― [19] ; diecinueve

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Abrí los ojos y Michael me observaba, no podía descifrar su expresión.

Inmediatamente sentí sus brazos al rededor de mi cuerpo. Tenía unas estúpidas ganas de llorar. Nunca me había sentido así. Necesitaba que alguien me ayudara. Aunque también tenía miedo. ¿Cómo reaccionaría Ashton? ¿Se enfadaría con él? ¿O conmigo? Pero no era mi único miedo. Sabía que me estaba arriesgando a terminar con el corazón roto. Un muy posible corazón roto. Michael tenía la imagen de ser el típico casanova, mujeriego, chico de-una-sola-noche; el que pasaba las noches, cada una con una chica distinta sin comprometerse a nada. Sólo por su propia diversión y satisfacción. Él típico chico rompecorazones. Y no quería tener el corazón roto pero las ganas de sentir el amor, ese hermoso, maravilloso y único sentimiento del que tanto había oído hablar eran muy intensas. Me sentía una completa idiota al tener dieciocho años y un historial sentimental completamente vacío.

—Lo único que te pido es que no me lastimes —susurré. Mi miedo era muy grande, tanto que la suplica salió sin siquiera haberlo intentado.

Él retrocedio unos centímetros, quedándo frente a frente a mi.

Y me besó.

Había sido como la primera vez, sólo que este tenía un poco más de intensidad y necesidad. ¿Cómo debía de tomarlo? ¿Era su manera de decirme que no lo haría? ¿Que no me lastimaría? Ojalá sí.

Dejé de pensar en eso. Y sólo seguí besándolo.


—Debes irte —susurré.

Habíamos pasado la última hora y media en silencio. Mirándonos y besándonos. Era la una y veinte en la madrugada y Ashton no tardaría en.llegar.

—¿Por qué? —preguntó sobre mis labios.

—Ashton no tarda en venir —respondí mirándolo expectante por que entendiera que no se podía quedar por que Ashton todavía no se podía enterar.

—Me quiero quedar —dijo.

—No puedes —le expliqué. —Mañana nos veremos otra vez —traté de convencerlo.

—Tendría que esperar. Y no me gusta esperar. Menos por lo que quiero —habló. Y me pareció que en sus palabras se escondían unas segundas intenciones que en cierto modo me atemorizaron.

—Vamos, Michael —no pude terminar la frase debido a que se escucho la puerta principal abriéndose.- ¡Ya! Debes irte.

—¿Cómo? Ashton ya está aquí.

—Sal por mi ventana. No es nada difícil. Hasta yo puedo hacerlo.

—Ajá. Con que la buena chica se escapaba por la ventana de su habitación, ¿uh? —se burló.

—Cállate y vete —le ordené avergonzada.

Me besó por última vez.

—Mañana no te librarás tan fácil de mi, nena. —me advirtió y abrió por la ventana. Antes de saltar se volteó y me guiñó el ojo.

Suspiré. Bajélas escaleras y vi a Ashton caminando torpemente por la sala. Está ebrio, me dije en mi interior.

—Ashton... —lo llamé.

Élse volteó. Tenía las mejillas algo ruborizadas y algunas ligeras yborroneadas marcas de labial en la cara.

—Oh,hola Dev —habló con una extraña voz. —Sabes —pausó. —¿Sabes porque... mamá nos dejó? —me preguntó apuntándome y tambaleándoseun poco.

—Ashton,¿dónde estuviste? —respondí comenzando a enfadarme.

—Ella se fue por que... —hipó. —Por que no nos quería. Por que cuándo papá se fue a allá arriba —señaló el cielo. —La dejó a ella sola con nosotros. ¿Recuerdas ese último día cuándo nos dijo que... —dejó caer unas lágrimas. —Que se iba para tener la felicidad que nunca había tenido? Esa felicidad que nosotros no le dábamos. Que dejó de tener cuándo papi se fue —preguntó.

—Ash...—traté de frenarlo, aguantándome las lágrimas. —Cálmate. Subamos a tu habitación.

—¡No! ¡Quiero saber por qué no la hacíamos feliz! —exigió. —¿Acaso fue por mi? —preguntó. —Soy un estúpido, un inútil, nunca la ayudaba ni le decía lo mucho que la amaba —habló derramando más lágrimas.

—Ashton, no fue tu culpa... —traté de convencerlo mientras que algunas lágrimas rebeldes se me escapaban.

—Pero... si no fue mi culpa, ¡entonces fue tuya! —gritó dejándome atónita. —Siempre la hacías enfadar. Ella vivía diciendo que no hacías nada bien, que eras una inútil. Nunca le serviste. ¡Por eso nos dejó! ¡Por tu culpa! ¡Por no servir para nada! —se desplomó en el piso.— ¡Por tu culpa mamá me dejó! —gritó.

No podía creerlo.

Él no estaba tan ebrio, estaba con más de la mitad de su coherencia y aún así podía acusarme de ser la causa de que mamá se haya ido.

Las lágrimas salían como cataratas de mis ojos y mi pecho subía y bajaba muy rápida y entre-cortada-mente. Se me estaba yendo la respiración.

Ashton había volteado y me miraba desde arriba. Parecía que le había tomado unos cuántos segundos darse cuenta de lo que había dicho y del daño que me había causado. Lo supe cuándo abrió los ojos alarmado.

—Dev —me llamó parándose. —Devonne, por favor. Perdóname —se acercó y trató de rozarme el brazo pero inmediatamente retrocedí.

—¡Aléjate de mi! —le grité después de haber conseguido normalizar mi respiración de alguna forma para poder hablar. —¿Cómo pudiste decirme eso? —pregunté con la voz entrecortada.

Nunca, jamás me había sentido tan lastimada, dolida y traicionada en mi vida. Ni siquiera cuando nuestra madre nos dejó me sentí tan lastimada. Ni cuando mi padre murió me sentí tan dolida.Ni cuando las que decían ser mis amigas me fallaban me sentí tan traicionada.

—Lo lamento —intentó acercarse otra vez.

—No me toques —mi respiración volvía a acelerarse. Mis lágrimas seguían corriendo camino abajo por mis mejillas sin querer detenerse. No tuve otra opción y subí corriendo a mi habitación.




FUCKING AND PERFECT YOU; mgc #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora