Día 2

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Sábado, 25 de marzo de 2017

Día 2.

Mis esperanzas por volver a verlo se habían perdido, no fui buena buscándolo, la timidez me impedía buscar en los salones de la universidad.

Solo me cuestionaba: ¿Cómo en una universidad tan pequeña, se puede perder de vista a alguien tan guapo? Y también: siendo compañero del susodicho de mi amiga, ¿Por qué a él no lo veía?

Las preguntas rondaban mi mente, cuando me dirigía a mi respectivo salón.

Caminaba apresurada del baño, arreglé mi cabello suelto y acomodé mi flequillo, al igual que la blusa negra que dejaba ver mi ombligo.

Levanté el rostro y para mi sorpresa, ahí estaba, el hombre más guapo que he visto. Hoy lleva una camisa roja, haciendo que ese color brille en mis ojos y la atención se dirija especialmente a él, solo a él.

Sus ojos se clavan en mí, como un imán se clava en el metal. Un suspiro ahogado salió de mi boca. Mi organismo actuó bien, eso creo, porque le sonreí, tímidamente, pero le sonreí. Él reaccionó de la misma forma. Sonrió ampliamente sin mostrar los dientes, pero reveló un par de hoyuelos en sus mejillas con vellos.

Mis pies se negaban a seguir avanzando, pero me obligué a hacerlo, un calor recorrió mi cuerpo. No podía creerlo. ¡Un chico tan guapo me miró y me sonrió!

Espera. Cálmate Gaby. Lo más probable es que lo hizo por educación. Si, eso fue, una sonrisa educada.

Pero te miro. Me gritaba mi yo interior, ese yo entusiasta y que quiere ser positivo ante esta situación.

Mientras mí yo más racional y lógico decía: Fue una sonrisa educada. No pasará nada. Ese yo que buscaba las probabilidades más comunes en mí. Toda la recopilación de los chicos que solo me han ilusionado. Ese lado que usualmente le ganaba a mi lado positivo y romántico.

Y así fue ese día: Le creí a mi lado racional y lógico.

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