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Pov Dara

9/09/2018

Miro a mi alrededor, cada calle, cada edificio, cada árbol, cada recuerdo que tengo en mi memoria. Las tardes jugando, los días de lluvia, que pocos eran, en casa viendo una peli con mi madre, mi padre y ... él.

Miles de recuerdos pasan por mi cabeza algunos buenos, alegres. Otros malos, oscuros, tristes. Éstos últimos nublan mi mente e intento que las gotas de agua que se acumulan en la parte inferior de mis ojos no precipiten.

La insistencia por parte de mi madre de que regresara a mi lugar de origen solo ha hecho que recuerde la peor etapa de mi vida.

El taxi aparca delante de la casa de mi padre. Diría que todo sigue igual, pero eso no es así. Sabía que mi padre se había mudado y había conseguido un nuevo trabajo, pero no esperaba tanto. A ver no es tan grande como una mansión, pero en comparación del piso en el que vivíamos mi madre y yo en Toledo, esta casa es enorme.

Me fijo en la fachada de la casa, blanca, sin siquiera una mota de polvo, al igual que las casas de alrededor. Aparentemente tiene dos pisos.

Pago al taxista y me acerco con pasos lentos a la casa. Me dispongo a tocar la puerta y antes de que mi dedo roce el timbre veo como mi padre abre la puerta con una gran sonrisa en su cara. Se nota mayor. Hace más de 6 años que no lo veía en persona.

-¡Dara!- me dio un abrazo- ¡dios, mi niña, cuanto has crecido! -ruedo los ojos.

-Normal, después de seis años...- entro sin apenas mirarlo.

No es que no quiera a mi padre, pero después de lo que nos hizo a mi madre y a mi no es que le tenga demasiado aprecio.

-Bueno hija, pasa, esta es tu nueva casa,-asiento- como sabrás esta es mi novia, Sandra.

-Hola Dara, me han hablado mucho de ti -a ti y a las otras treinta novias que había tenido mi padre los últimos seis años, pensé, pero me limité a sonreír.

Al principio no me decía si tenía alguna novia, hasta que una vez hablando con él por Skype escuché a una chica y desde ahí cada tres o cuatro meses me presentaba a una chica distinta.

-Tu habitación está en la segunda planta, a la derecha. La nuestra está aquí abajo.- Asiento- La cena será a las diez, sobre tu cama están los libros y todo lo necesario para mañana.

Digo un simple vale y me voy. Y sí, mañana empiezo el instituto, para ser exactos primero de bachiller. No recuerdo muy bien a mis compañeros de cuarto de primaria, pero seguro que conozco a alguien. No mantuve contacto con ninguno de ellos porque antes de irnos me alejé.

Entro en mi nueva habitación. Es bonita.Las paredes son blancas. Por el olor a pintura supuse que habían sido pintadas recientemente. En medio de la habitación hay una gran cama y junto a ella una mesita de noche. A la izquierda hay un escritorio y al lado una estantería con algunos de mis libros que traje de Toledo. Pero sin duda, lo mejor de toda la habitación es el piano. Amo tocar el piano. Lo hago desde muy pequeña, pero lo dejé durante algunos años. La verdad, me gustaría retomarlo.

Me acerco al armario que hay junto al escritorio, saco mi pijama negro y me lo pongo. Preparo todo para mañana y, tal y como ha dicho mi padre, a las diez bajo a cenar.

-Hola hija.¿Te gusta el pollo?- vi sobre la mesa una bolsa del KFC. A mi padre nunca se le ha dado bien cocinar y no creo que Sandra sepa cocinar.

-Mm...si.- Sandra me pasa una bolsa con la cena- Gracias

Cenamos en un incómodo silencio y, de vez en cuando, mi padre y Sandra me hacen alguna pregunta trivial a las cuales respondo con monosílabos. Al acabar de cenar me levanto de la mesa, digo un simple buenas noche y me voy a la cama. Mañana va a ser un día muy largo...

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Dara en multimedia (Emily Rudd)

Una Triste CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora