Capítulo 2

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El corazón de Jax palpitaba tan fuerte en su pecho, que sus costillas dolían por el esfuerzo de detener el órgano saltando en los brazos de la mujer. El momento en el que había visto su pierna larga y desnuda bajando sobre la cerca, la había querido. El hecho de que ella hubiera resultado ser tan sensible a sus dedos como el papel de seda tocado por la llama, había convertido su polla en una barra de hierro. Aquella astilla de madera en su trasero le había hecho querer romper la maldita cerca en pedazos por atreverse a hacerle daño. Ella no se parecía en nada a una gata pero era linda como una gatita, ojos grandes con la piel más suave. Jax quería sobarla y acariciarla y abrazarla mientras ella ronroneaba en sus brazos.

Él entró en el dormitorio y encendió la luz. Ella estaba de pie en la ventana retirando las cortinas, y se dio la vuelta para mirarle. Sus ojos eran asombrosos, azul cobalto con motas castañas, bordeados por pestañas oscuras y espesas. Su pelo tenía varios matices de rubio, un poco como el suyo, y cortado en un estilo que la hacía parecer como si acabara de salir de la cama. Jax se pasó los dedos por el pelo y sonrió abiertamente.

Ella se quitó el vestido por la cabeza y sonrió. Ah, joder. Y él que había pensado que ella podría necesitar un poco más de persuasión. El sujetador rojo que hacía juego con aquellas bragas rojas rasgadas. Senos alegres y un escote que él quería joder. Dios, como si su polla necesitase más estímulo. Jax suspiró cuando sus pelotas se apretaron. Ella era alta y delgada, justo lo que le gustaba. Sus piernas eran eternas. Él imaginó que sus tobillos se envolvían alrededor de su cuello mientras él la follaba sin sentido, y su polla gruñó con impaciencia.

Jax esperaba como el infierno que ella no buscara delicadeza y sexo lento y suave. Aunque él era más que capaz de eso, el sexo lento no era lo que necesitaba en aquel momento. Ni ella, suponía. Sus labios estaban ligeramente abiertos y él podía ver la punta de su lengua recorriendo sus dientes superiores. Su lengua se movió por el borde de su boca y se lamió el labio superior. Ella tembló. Él también. Mierda. Estaba actualmente conectado para rápido y furioso. Si no la tenía en los próximos dos minutos, se deshonraría y se correría en sus pantalones. Ya podía sentir una mancha mojada en la punta de su polla. Lento y cuidadoso podría venir más tarde. Jax dio un paso hacia ella.

-¿Tienes un condón? -preguntó ella.

Joder, mierda y cojones.

-No te muevas -dijo él-. Ni un centímetro. Ni siquiera sonrías hasta que yo vuelva.

Jax probó en el cuarto de baño al otro lado del rellano de la escalera. Su polla se esforzó por escaparse, impulsándole a apresurarse. Presionaba tan fuerte por salir de sus pantalones que bastante pronto tendría un fantástico tatuaje de la cremallera metálica por toda la longitud de su pene. Jax buscó en el botiquín detrás del espejo, esperando que su cuñado tuviera una reserva enorme de gomas. Nada. Mierda. Whoa, ¿equipo de embarazo? ¿Kelly estaba intentando tener otro bebé después de aquel monstruo que ya tenían? Jax sacudió el pensamiento de su cabeza, esperando que eso no significara que iba a tener mala suerte sobre los condones, y bajó hasta el armario debajo del lavabo.

Esto no iba a pasar sin un condón. Él nunca corría esa clase de riesgo. Jax exhaló un enorme suspiro de alivio. Un paquete sin abrir de doce en varios sabores. Tal vez sería realmente afortunado. Su polla trató de asentir en acuerdo pero estaba demasiado confinada.

-No te preocupes, chico. No tardaré mucho. -Jax se estremeció. ¿Desde cuándo le hablaba a su polla? ¿Y le daba un nombre?

De vuelta en el dormitorio, Miss Tentación estaba de pie exactamente donde él la había dejado, sólo que la luz principal estaba apagada y una lámpara de noche encendida.

Anna en el MedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora