Capítulo 7

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  Anna dejó caer su bolso encima de su escritorio en SLS, Superior Lenguaje Solutions*, se desplomó en su silla y se estremeció. Su trasero todavía estaba dolorido. Encendió su ordenador. Eran justo pasadas las siete de la mañana, así que tenía la oficina para ella sola. Necesitaba un momento en calma para trabajar en una traducción difícil para el MOD, el Ministerio de Defensa**, antes de que los cuatro con quienes compartía la sala llegaran. Anna no había planeado hacer horas extras para este documento, pero no podía dormir, no había sido capaz de dormir desde el anuncio de Beth y Calum, y mucho menos desde el instante de locura con Jax. Eso es lo que había sido, una locura, aunque no un instante.

 Hizo una mueca con la boca al recordar el número de orgasmos que había tenido. Él no había estado desprovisto en esa área. Anna jamás había conocido chicos que pudieran correrse tantas veces. Esto le hizo darse cuenta de lo mucho que echaba de menos un hombre en su vida y de lo mucho que extrañaba el sexo. Por una vez, su madre y su hermana estaban en lo cierto, tenía que encontrar un hombre, uno sin esposa ni hijos.

 Cliqueando a través del archivo MOD, Anna encontró el lugar en el que lo había dejado el viernes y empezó a traducir del griego al inglés. Había estudiado griego antiguo y moderno en la Universidad para el asombro de su familia, ya que nunca había estado de vacaciones en Grecia. Cuando sus cuatro años de estudio terminaron, sus padres esperaban que se dedicara a la enseñanza. Su madre era profesora de física, su padre era profesor de economía, y no veían qué más podía hacerse con un título en griego. La enseñanza a cualquier grupo de edad era lo último que Anna quería hacer. Beth había sido la niña buena y se había entrenado para enseñar a los menores de once. Un infierno en la tierra, en opinión de Anna. No es que no le gustaran los niños, le gustaban, pero en pequeñas dosis.

 Lo que le encantaba a Anna eran las viejas historias de héroes griegos y romanos. Ella devoraba las historias de Troya, se enamoró de héroes como Héctor y Aquiles. Se imaginaba a sí misma en Pompeya, cuando el volcán hizo erupción, llevando a la gente a zona segura, o como una brillante estudiante acudiendo con algún astuto ardid para ayudar a Cicerón a ganar un caso. Anna era siempre el héroe anónimo de sus historias y siempre tenía sexo fabuloso. Las clases de latín habían abierto sus ojos a un mundo nuevo, pero sabía que estudiar un idioma antiguo a escala universitaria no era la cosa más útil que hacer. El griego antiguo y moderno era un compromiso entre lo que quería y lo que podía hacer y se había sorprendido a sí misma por la rapidez con que había asimilado el idioma. Adoraba el extraño alfabeto griego y había pasado un año en Grecia, trabajando para una empresa química durante la semana y usando los fines de semana para explorar los blancos pueblos de ensueño, y dar paseos a través de las ruinas de antiguas civilizaciones. Era fácil bajo el cielo azul simular ser una bella esclava cuyo amo se enamoraba de ella.

 Su vívida imaginación la mantuvo cuerda, pero con el corazón vacío. Anna había estado esperando el romance y se había enamorado de un camarero de cabello oscuro con una sonrisa descarada y dedos mágicos, que trabajaba en un restaurante junto a la playa. Stefan dio lo mejor de sí en la cama, donde pasaron largas y perezosas mañanas, con ella enseñándole inglés y él enseñándole a amar. Hasta que una noche recibió un mensaje de texto, pidiéndole reunirse con él después del trabajo en un pequeño café al otro lado de la ciudad. La mirada de sorpresa en su rostro al verla llegar le dijo a Anna que el mensaje no había sido para ella.

 Stefan había roto más que su corazón. Había confiado en él y la había decepcionado. También lo hicieron los siguientes tres tipos. Nunca había sido fácil que la dejaran, pero parecía que para Anna era más difícil de soportar. Cada vez tardó más tiempo en superar el dolor de su fracaso. Extrañaba el cálido cuerpo en la cama junto a ella, el hablar, la emoción de la anticipación. Por último, había aprendido la lección. Mantuvo su corazón cerrado y sólo relaciones a corto plazo. Nunca se dejó involucrar; de esa manera no saldría lastimada. Bueno, Jax había demostrado que esa teoría era errada. Una sola noche y ella resultó herida. Pero la verdadera ironía es que ni siquiera había tenido una relación con ese hijo de puta de Calum y él seguía haciéndole daño.

Anna en el MedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora