Anna se preguntó si se atrevería a irse de la casa de sus padres en lugar de quedarse para almorzar. En realidad se preguntaba si se atrevería a marcharse sin decir adiós. No había dormido después de regresar y se metió en la cama de su niñez, su mente inmersa con recuerdos de Jax y su familia hasta el punto de que su cabeza latía de dolor. Había tenido el sexo más fabuloso de su vida y ni siquiera iba a ser capaz de recordarlo con placer debido a que la ira, la culpa y el remordimiento habían envenenado su felicidad.
Se mantuvo acostada escuchando cómo el resto de la casa empezaba a agitarse y esperó a que hubieran bajado antes de arrastrarse hasta el baño. Incluso después de una larga ducha, tenía círculos oscuros bajo sus ojos y una helada pena en su corazón. Anna sospechó que ambos permanecerían con ella por un largo tiempo.
La resurrección de sus habilidades de la adolescencia y el recuerdo preciso de cuál escalón, el tercero y el séptimo, chirriaban, le permitió a Anna llegar a la parte inferior de la escalera sin que nadie la oyera. La puerta principal estaba a la vista. Cinco pasos. No más. La cabeza de Anna cayó. No podía hacerlo. Mierda, era una cobarde. Podía librarse del almuerzo pero no podía evitar despedirse. Dejó su bolso en el pasillo y al llegar a la puerta de la cocina, escuchó su nombre.
—¿Qué hay de Anna? —dijo su padre—. ¿No crees que es demasiado pronto?
—No queremos esperar —dijo Whiny Beth con su chillona voz de ratón.
¿Esperar para qué?
Anna empujó la puerta y entró. Cuatro rostros giraron hacia ella. Las miradas afectadas de sus padres, la mirada culpable en los ojos de Beth, pelo encrespado*, y la sonrisa satisfecha del bastardo baboso de Gareth.
—Buenos días,Anna.
Anna apretó los dientes. Por supuesto que tenía que ser Gareth quien hablara primero.
—¿A qué hora llegaste? —preguntó su madre.
¿Cuántos años tenía? ¿Dieciséis?
—No demasiado tarde —cerca de las tres.
—Oh, estoy seguro de que te escuché llegar aproximadamente a las tres —dijo Gareth.
Maldito chismoso.
—Él tiene el sueño muy ligero —Beth acarició su mano.
—Yo no —dijo Anna y sonrió, pensando que realmente no había mentido. Ella no era de sueño ligero.
—¿Dónde estuviste anoche? Pensé que íbamos a compartir un taxi para volver —dijo Beth.
—No sé cómo me perdiste. Estuve allí en la fiesta, aparte de una hora en la habitación con el tipo que se parecía a George Clooney. Ja, ja.
Nadie se rió. Gareth frunció el ceño y Anna resistió el impulso de sacarle la lengua. ¿Por qué no podían ver a través de él? La frustración le retorció el intestino. No tenía sentido esperar que la atontada de Beth pudiera ver quién era en realidad, pero ¿por qué no sus padres? ¿Eran ciegos? ¿No podían ver que era un canalla?
Anna suspiró. Muy bien, asía primera vista, no parecía tan malo. Gareth era alto, moreno y moderadamente guapo, si te gustaba el estilo suave y elegante. A Anna no le gustaba. Él tenía un buen trabajo en la ciudad y un automóvil inteligente. Algún tipo de Porsche. Beth era lo bastante superficial para que eso fuera suficiente. Beth era feliz,así que mamá y papá eran felices. No parecía importarles el que Anna fuera miserable. Llevó un vaso de agua a la mesa e hizo una mueca cuando su trasero golpeó el asiento.
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Anna en el Medio
RomanceAnna está en medio de un lío. La está persiguiendo un tipo manipulador que está a punto de casarse con su hermana y que encima ha convencido a todos de que Anna está celosa. Su suerte cambia cuando conoce al alto, moreno y guapísimo Jax. Per...