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Cabe destacar que esto no es un diario, son algunas notas que escribo, cosas de recordatorio y mi odio a la sociedad, nada más. Una vez he tenido uno  y ahora mucho menos quiero tenerlo.

Así que esto NO es un diario. Solo que no tengo a nadie a quien contarle algo, y Barry y Harry no ayudan mucho.

Dejé de escribir en el cuaderno y lo lancé al otro extremo de la habitación, como si de un bicho raro se tratase. De solo pensar que ese era el cuaderno que mis padres me habían dado me producía repulsión hacia esa cosa.

Cuando estaba más pequeño se me ocurrió la idea de tener un diario, y lo que más recuerdo y que me avergüenza fue lo que en el escribí.

"No me gustaba tener 8 años, creía estar muy pequeño. No me gustaba tener 10 tampoco. 13 estaba bien, fue un buen año. Pero creo que jamás me adaptaré a los siguientes años, ahora con catorce no me gusta... Me empiezan a salir cabellos por todas partes ¿desde cuando empecé a ser tan peludo? ¿Qué hay con la gente peluda?. Antes podía no bañarme y pasar hasta dos días sin darme una ducha, ahora si no lo hago apesto, a veces mis axilas hieden, tienen un olor extraño, como un fuerte olor a limón podrido combinado con olor a zorrillo. Mi cara está más grande y mis pies y manos igual, ¿y que hay con los pies grandes? Mi voz hace cosas graciosas, y todo mi cuerpo hace cosas que no puedo controlar.

Todo esto se está volviendo un poco incómodo...

Además ¡solo tengo catorce! ¿Y cuando tenga dieciséis? ¡¿Seré un mono peludo que hiede o algo así?!"

De repente mis mejillas ardieron como el infierno recordando mis propias palabras. Debería ser el perdedor más grande del mundo para escribir cosas sobre mi cuerpo en desarrollo. Por eso lo quemé, era como tener un archivo de mi propia estupidez. ¿Por qué querría recordar lo estúpido que era?

Sacudiendo la cabeza para apartar aquellos pensamientos, agarro las llaves y salgo de mi departamento. Es común en las mañanas encontrarse a gente bajando las escaleras, aunque ninguno nos dirijamos las palabras o quienes lo hacían a duras penas murmuraban unos bajos «Buenos días». Yo no hacía deporte, jamás haré deporte ni algo que requiera ejercicio físico en todo su sentido, pero la idea de andar en un autobús repleto de gente y con las cornetas soltando reggaeton puro, me hacía convencerme de que caminar desde mi casa hasta el colegio no era tan mala opción. Además, con los autobuses tan llenos ellos se paran a cada rato, hasta caminando llegaba más rápido.

Cuando llegué saludé a Barry y Harry.

—Barry. Harold.

El último me miro con malas pulgas. No le gustaba que dijera su verdadero nombre.

Mi día transcurría normal, o al menos mejor que el de hace unos días en el que llegó mi tía Mardge. Todavía seguía la vieja en casa, solo que la noche anterior se había quedado a molestar en el hogar de una de sus otras hermanas, a fastidiarle los días a los demás, porque eso era lo único bueno que sabía hacer. Yo mientras tanto me preparaba mentalmente para ver su presencia en unos días otra vez criticando en mi morada. Porque sí, mientras estuviera en esta ciudad, volvía, siempre volvía...

Tomé un suspiro grande y sonoro, uno que los gemelos notaron mientras caminábamos en el espacio libre que teníamos entre clases.

—¿Qué? —preguntó Barry con curiosidad—. ¿Te aburrió el tío Grantt?

—Oh, no. Sigue con el relato.

El tío Grantt era el tío de los gemelos. No lo conocía pero por lo que me contaban esos dos él era un señor muy amigable al cual le pasaban graciosas y nos reíamos. Esta vez se había tragado por accidente un zarcillo, y lo había digerido.

—... Y fue al médico.

— ¿Al medico? —pregunté. La verdad no estaba prestando mucha atención. En realidad no le tomaba atención a casi nada.

—Fue al prólogo —soltó Barry y yo fruncí el ceño. A veces Barry soltaba muchas incoherencias.

—Proctólogo, so tonto.

—Ah, ya, ya. Proctólogo —repitió Barry como a fin de guardarlo en su cerebro, si es que le daban las neuronas para hacerlo—. Proctologo... ¿Qué era?

Iba a responder pero Harry se me adelantó.

—Proctólogo, ya sabes... Es el que estudia el ano, tú sabes... El que estudia el culo.

Solté una risita. Harry parecía habérselo dicho unas cuantas veces antes en el que su gemelo no se le había quedado guardado.

Estábamos caminando en las áreas verdes del colegio, pero no mucha gente estaba dispersa, de hecho, estaban reunidos muchos alrededor de alguien que no pude ver, pero lo que estaban haciendo podría considerarse como un delito, o peor. Profanar música basura debería de merecer la muerte.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2017 ⏰

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