial que era, vio la cercanía que mantenía con Adrien ¿Ella era la chica que le roba el suspiro? Su corazón dolió por un instante y él pareció notarlo porque intentó llegar a donde ella, pero la chica jaló del brazo a su acompañante para irse de ese lugar cuando antes.

—No tengo nada que hablar contigo hoy Adrien, lo lamento, sigue con tu charla. —avanzaba a toda prisa de ahí.

—¡Hey! Bonita, el chico estaba charlando, deberías regresar y hablar con él. —habló Nathaniel.

—No digas nada ¿si? Por favor Nath—le pidió la chica tomada de su brazo.

Adrien se detuvo un momento.

—¡Ops! Parece que nos escuchó—se carcajeó la rubia—déjala cariño, mejor ven, vamos a divertirnos un poco—lo tomó de la mano.

—No—le dijo viéndola a los ojos seriamente—y por favor que sea la última vez que te diriges de esa forma a mi novia.

Dicho esto, fue tras ellos para ver la escena que terminó de romper su corazón, él la sostenía entre sus brazos.

—Te quiero tanto cielo—escuchó que ella le decía a Nathaniel—todo sería tan fácil si estuviéramos juntos siempre.

Fil Rouge Du Destin (El Hilo Rojo Del Destino)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora