12. Nuevos recuerdos

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Observaba por la ventanilla cada pequeño detalle que veía a través de ella. Desde los gigantescos edificios, hasta una aparentemente insignificante boca de incendios. Trataba de ver todos y cada uno de los rostros de todo el que pasaba, con la esperanza de avanzar algo. De recuperar. Un tal Happy Hogan conducía el coche en el que a parte de mi, iba Tony Stark. Steve Rogers asistiría pero incubierto, por si necesitábamos refuerzos. Y sobre Peter Parker, seguía sin noticias nuevas.

Necesitábamos ser los menos posibles, presentarse en la casa de un adolescente de dieciséis años con hombres armados y vestidos con uniforme no transmitiría mucha confianza.

Una vez delante de la supuesta casa, Tony y yo bajamos del coche y nos detuvimos en el portal, donde Stark hizo los honores de llamar al timbre. Esperamos poco más de un minuto, cuando una señora de unos cincuenta años nos abrió la puerta.

Nos analizó en silencio a cada uno de nosotros y dijo: 

— Ni en broma. — y nos cerró en las narices.

— Muchas gracias, muy amable.— dije irónica.

Tony chasqueó su lengua y se acercó a la entrada para que pudieran oírlo mejor desde el interior.

— Necesitamos su ayuda señora Andrew. Al menos escúchenos.

— ¡Largo! No pienso ayudar a nadie de su pandilla de bichos raros. ¡No tienen ni idea del miedo que pasé por mi hijo! ¡Den las gracias de no he decidido denunciar!

— ¿Sabe qué? Hágalo. Nos beneficiaría. Usted tuvo miedo de perder la memoria de su hijo, pero dígame señora Andrew, si realmente Hydra lo hubiera hecho. ¿No querría usted que su hijo volviera a conocerla? ¿No le gustaría que volviera a su vida normal y que pasara página lo antes posible?— hizo una pausa— Oiga... Solo quiero ayudar a mi hija.

— Esa no es tu hija, Stark. 

— Por lo menos él no me hizo esto. — intervine— Intenta ayudarme, arreglar lo que mis padres se encargaron de destruir.

— Largaros, Lena. — ordenó la señora — Lo siento por ti. Pero no puedo permitir que mi hijo vuelva a...

— ¿Qué está pasando aquí?— se oyó una voz masculina. — ¿Con quién estás hablando, mamá? — el chico abrió la puerta. — ¿Lena? — se quedó mirándome perplejo. — ¡Lena! — se abalanzó sobre mi en forma de abrazo. — Dios mío, me dijeron que habías muerto. Yo... — parecía llorar de la conmoción— Esto es irrealista. — rió ligeramente separándose de mi cuerpo.

Acuné mis manos en su cara y le miré a los ojos. Thomas Andrew. Él era Thomas Andrew. 

— Él era tu...

— Mi mejor amigo — interrumpí a Tony. — Le conozco. — sonreí. — Te conozco. — una lágrima salió de mis ojos de la emoción. Le volví a abrazar. Esta vez fue diferente. Una oleada de recuerdos acudió a mi como si acabaran de haber pasado hace cinco minutos. Desde datos irrelevantes como la exposición que hicimos sobre One DIrection que hicimos en séptimo grado hasta cosas más personales como haber pasado toda la noche en el hospital mientras operaban de urgencias a su abuela que finalmente falleció. Recordaba hasta sus películas favoritas, sus bandas de música preferidas y aquella extraña manía que tenía de comentar todas y cada una de las series que veíamos juntos. Pero era incapaz de sentir una pizca de afecto por él, y me sentía mal por ello. Era como si todo lo que recordaba no lo hubiera vivido yo, como si hubiera sido otra persona y a mi solo me lo hubieran contado. Después de todo, una amistad como la que se supone que teníamos se basa en las experiencias basadas y en lo vivido con el otro, pero si yo no sentía haber vivido nada, difícil sería retomar aquella relación donde se quedó.

Me separé algo decepcionada. Él estaba feliz, como si me hubiera echado de menos y estuviera deseando pasar todo el tiempo que entre los científicos, los superhéroes y mi memoria había perdido.

No pude evitar sentirme mal con ello, a no ser que un milagro sucediera, tardaría demasiado tiempo en volver a ser la versión de Lena que él esperaba.

— Muchas gracias, Thomas. — sonreí falsamente. — Creo que esto basta por hoy, Tony. Regresemos a la Torre. — Tony asintió y volvimos al coche.

— Algo no iba bien. ¿Qué ha pasado?— me preguntó.

— Cuando vi a Peter me acordé de él, de mis sentimientos hacia él, de que me gustaba. — admití. — Pero no fui capaz de rescatar ningún recuerdo que justificara porqué. En cambio con Thomas recuerdo todas y cada una de las cosas que hemos pasado, pero... No puedo quererle. No es que no quiera, de verdad. Pero es como si no hubiera sucedido nada, aunque tristemente lo recuerde todo.

— Entonces habrá que crear nuevos recuerdos, y deberás forjar nuevas amistades. ¿No crees? —me sonrió y le imité para luego asentir.— Bien, pues busquemos a nuestro Spidey.







𝑵𝑬𝑽𝑬𝑹 • 𝙋𝙚𝙩𝙚𝙧 𝙋𝙖𝙧𝙠𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora