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Se que falta para el "666" ¡pero ya qué! ;-;

Lean la nota final por fis ^ ^
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La vida de Min YoonGi después de aquel encuentro siguió como si nada.

Pero había cambiado bruscamente.

Durante los primeros días, posterior a lo sucedido, trató de vivir como un humano normal. Ya no se dormía durante su trabajo, en su oficina o en su estudio, ya no dormía durante el día, ya no pasaba las noches despierto a base de tazas de café bien cargado.

No, ya no era lo mismo.

Hasta sus compañeros de trabajo notaron a Min más relajado, más gentil, más alegre. Todos lo miraban con asombro, o algunos levemente asustados y alertas, pensando que el rubio se había vuelto loco y en cualquier momento volvería a ser el Min YoonGi de antes. Cosa que sucedió cuando se cumplió una semana después y media después del "encuentro".

Así era como le llamaba.

El rubio debía ser honesto, por más que había estado asustado, el haber sentido las manos del demonio por todo su cuerpo y haberle sentido profundamente enterrado en su interior, había comenzado a hacer mella en él. Yoongi lo había disfrutado y esa vez había llorado simplemente porque estaba asustado.

Asustado de cómo había reaccionado positivamente a pesar de todo y en su mente rondaba el deseo de querer repetirlo nuevamente.

Además, dejando de lado el fabuloso sexo que habían tenido y que aún le erizaba la piel, el haber tenido a aquel Ser con él, por más insoportable que fuere, le había llenado de emociones todos sus días. Incluso debía admitir que disfrutaba a veces su compañía, a veces silenciosa y otras escandalosas.

Y cuando desde ese día en que se unieron, el demonio no volvió a aparecer le generó un mal sabor de boca, a sabiendas que no volvería a verle.

De alguna manera le había tomado cariño, aunque sea en una mínima porción.

Y todo empeoró cuando llegó el primer mes, luego llegó el segundo, hasta un tercero y no podía negarlo más.

Extrañaba al demonio como nunca antes y que no daría porque en su encuentro se repitiera lo que habían hecho, pero en igual magnitud le odiaba por haberle hecho lo que hizo en contra de su voluntad.

Después de divagar en sus recuerdos de esa noche, muchos sentimientos lo embarcaban a la vez, especialmente dos.

Empatía y lujuria.

La primera, porque recordaba aquella expresión en ser sobrenatural cuando Yoongi le dijo por medios de sus pensamientos que él no quería eso y que sólo estaba así de sensible porque su cuerpo reaccionaba como la gasolina al fuego, cada vez que lo tocaba.

YoonGi estaba seguro de haber visto un destello de culpa en sus ojos demoniacos ojos celestes, los cuales en ese momento se vieron demasiado humanos, de acuerdo a su propio criterio, cuando de repente amenazaron con desbordarse en lágrimas.

Aquello le había sorprendido y confundido en partes iguales; y cuando se fué no le ayudó a sentirse aliviado en lo mínimo, ya que había percibidos su angustia y desesperación al tratar de detenerse a sí mismo y sus impulsos.

No entendía cómo, pero lo había sentido como si fueran sus propias emociones a flor de piel y por eso comprendía lo difícil que le había resultado aquello al demonio. Era como si las emociones del ser estuviesen con él e incluso creía sentir actualmente ciertas emociones, como enojo repentino, que nada tenía que ver con lo que el rubio sentía en ese momento -ya que se encontraba cenando en casa de su hermana-, o unas incesantes ganas de llorar, que luego comprendió que no eran suyas.

(EN EDICIÓN)  INSOPORTABLE «JUNGKOOK X YOONGI»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora