Capitulo 4

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El tiempo es difícil de medir cuando el sol siempre está brillando y no existen conceptos como los días o las horas

Aún así Rubí podía asegurar que el tiempo que llevaba Perla en "casa" no era nada comparado con el que ella servía a Morganite.

Sin embargo, notaba que el trato que recibía la delgada era increíblemente injusto.

Morganite había aumentado sus ordenes 10 veces de lo habitual. Pero las dos rubies que le pertenecían seguían con la misma cantidad de trabajo de siempre. Perla era la que se llevaba la peor parte, su vida se había convertido en un constante ir y venir, donde las palabras como descanso ya no significaban gran cosa.

Sin embargo, Rubí encontró una manera de robarle tiempo y poder intercambiar algunas palabras con Perla.

Bastaba con ofrecerse a llevar algunas cosas, para poder acompañarla.

Por otro lado Perla, sentía que si no fuera por Rubí ya se hubiera roto por el estrés.

Y así era su rutina, Morganite ordenando cosas totalmente inútiles, Perla corriendo de un lugar a otro tratando de cumplirlas y Rubí dejando hablando sola a su amiga por ir a ver –a veces solo de lejos– a Perla.

Las cosas funcionaban más o menos bien, hasta qué pasó lo del viejo cacharro lunar. Una "reliquia" que todas las de alto rango habían recibido de las Diamantes como regalo.

Esa vez el grito de Morganite rompió el silencio.

—¡Perla! ¡Mándale un pensaré a Aguamarina diciéndole que iré! ¡Tráeme la roca lunar y un robonoide de limpieza!

Perla, que apenas terminaba de pulir el piso de esa habitación, se levantó cansadamente y casi corriendo llego donde se encontraba la piedra. Mientras la tomaba, notó que en una esquina había un robonoide y para no tener que ir a buscar otro, se lo llevó.

Cargaba con un abrazo la roca lunar y con el otro el rononiode. Amabas cosas pesaban bastante y los delgados brazos estaban muy cansados por todo lo que había atenido que hacer desde que llegó allí.

Fue lógico que al regresar a la habitación donde estaba todos los habitantes del templo, sus fuerzas la traicionaran y se tropezará.

Automáticamente soltó los objetos y puso sus manos para amortiguar la caída.

Todos vieron preocupados como Perla y las cosas se golpearon en el suelo.

Rubí no fue suficientemente rápida como para evitar la caída, pero llegó junto a ella para ayudarla a levantarse casi en el instante.

Mientras que con mucho cuidado Rubí tomaba las manos de Perla y la ayudaba a incorporarse lentamente. Morganite se había tirado al suelo para juntar los restos de su preciada roca.

—¿Estás bien?— Susurró Rubí mientras Perla se sentaba en el suelo.

—No estoy herida— Respondió Perla mirando fijamente a Rubí.

Rubí y Perlas se sonrieron mutuamente, aún en la pequeña burbuja que se crearon.

Hasta que los sollozos de Morganite rompieron en mil pedazos su tranquilidad.

—¡Tú!— Gritó con odio señalando a Perla —¡Mira el desastre que has provocado! ¿Sabes cuanto me importaba esa reliquia? —Trataba de decir, puesto que los espasmos del llanto le dificultan hablar.

En medio de su enojo, Morganite se levanto de golpe y con una mano alzó a Perla del brazo hasta ponerla a su altura.

—¡Me lo pagaras!— Gritó en su cara.

Pero en respuesta se ganó una patada en su pierna que hizo que soltará a la perla.

Había sido Rubí que actuó impulsivamente.

La dueña de ambas retrocedió sorprendida.

—¡Merecen un castigo!— Gritó y ordenó a la rubí faltante que llevará a amabas a los cuartos inferiores que se usaban como pequeñas prisiones.

Y esa Rubí que estaba increíblemente sorprendida, llevó a su mejor amiga y a la perla a los pisos inferiores.

Todo el recorrido nadie dijo una sola palabra, pero cuando llegaron a los cuartos y Rubí metió a Perla en uno de ellos, y se disponía a poner a su amiga en otro la Rubí enamorada hablo.

—¡Por favor! Déjame estar con ella — Suplicó a su amiga.

—Pero... podrían castigarme a mi también por eso— Hablo la Rubí por primera vez insegura en su vida.

—Por favor — insistió la otra.

Y son contestar nada la soldada abrió la puerta que acaba de cerrar y dejó pasar a su amiga.

Aquella Perla. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora