十八

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Tomé muy en serio el consejo de TaeHyung. Era el momento de hablar por fin con JungKook y pedirle, no, exigirle que me contara de qué trataba este juego confuso donde yo me encontraba involucrada.

Ya hace unas horas había escrito un mensaje diciéndole que después de la escuela lo esperaría en el jardín trasero. Estar en la Universidad me había parecido la mejor opción por no tener tantas personas alrededor en la última hora. No tener espectadores me parecía genial, tener nuestra privacidad.

Él me respondió con un "Está bien" a los segundos, dándome alas para creer que JungKook podría seguir preocupado por mí. Y no mentiré, eso hacía que mi corazón bailara de felicidad. Si por algún motivo yo empiezo a ser importante en su vida, ya tengo algo ganado con él.

Ya también SooYeon estaba enterada, por lo que cuando era el momento de irnos me deseó "suerte". TaeHyung se quedó conmigo un rato, tratando de darme apoyo moral, y aún cuando no dijo nada, fue más que suficiente para llenarme de fuerza. Debía estar preparada para lo que sea que el pelinegro me dijera, esperar lo que sea. Aunque fuese doloroso.

—Creo que ya es hora de ir —murmuré, no para que TaeHyung me escuchara, era más para prepararme a mí misma.

El moreno a mi lado asintió con la cabeza.

Mis piernas me pedían que no fuera, mi mente me decía que algo saldría mal, fue más difícil de lo que pensé ponerme de pie. Sin embargo mi corazón me pedía que lo hiciera. Me pedía que tuviera valor por primera vez en la vida, que tomara esto en serio. Que lo hiciera por mí.

En parte deseaba que JungKook me mintiera, que tuviera piedad de mí e inventara alguna historia que no doliera tanto, que no fuera tan cruel conmigo. No iba a seguir engañándome a mí misma, a pesar del dolor, iba a salir de esto.

Caminé hacia el lugar que yo elegí, esperando ver al pelinegro en cuanto llegara, más espera me iba a volver loca. El resto del transcurso fui yo tratando de darme a mí misma algunos consejos respiratorios y juegos con los dedos de las manos que mantenían la mente ocupada y los nervios lejos de mi organismo.

Una vez que mis tennis tocaron el césped levanté la mirada, mis ojos buscando al chico que ha estado ocupando mi corazón y cabeza desde mi llegada a Corea del Sur.

—Hola, bonita —me sonrió desde su asiento. Le devolví la sonrisa sin mostrar los dientes; sólo quería ser cortés, una sonrisa en éste estado saldría más en forma de mueca.

—Hola, Jeon —mi voz sonaba más apagada de lo que me hubiera gustado—. Que bueno que estás aquí.

Él se levantó de la banca metálica, acercándose a mí y comenzar a caminar por el corto césped.

—Estuve preocupado por ti.

—¿Ah si?

—Sí —asintió con la cabeza, mordió su labio inferior—. Pensé... pensé que ya no querrías verme... En serio me asusté.

Mis pasos se detuvieron causando la misma acción en él. Quedaba frente a mí, a una distancia en la que podía ver sus heridas de su pelea con TaeHyung, ya por suerte el color no era tan fuerte como debió haber sido unos días atrás. No debía, en serio no debía, pero mi mano actuó por sí sola — como si tuviera vida propia—, estirándose hasta poder tocar con la punta de mis dedos esa extraña forma marcada en su piel.
Iba a apartarme cuando JungKook tomó su mano en la mía, apretándola con delicadeza. Ladeó la cabeza hacia un costado, su mejilla casi acariciando la palma de mi diestra, un acto demasiado íntimo para mi gusto.

—No he dejado de pensar en ti —negué queriendo que parara, que no dijera nada que pudiera provocar sentimientos desconocidos—. No, no me niegues. Por favor...

lies ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora