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Park Jimin era la personificación de la ternura, se sonrojaba con facilidad y tenía debilidad por los dulces y las cosas brillantes. Pero, a diferencia de lo que la mayoría pensaba, él no tenía una larga lista de amigos porque sólo era un objeto. Un cachorro en una tienda de mascotas al que le dabas mimos y palabras cariñosas para después irte sin él, mientras ladraba y agitaba su cola esperando ingenuamente que volvieras la mirada a él. Ya se había rendido a los quince años cuando su madre le echó de la casa diciendo que necesitaba empezar de nuevo, y en sus planes no estaba incluido Jimin. Demasiado joven para sobrevivir por su cuenta, sus abuelos le acogieron intentando minimizar el dolor del rechazo de su madre.

Pero las caricias de sus abuelos eran mentiras para tapar la vergüenza de tener una hija que había abierto las piernas a la primera persona que le habló bonito a la edad de catorce años. Jimin sólo era un recordatorio de las burlas y cotilleos que tuvieron que pasar esos ancianos desde que comenzó a abultar el vientre de su madre, comprimiendo sin consideración sus intestinos; porque sólo fue eso, un parásito alimentándose de ella mientras se desarrollaba en su útero. No creyó en sus sonrisas ni sus palabras de aliento, pero se quedó. No tenía a dónde más ir.

La vida como la conocía cambió y con ello la rutina que seguía hasta ese día. Se mudó de casa y tuvo que transferirse a un instituto más cercano de la propiedad de sus abuelos.

El primer día de clases que se presentó ante la clase, después de que el director aceptará incorporarlo a mitad del curso, con un simple pestañeo y una sonrisa fingida se ganó a las chicas de su curso. Terminó juntándose con unos chicos que se le acercaron haciendo bromas sobre lo delicado que lucía. No tuvo problemas con aquello, su madre escupía cosas peores, casi hasta extrañó los días en los que no hacía más que hostigarle por la casa reprochándole que él era el protagonista de sus desgracias mientras que se burlaba de las facciones de su rostro e incluso le denigró por ser varón, por parecerse tanto a su padre.

Se rió como si fuese gracioso y se refirió a ellos con respeto cuando respondió que se lo decían a menudo. Confundidos, uno de ellos afirmó deliberadamente que era un maricón desesperado.

Jimin extendió la comisura de sus labios, formando una verdadera sonrisa, sin apartar su mirada del chico que parecía extrañado por su reacción, buscando hacerle enfadar y fallando en el intento.

―Nunca lo sabrás ―murmuró, riendo suave con ese toque inocente que poseía.

A Jimin sólo le tomó dos semanas hacer que se lo jodiera en los baños más apartados del instituto, cerca del gimnasio que se encontraba desolado por las mañanas de los lunes sin ningún alma en pena que rondará por ahí. Dejó que le violará, por así decirlo, porque dijo "no", pero tampoco le empujó ni gritó. Y en realidad, lo esperaba, lo ansió desde que notó que era el único de ese grupito de tres que le miraba lascivamente. Le llevó al borde de la provocación y recibió gustoso las consecuencias de ello.

Jimin sí era homosexual y sí, estaba desesperado, no conocía el amor; y buscaba atiendas algo que se le pareciese tan siquiera un poco. Terminó con moretones en las caderas y un fuerte dolor que le martirizó el resto del día, pero sonrió a toda persona que se le cruzó por en frente como si nada pasará y aunque dolió, se forzó a caminar con naturalidad.

Se reunió con el grupo de chicos con los que se frecuentaba últimamente y sonrió incluso a Hoseok, quién le había acorralado y sodomizado en los sucios baños del gimnasio. Le vio temblar y evadirle. La sonrisa de Jimin se borró por un momento, ¿por qué? ¿Por qué actuaba como si lo que hicieron estuvo mal? ¿Acaso iba a fingir que no pasó?

Jimin sintió un vacío y recordó la angustia que vivió día tras día durante su infancia, buscando siempre una buena manera de mantener la atención de su madre en él; haciéndola reír, sacando excelentes notas, siendo aseado, tierno, perfecto.

Bajó la mirada y presionó la yema de sus dedos contra sus muslos, deseando poder gritar qué era lo que sucedía si hace un par de horas habían tenido sexo y eso estuvo bien para ambos.

―Hey ―llamó Jongup ―. Quita esa expresión de mierda.

Jimin reaccionó y alzó la mirada, recordó que todos le estaban viendo y sonrió, riéndose con la dulzura que caracterizaba su voz.

―Creo que me ha caído mal el desayuno ―mintió y clavó la mirada en Hoseok.

Como todos en su vida, sólo le usaban.





n/a: no es fluff y no será largo.
lo borro si sale muy cutre, ah.

170707;;

FILL MY SOUL WITH VOMITDonde viven las historias. Descúbrelo ahora