2: LA HITLER☆

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Sentado ahora, aguí en la prefectura, sé que el castigo es inminente. Soy culpable. Y cómo no, si mis brazos y mis piernas han crecido tanto y en forma tan desordenada que no atino a hacer los movimientos que quiero. Hoy por la tarde, en la clase de inglés, al levantarme del mesa-banco mi mano izquierda se extendió tanto que fue a chocar con el maldito vidrio que se hizo pedazos. Me corté un poco, pero jo fue tanto el daño; pronto dejó de salir sangre, y aqui me tienen, como el acusado en espera de la sentencia o, peor, de la ejecución. Me siento como los condenados a la guillotina, que según el profe de historia es un método cruel, aunque creo que tenerme aquí en la prefectura es más cruel todavía. De todos modos, ya se que tendré que pagar el vidrio, no sé cómo, pero lo pagaré. Tal vez, si las propinas son buenas en la tienda del ISSSTE, en una semana sale lo del mugre vidrio. Y todo por esas tontas extremidades que que seiento como si no fueran mías. Y claro, ahorita de seguro viene el sermón y yo decir que en sí a todo, que voy a pagar,  que tendré más cuidado.

La trabajadora social y la Hitler, que así le decimos a la prefecta de los primeros, están encerradas, seguramente pensando en un castigo que darme, tal vez merezco un castigo.

Sólo escucho voces que suben y bajan, pero sin mensajes. La trabajadora social no me preocupa, es buena gante y siempre habla calmadamente y de buen modo. Quien si me pone a temblar es la Hitler. Nada más resuena su voz y ya no encuentro mis pensamientos. Creo que a todos nos pasa lo mismo, porque el otro día que fue al salón. Nomás entró y todo mundo dejó lo que estaba haciendo. Hubo un silencio "pasmoso", diria el profe de español.

-Aver, niño, tú- le dijo a Cabezón, que es el , más terrible del grupo-. ¡Ponte de pie y fájate!

Antes de terminar la frase ya se habia compuesto. Y, parado, le temblaban las rodillas. Yol tras el, sudaba helado. Nadie se movia. La Marcela se habia quedado como paralizada, pero en una posición mal acomodada.
-¡Niña, tu! ¿Comó te llamas?SIENTATE BIEN, ¿Qué no ves que así enseñas toda la mercancia? COCHINA.

Con esa maestra no se puede dialogar; casi nadie va a reportar a nadie, porque fácilmente te hace llorar, incluso si tú vas a reportar a alguien.

Yo digo que está bueno tener una prefecta que meta orden, pero ésta te espanta de veras. Es una mujer muy alta y distinguida que siempre usa vestidos oscuros, se maquilla mucho y se pinta el pelo de colores rojizos o rojos oscuros. Hasta los padres le sacan vuelta, porque en cada reporte les mete una buena sacudida. Dice el Chiva que su mama le advirtió que ella no regresaba si la mandaban a llamar, que más le valia portarse bien, y aunque ya van varias veces que le piden que venga, pero nada que hace caso, ni por la boleta viene.

La mano ya no me duele, pero tengo deseos de salir corriendo de aquí y estar en mi salón o, mejor, en mi casa viendo tele, o bien dormido, y no en este cuarto con el escritorio en frente, los archiveros y la banca donde nos sentamos todos los reportados.

Yo espero que no vuelva a suceder, de veras se los digo, estas no me agradan. No me gusta este cuarto ni que la prefecta me regañe, por que en las noches, en todas mis pesadillas, aparece su cabellera pintada, su fea mirada y su voz como cuchillo que me destroza como en las peliculas de terror.

Nada mas de pensar en el dinero del vidrio me da tristeza. ¡Toda una semana de propinas tirada ala basura por un vidrio! Y yo que ahora sí pensaba comprar el balón de básquet, ni modo... Aver si después, aunque tal vez no, ni lo dejan traer a la escuela o me lo quitan los cholos. A lo mejor compro otra cosa más necesaria o le doy el dinero a mi jefa para que compre algo, aunque eso va a ser despues de que termine de pagar el vidrio y la  Hitler deje de mortificarme. Ahora voy a dejar de escribir esto, porque ya se está abriendo la puerta y por ahí, estoy seguro, va a asomarse su cabellera y luego vendra el grito...

DETRAS DE LA BARDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora