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Siempre habían sido amigos, desde que habían llegado a Hogwarts. Pero estar en Azkaban había cambiado algo en Sirius.
Solo había una cosa que mantenía cuerdo al moreno, aguantando las torturas de los dementores, y era Remus, a parte de su inocencia.
Pero ese lugar era tan deprimente que hacia que Sirius no pudiese distinguir la diferencia entre lo que había sido real o no. Aun así sabía una cosa que no podía cambiar, y era sus sentimientos hacia el licántropo.
13 años llevaba allí encerrado, y 8 años sin ver a Remus, el cual Sirius le había hecho prometer que no volvería, al ver el desgaste mental que le provocaba estar rodeado de Dementores.
Pero por fin escapó, Sirius debía encargarse de varias cosas antes de salir corriendo en su busca.
Remus, Remus iría a su casa, le había visto en un par de ocasiones desde que había escapado, pero solo de pasada. Ahora podría hablar con él, incluso quizá.... Sirius sacudió la cabeza, no quería hacerse ilusiones.
—Sirius....—dijo una voz detrás suya, haciendo que se erizase el pelo de la nuca. Sirius se giró lentamente encontrándose con el hombre que vivía en sus pensamientos.
—Remus—dijo Sirius de la misma manera, mirando lentamente de arriba a abajo al que había sido su amigo, y amante.
Estuvieron así durante un rato, sin hacer nada más que mirarse, de arriba a abajo, centrándose rápidamente en los ojos del otro.
—¡Sirius! ¡Remus! ¡Ayudad a poner la mesa!— nos ordenó la señora Weasley, que también estaba en casa de Sirius, junto al resto de la orden.
Pero, ninguno de los dos pudieron esperar para decir lo que pensaban:
—Me alegro de volver a verte
—Te he echado de menos
Ambos se sonrojaron al darse cuenta de que habían hablado a la vez.
—¿Sabes? Azkaban te hace reflexionar—dijo Sirius mientras con un movimiento de varita ayudaba a poner la mesa, no querían enfadar a Molly.
—¿Y sobre que has estado reflexionando Canuto?— preguntó Remus, mientas ambos caminaban al salón, donde no había nadie.
—Me he dado cuenta de que no quiero perder más tiempo, he perdido trece años—dijo Sirius acercándose un poco a Remus, lentamente.
—¿Y en que vas a usar tu tiempo?— pregunto Remus dando un paso hacia Sirius, acercándose más a él.
—En ti— dijo Sirius, tomando la iniciativa, cogiendo a Remus de la cara y besándole.
Drarry
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—¡Draco!— gritó Harry entrando en el despacho de Draco, claramente alterado.
—¿Qué quieres ahora Potter?—preguntó Draco, levantando la cabeza de los informes que estaba leyendo.
—¡Es nuestro bebe Draco! ¡Ya viene!— gritaba Harry, completamente histérico, mientras comenzaba a caminar de un lado al otro de la sala.
—¡Pero si falta un mes!—grito Draco levantándose rápidamente de su silla, para empezar a correr por la gran casa, buscando la bolsa para el hospital, mientras Harry cogía los polvos flu.
—Hospital de San Mugo— gritaron los dos hombres desde dentro de la chimenea. Para, después de apenas unos segundos, aparecer el el corredor del hospital.
Comenzaron a correr por todo el edificio, buscando la zona de maternidad.
—Hola, buscamos a una chica llamada T/N, esta de parto— dijo Draco alterado, parando a un enfermero en el medio del pasillo. Debían encontrar a su amiga antes de que tuviese a su bebé, no querían perderse el parto.
El enfermero señaló a unan habitación y los dos chicos corrieron hacia ella, encontrando a su amiga, rodeada de médicos, pero apenas les dio tiempo a acerarse cuando una médico gritó.
—¡Es un niño!—gritó la médico, que sujetaba un bebé en el aire. Le colocaron entre toallas y se lo entregaron a Harry.
El bebé era rubio platinado, los padres se miraban entre ellos y a su bebé.
—Scorpius, Scorpius Hymperion—dijo Draco sin poder apartar la mirada del bebé.
—Viene otro— gritó otro médico mientras le pedían a T/N que empujase.
Minutos después le entregaron a Draco otro bebé rodeado de sábanas.
—Es otro niño—dijo el médico alejándose de los padres, para seguir atendiendo a T/N.
El segundo bebé era completamente diferente, tenía una oscura melena negra.
—James Sirius— susurró Harry, mientras se acercaba con cuidado a su marido, para besarle.
