Jimin
Desde que puedo recordar, siempre he tenido la libertad de hacer lo que quisiera. Mi madre odiaba quedarse en casa y ser una buena madre. Incluso en las raras ocasiones en que estuvo en casa, no dijo nada sobre lo que hacía de todos modos. Hacía la vista gorda a la rotativa de chicas en la puerta y a las noches que no volvía a dormir.
Me llevé a diferentes chicas a la casa todo el tiempo porque sabía que podía. Las metí porque sabía que era lo que querían. Cada una de esas chicas quería tener la oportunidad de presumir a sus amiguitas que secretamente odiaban lo que yo le daba durante el día. Entonces harían un pobre intento de ser "la chica que me domó", que era jodidamente estúpido de su parte. Pero, ¡eh!, no las escogía por sus cerebros, de todos modos.
Nunca fui domesticado, poseído o estado en una relación y nunca lo haré. Advertí a todas y cada una de las chicas con quienes estuve incluso antes de desabrochar mis jeans que no iba a haber una relación. Nada de enviar flores o quedar abrazados hablando de nuestros futuros hijos.
Hubo algunas excepciones a mi regla de "sólo un vez", y esa fue Piper. Cuando su culo flaco se subió a mi regazo anoche en pelotas, no era nada nuevo. Piper siempre estaba disponible cuando yo la llamaba y sabía cuándo tenía que dejarme en paz. La llamé, vino, en más de un sentido. Ese era nuestro acuerdo, sólo sexo, y era malditamente bueno.
La clase estaba casi llena cuando entre y me dirigí a mi asiento habitual en la parte trasera del aula, pero estaba tomado. Mi sexy, pequeña vecina espía estaba instalada en el con su atención absorta en algún cuaderno. Por suerte para mí, había un asiento vacío a su lado y me dejé caer de culo en él. Mi silla chirrió cuando me moví más cerca, alejando sus ojos del cuaderno para fulminarme con la mirada.
--En serio --gimió, cerrando de golpe su cuaderno. Fruncí el ceño, no era el habitual saludo que recibía del sexo opuesto.
--Me alegro de verte también. Pensé en mostrar un poco de amor al prójimo y ver cómo iba tu día, mi joven voyeur3. --Una sonrisa maliciosa se apoderó de mis labios y sus ojos oscuros se volvieron fríos.
--En primer lugar --susurró con dureza inclinándose hacia mí--, no soy una maldita voyeur, como ya te he dicho. Me viste mirando, lo entiendo. Termina con esa broma. En segundo lugar, sería mucho más fácil para nosotros dos si tú, por favor, te cambiaras a otro asiento, de preferencia a unos cinco metros de distancia.
--Sí, no puedo hacer eso.
--¿Y por qué es eso?
--En realidad eres tú la que está sentada en mi sitio.
--¿Hay lugares asignados? --preguntó, mirándome con escepticismo.
--Más o menos.
--No, no hay. Está mintiendo --dijo una voz chirriante desde el lado opuesto a ella. Eché un vistazo sobre su cabeza, para ver al que menos me gusta de todos los pendejos, Jin--. Creo que no nos conocemos. Soy Jin --se presentó, tendiéndole la mano a Daisy.
Asintió hacia el señor fanfarrón, estrechándole la mano, a continuación volvió la mirada hacia mí.
--No te puedes sentar aquí. Ahora tu pequeña novia demonio probablemente esté tramando mi asesinato mientras hablamos y todos los demás están mirando.
Mis ojos se abrieron divertidos.
--No tengo novia así que eso no puede ser cierto, y me importa un bledo si todos estos idiotas nos están mirando. Es culpa tuya, no mía. Si me voy, todavía estarían mirándote, porque eres carne fresca por aquí.
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Viviendo con nuestros defectos (Jimin) BTS
FanfictionPude no haber jalado el gatillo, pero también pude haber hecho que la bala no lo hiriera.