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Detesto y odio muchas cosas, como por ejemplo:

1. Odio estar en casa a menos que sea mi habitación porque:

A. Detesto mirarle la cara a mis padres, sobretodo porque siempre tienen la cara de un culo, y eso me me hace ponerla a también.

B. Detesto que mis progenitores sigan juntos, sigue sin entrarme la idea de cómo se juntaron, deberían separarse; le harían un favor a las paredes de mi hogar.

2. Estar en mi habitación significa un estado de soledad extremo y odio eso... Bueno, cuando mi nivel suicida está muy intenso. De lo contrario me gusta estar solo, pero ese es otro tema que luego escribiré.

3. Detesto estar con la mayoría de las personas: principalmente porque son muy ruidosas, y un pozo de 30 metros tiene más materia que sus mentes llenas de aire y más vacío y más aire.

4. Odio la preparatoria por el punto número cinco.

5. Detesto a (la mayoría de) la gente de la preparatoria porque hacen crear relaciones artificiales (relaciones que nunca harías por tu cuenta pero que el medio que te rodea te obliga a hacerlo, como trabajo, escuela, y etcétera porque me quedé sin ideas):

A. Finge agradarle a los demás.

B. Se tienen que amoldar a los otros porque conviven con ellos todos los malditos días, y eso nos lleva al punto número cinco y por ende a la letra A de ese mismo número.

C. Son demasiado ruidosos y no encuentran nada mejor que hacer. Eso produce que hagan muchos sonidos que contaminan más y más mis oídos, como: gritos, chillidos y sus molestas voces que parlotean de cosas que ni al más idiota le interesa.

D. Que todos los días no se cumpla mi deseo de que el bus escolar se encienda y todos muramos entre la chatarra ardiendo. Le haríamos un favor al mundo: ellos por dejar de existir, y yo por hacerle un favor a mis padres al dejar de tener un hijo depresivo.

Detesto y odio muchas cosas, pero lo demás lo escribiré después.

Dejé la pluma en la hoja que recién había terminado de escribir y cerré el cuaderno. No habría escrito allí de no ser porque fue lo primero que encontré, jamás le haría caso a mis padres con sus patéticas ideas: «Escribe en este cuaderno y plasma tus sentimientos, así serás más feliz y tendrás una vida maravillosa». Vale, tal vez yo había cambiado un poco las palabras para que sonaran más estúpidas de lo normal, pero prácticamente lo que me decían era aquello. Llevaban conociendo 17 años a su hijo y no se habían percatado que él tenía pasión por escribir, otra razón para detestarlos.

No volvería a utilizar ese cuaderno, no a menos que fuese mi último recurso para escribir.







Para: EllebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora