El día siguiente pintaba de lo más bello, había un cielo majestuoso,el clima era agradable y sin duda el bello canto de los pajaritos lo hacían parecer escena de un cuento de hadas salido de algún libro de los autores más reconocidos de la época.
El silencio era sepulcral en esa casa, tanto que pareciera más una prisión que meramente un hogar cálido o tal vez así le parecía a la chica de pelo azabache y ojos zarcos ya que estaba tan acostumbrada a que su hogar fuera cálido y lleno de amor, de risas por todas partes pero ahora mismo ese palacio le parecía salido de un cuento de terror. Era muy lindo la verdad, pero nada comparado con el suyo, no por los lujos, si no por el amor que en el suyo si se respiraba. Avanzó un poco más y en el comedor pudo apreciar la silueta de Adrien sin nadie a su lado acompañándolo en sus sagrados alimentos, así que se paró justo a su lado y le tocó el hombro.
—Hola Adrien ¿Puedo desayunar contigo? —Preguntó Marinette, quien ya se encontraba utilizando un bello vestido rosado, nada pretencioso. —¿Cómo dormiste? —Volvió a interrogar.
Al girar un poco la vista, Adrien se dio cuenta de la presencia de su prometida y le era tan asombroso verla merodeando alrededor pues normalmente desayunaba, comía y cenaba solo que no le resultaba ya nada extraño.
Como todo buen caballero se levantó de su lugar para tomar la silla a su lado y abrirle paso a la dama.
—Por supuesto Mari. Muy buenos días.—le indicó que se sentara — No dormí muy bien a decir verdad.
Y No mentía, no había logrado conciliar el sueño de manera fácil por lo que se le había hecho larga la noche; pensando en su figura, en sus bellos ojos, en sus suaves manos y en ese aroma que desprendía si se acercaba más a ella, sin dejar de lado que otra de las razones por las que el sueño no se hizo presente fue el recordatorio de dolor que le había dejado en sus partes prohibidas. Aunque si era sincero, podría dejarla hacer eso las veces que fueran, es más podría acabar con su vida ahora mismo y no le importaría en lo más mínimo pues sentía que le podía perdonar cualquier cosa.
—Supongo que es por el viaje. —Continuó diciendo, nadie sería capaz de decir lo contrario ya que la diferencia de horario era pesada si de sueños se trataba.—¿Y tú?, espero que tu primer noche junto con tu estancia en esta casa sea de lo más agradable, aunque si no es así, no dudes en decírmelo y haré lo que sea para que estés a gusto con nosotros.—Sonrió de manera sincera y amigable.
—Entiendo, supongo que tanto tiempo fuera de casa y que ahora vuelvas aquí, no debe ser nada sencillo.—Hablaba mientras tomaba la jarra de jugo que estaba intacta en el comedor, sirviendo un poco primero para él y luego otro para ella.—Pues... —a su mente llegó la imagen de aquél beso con el gatuno chico. —Yo tampoco dormí muy bien que digamos y todo por culpa de un gato fisgón.—bajó la mirada un tanto ruborizada esperando que él no hubiera puesto atención a lo último de su frase.—Creo que es por que extraño mi casa pero debo familiarizarme con esta ya que pronto será mi nuevo hogar —le sonrió de manera tímida viéndolo a los ojos —No te preocupes, mi estancia aquí ha sido maravillosa, no quisiera incomodarlos pidiendo algo que no deba.—hizo una pausa antes de proseguir, no sabía si debía tocar el tema pero estaba curiosa.— ¿Escuchaste o viste algo fuera de lo común ayer por la noche?, si es así me disculpo, es que ayer entro un gato por mi recamara y bueno grité asustada. —Añadió tratando de sonar firme —¡Qué vergüenza! —Exclamó para luego tomar un pan tostado al cual comenzaría a untarle mantequilla y poder comenzar a saborearlo lenta y delicadamente.
Adrien comenzaba a tomar el jugo que le había dado Marinette, se sentía dichoso de ser atendido de esa manera por ella pues hace tanto tiempo que no hacían eso por él de una manera desinteresada, que le agradaba en demasía, pero de pronto ella lanzó esa pregunta que por poco hacía que el chico escupiera el contenido de aquél vaso sobre ella.
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Fil Rouge Du Destin (El Hilo Rojo Del Destino)
Fanfic"Un hilo rojo, invisible, conecta a aquellos, que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar a pesar de las circunstancias; el hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca llegará a romperse. " Marinette Dupain Cheng hija primogéni...