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03 Junio 1943.

Perfecto, hoy es domingo y era de esos días en los que me sentía estancado, normalmente me pasaba. No podíamos salir por las revisiones que hacían los guardias cada fin de semana.

Era bueno recordar pero nada de eso volvería, las salidas con amigos ahora eran limitadas, eso era si aún mantenías algunas.

Lo ocurrido con Tris... Bueno, ninguno de los dos mencionó lo ocurrido, si había sido lindo, los dos necesitábamos sentir al menos un poco de cariño por parte de alguien. Intentaba convencerme que esa era la razón por la cual acepté que me besara, y yo hacerlo algunas veces.

Tenía frustración, no sabía que quería y tampoco si había sido lo correcto, pero eso claramente no estaba bien, está mal besar a un hombre, al pensar que alguien nos pudo haber visto me helaba la sangre.

Las personas eran de mente cerrada, juzgando la conducta ajena.

Nos encontrábamos comiendo en la pequeña mesa de la cocina, nadie hablaba. Mi padre decía que era de mala educación hablar a la hora de cada comida. Me había regañado incontables veces por esa razón, ganándome más de un golpe.

Terminé mi plato y agradecí por la comida, sonriéndole a mi madre.

Pensé en leer el periódico, pero serían las mismas noticias llenas de mentiras.

Subí a mi habitación, no podía controlar la ansiedad, no hacer nada era tan cansado. Y si, sonaba tonto pero no te cansaba físicamente, todo era mental. Sentirte tan encerrado con el corazón en la garganta a cada segundo.

Apenas eran las 04:57, no tenía nada que hacer, era estúpido intentar distraerme.

Miré la ventana ¿sería bueno salir a escondidas?

Ya lo había hecho pero aún así me daba miedo. Obviamente, pero sentir la adrenalina de escapar es lo que me orillaba a hacerlo.

Así que bajé lentamente el árbol que estaba al lado de mi ventana, raspando un poco mis manos. Respiré aliviado una vez afuera.

Corrí lo más rápido que pude hasta llegar al patio de mi mejor amigo. Toqué repetidas veces su gran ventana, esperando ansiosamente por él.

La cortina fue abierta lentamente, sonreí al mirarle tras esta, hizo una seña indicándome que guardara silencio.
Me colé entre el pequeño espacio que había. Se asomó fuera de su habitación, revisando que nadie notara mi presencia.

Cerró cuidadosamente su puerta y se volteó para abrazarme.

-¿Qué rayos haces aquí Ty?- Se sentó en la cama al mismo tiempo que preguntaba.

-Oh, vamos Tris. ¿qué no puedo visitar a mi mejor amigo?- Sonreí contestándole con otra pregunta. Pero vi su cara de enfado. -Bueno, te explico, estaba aburrido y no tenía nada que hacer y no empieces con tus cosas de que es peligroso-.

-Me preocupo por ti. Crees que no pienso en lo que pasaría si te...-

-Lo se, lo se. Pero ya estoy aquí y llegue bien, mejor ven y abrázame, no vine en vano- Hablé cortándolo. Odiaba hablar sobre el tema de los guardias y lo que harían si nos encuentran.

Abrí mis brazos al ver que se acercaba, enredando nuestras piernas, con su barbilla rozando mi cuello.
Sentí al fin tranquilidad y felicidad de estar a su lado.

Era tan lindo, con su aspecto infantil. Su bonita nariz cubierta de pecas, acompañado de grandes ojos azules, tan parecido a una estrella.
Brillante, llena de vida.

-En donde quiera que esté te voy a querer Tris, no lo olvides. Aún sea en la peor situación, pensaré en ti, en lo bonito que eres y todos los buenos momentos que paso contigo- Sentía su curiosa mirada intentando traspasarme y saber lo que tengo, pero ni si quiera yo lo sabia.

No dejé que hablara, me sentía bien al haber dicho eso.

*

El tiempo había pasado rápido. Por lo que terminé regresando a mi casa apurado y con la misma preocupación de antes.

Me asomé lentamente, antes de saltar cuidadosamente hasta mi cama. Tranquilidad. Eso sentía ahora mismo.

-Robert, en donde carajos estabas- Sentí la fría mirada de mi padre a mis espaldas. Mi estomago se contrajo y el aire en mis pulmones no aparecía.

-He estado aquí padre, ayer te dije que acomodaría mis libros y tamb...- Se acercó a mi violentamente, haciéndome casi caer de mi cama por el nerviosismo.
Dándome un fuerte golpe, reventando mi labio inferior.

-Lo peor de todo es que te atreves a mentirme, ¡¿Qué no te preocupa tu familia?!- Esta vez gritó. Haciéndome temblar del miedo.

-Para- Intentaba hablar lo más claro posible.

Estaba aterrado pero lo merecía, era un idiota.

-¡Eres un estúpido! ¡maldito egoista!- Comenzó a golpearme al mismo tiempo que gritaba maldiciones. Que claramente iban dirigidas hacia mi.

Mi boca ahora estaba repleta de sangre. Veía a mamá parada en la orilla de la puerta, mirándome con lástima. Era lo menos que quería ahora, que mis padres tuvieran lastima y decepción de mi.

Volví a soltar un jadeo de dolor cuando mi padre tiró de mi cabello, obligándome a mirarlo.

-Si con esto no entiendes, créeme que te verás encerrado en un campo de concentración- Sus palabras causaban que el miedo y las lágrimas aumentaran.- Deja de llorar, eres un hombre, maldito marica- Contuve mi llanto y asentí rápidamente.

-Si, j-juro no volver a h-hacerlo- Me soltó, haciendo que cayera estruendósamente al suelo.

-No irás las próximas dos semanas a la escuela, no puedes salir Robert recuerda lo que tu egoísmo causa- Las palabras salían de una manera tan cruel que olvidaba el dolor que sentía físicamente.

Salió por la puerta lentamente, con pasos firmes.
Me levanté cuidadosamente, me miré en el espejo que estaba frente a mi ventana, había demasiada sangre, bajaba por mi nariz y escurría por mi boca.

Solté un quejido por el fuerte dolor, pero esto no se iba a repetir, nunca más.

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HOLOCAUSTO  《Joshler》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora